“La imagen mítica referida a la Independencia es la Casa”

Alberto Nicolini, el destacado arquitecto tucumano, señala que al reedificar la casona se ha reconstruido el ámbito donde nació la nacionalidad.

“La imagen mítica referida a la Independencia es la Casa”

“En este tipo de arquitectura, lo original es bastante relativo porque aún cuando es cierto que este Salón de la Jura de la Casa Histórica se conservó una vez que se había destruido una parte del resto de la casa a fines del siglo XIX y principio del XX, es cierto que el cañizo, las tejas, las maderas tuvieron siempre reemplazo. Conservan, pero todo se rehace... Es arquitectura que se hace y rehace”, señaló categórico en el Salón de la Jura de la Casa Histórica el arquitecto tucumano Alberto Nicolini, que participó de las Charlas del Bicentenario del diario La Gaceta, de Tucumán.

-¿Por qué cree que se salvó este sitio?

-Es bastante simple. Cuando se empezó a pensar en salvar lugares históricos, se pensó en salvar lugares donde habían pasado cosas. Se salvó, por ejemplo, el campo de San Lorenzo porque allí había sido la batalla y es pasto, no hay nada, pero había sucedido algo. Y no eran tan importantes los recintos arquitectónicos.

Para ello tuvieron que insistir los arquitectos -sobre todo entre los años '30 y '40, cuando se crea la Comisión Nacional de Monumentos Históricos- en que los edificios son esos ámbitos fundamentales donde las cosas sucedieron los que tienen que ser conservados.
Entonces, eso hizo que los locales del resto de la Casa Histórica fueran tan valiosos como este salón.

Acá se hizo la Declaración, pero los participantes no caminaron por lo que ahora vemos, que fue reconstruido por el arquitecto Mario Buschiazzo y que se inauguró en 1943.

Fue un trámite de tres años desde que se pensó en la idea de que en vez de tener sólo este salón cubierto con un edificio de otra época que no tuviera nada que ver, se reconstruyera la casa tal como era originalmente.

Para eso se contaba con dos imágenes clave: la famosísima fotografía de Ángel Paganelli que muestra la fachada de la casa y con una segunda fotografía que muestra la parte de la galería tomada desde la entrada.

Además, un plano que el arquitecto Buschiazzo encontró fácilmente que se había guardado cuando se habían hecho las remodelaciones para adaptar este edificio a Correos.

En esa época, se hizo un plano muy prolijo de lo que existía y gracias a eso se pudo tener perfectamente la pista de dónde estaban los cimientos de la casa original. Y eso es lo que se hizo, se cavó, se encontraron los cimientos y allí se levantó la casa.

-Hoy tenemos esta casa que le da a Tucumán un lugar, sin dudas, en el mapa de Argentina...

-Sin ninguna duda. No es poca cosa la campaña de Billiken: que dos o tres generaciones, todos los años para el Día de la Independencia, la revista que veían los chicos tuviera en la portada la imagen de la casa histórica. Porque la imagen mítica de la gente referida a la Independencia nacional es la Casa.

-Usted conoce otros sitios históricos que han sido destruidos parcial o totalmente y luego recuperados. ¿Cuáles serían, por ejemplo?

-Cuando desapareció el edificio, volverlo a hacer como era, aun teniendo documentos fidedignos, siempre fue discutido entre arquitectos. Si había que dejarlo ya destruido o si la réplica era igualmente valiosa.

Sin embargo, ha habido casos famosos como el Campanile de Venecia, que se cayó en 1904 por un terremoto y los venecianos no dudaron e inmediatamente lo hicieron exactamente como era. Esto simplemente porque era un gran espacio, una plaza magnífica y la falta del campanile, era una falta -llamémosle- estética urbana.

Pero hay un caso mucho más parecido al nuestro que es el de Varsovia. Después de que alemanes y soviéticos destruyeron la ciudad, los polacos decidieron que ese centro histórico de Varsovia lo iban a edificar exactamente como había sido porque era símbolo de su nacionalidad. Entonces, hicieron una Varsovia idéntica a la anterior, pero nueva.

Lo que hemos hecho aquí es reconstruir el ámbito donde la nacionalidad nació, que fue la Declaración de la Independencia.

-Hablemos de ese contexto donde existió la casa, me refiero a ese poblado muy pequeño, diríamos casi una aldea que de alguna forma se ve convertida en el centro de las Provincias Unidas y luego en el lugar que tiene justamente como símbolo del nacimiento de la nacionalidad...

-Sí, Tucumán para 1816 era una aldea muy sencilla, muy poca cosa. Las grandes ciudades en ese momento eran Córdoba y Salta, que habían derivado del virreinato. Buenos Aires, desde que es capital a finales del siglo XVIII, empieza a evolucionar rápidamente.

Creo que el mérito principal que tenía Tucumán era el de 1812, haber sido el lugar de la resistencia fundamental para la invasión realista desde el norte. Se había destruido Jujuy. Salta era una ciudad claramente realista, es decir que no era una ciudad de gente independentista.

En cambio, la historia de aquellos días dice muy claramente que fue la población de Tucumán la que convenció a Belgrano de desobedecer lo que le mandaba Buenos Aires y resistir en Tucumán en lugar de irse a Córdoba. Y fue Tucumán la que puso la frontera.

Yo creo que eso pudo haber sido fundamental para que esta aldea haya sido el lugar elegido. Además por su posición central respecto a las provincias del Alto Perú. Era muy importante que asistieran, y asistieron. Los que fallaron fueron las del Litoral. Desde Buenos Aires hasta el norte de Bolivia asistieron todos los representantes al Congreso de Tucumán.

-En aquel momento, ¿esta casa formaba parte del centro de lo que era la aldea o estaba un poco retirada?

-La calle mayor era la otra, no ésta, sino 9 de Julio y 25 de Mayo. Sin embargo, estaba a metros de la catedral.

Hay una fotografía de Ángel Paganelli donde se ve al fondo a la izquierda la torre de la Catedral y a la derecha la casa Avellaneda de dos plantas y en primer plano las dos casas de esquina. Te diría que esa foto está tomada casi delante de la fachada de la casa histórica en 1870. Y son casas importantes...

Los primeros argentinos y el futuro

-¿Qué es para usted el 9 de Julio?

-La fecha fue siempre asociada a la festividad organizada en el colegio o instituciones a las que uno pertenecía. Pero buscaba también un diálogo con los padres. Una vez que yo lo reflexioné más adelante, recordé el fuerte sentido nacionalista de mi padre. Era hijo de una francesa y un italiano, cuya lengua materna había sido el francés y que tenía una fuerte ligazón con este país.

Después, años más tarde, me puse a pensar cómo esta generación de los primeros nacidos en el país con padres extranjeros habían constituido una cosa muy sólida en los años ’20-’30, con un sentido de la solidaridad muy fuerte, que no dejaba de llamarme la atención.

Era fácil darse cuenta cómo un milenio hace de un país europeo algo muy unitario y cómo, sin embargo, en este país de manera muy aglomerada se había producido lo argentino.

-¿Qué le inspira la idea del Bicentenario?

-Supongo que lo que está pasando, que está obligando a todo el mundo a reflexionar qué vamos a hacer con este país. Creo que esta reflexión desde Tucumán puede ayudar bastante a eso, pensar cómo vamos a seguir para adelante y tratar de eludir las fracturas que hemos tenido en los últimos tiempos. n

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