Es director nacional de la Sociedad Rural Argentina, en representación de Mendoza y San Juan. Mantiene, aunque con menor estructura, por la caída de la actividad ganadera en la última década, su cabaña de reproductores bovinos en San Rafael, y ahora piensa en formar un plantel de cría ante las nuevas perspectivas que se abren para el negocio.
Alberto Lasmartres operó, hasta el 2007 un cupo de la cuota Hilton, con carne producida bajo riego, en el departamento sureño, pero renunció a ella por las restricciones que impuso el anterior gobierno a las exportaciones de productos agropecuarios. Ahora cree que se abre un nuevo escenario y vaticina inversiones foráneas en el sector.
-¿Cómo ve el panorama para la ganadería bovina a partir de las primeras medidas económicas dispuestas por el Gobierno nacional?
-Estas medidas van a facilitar todo lo que se trabó en el 2006-2007, cuando Néstor Kirchner y el ex secretario de Comercio, Guillermo Moreno, empezaron a poner obstáculos al comercio internacional. De hecho a mí, en forma particular, me tocó perder el principal vendedor de carne en España y terminé renunciando a la cuota Hilton que tenía para ese país, porque estaba quedando muy mal con todos mis clientes.
-¿En qué medida y en qué tiempos cree que se van a encaminar los negocios?
-Veo un muy buen escenario en el mediano plazo. Porque en este momento está muy cara la invernada, es decir los terneros recriados que voy a comprar para engordarlos. Es que cuando el Gobierno empezó con las restricciones se desalentó la actividad y disminuyó el rodeo en alrededor de 12 millones de cabezas. Esto, por supuesto, afectó también a la cría en zonas áridas o semiáridas, entre ellas Mendoza. A raíz de esta situación hay escasez de animales y cuesta encontrar precios lógicos.
-¿Los precios hoy están fuera de lógica, según su criterio?
-La suba del precio de la carne vacuna en el mercado interno es injustificable. Se está vendiendo a 140 pesos el kilo de un corte más o menos bueno, y eso es un disparate. Esos valores tendrán que reacomodarse. Es como tratar de justificar el aumento en el precio del pan por el precio del trigo, cuando el trigo participa con el 10% en la formación del precio del pan. Es injustificable desde el punto de vista de la producción. Eso es, directamente, intermediación. No se debería llegar a ese número en el mostrador.
-¿Cómo se explica la suba entonces?
-Como se preveía la apertura del cepo cambiario, hubo una suba generalizada de precios. Fue la “viveza criolla”. Subieron los precios aprovechando el momento. Porque, si bien falta hacienda, porque no hemos recuperado la parte del rodeo que perdimos, no se justifican los precios que se están cobrando en el mercado interno. Hay un sobreprecio por encima de lo lógico que se debería pagar.
-¿En qué medida el eventual interés por exportar puede afectar la oferta y los precios en el mercado interno?
-La exportación abarata la carne en lugar de encarecerla. Porque al poder vender bien en el exterior los tres o cuatro cortes caros que entran en la cuota Hilton, se pueden vender más baratos en el mercado interno, no por ahorrar, sino porque es lo que nos gusta, como por ejemplo el vacío, el matambre, las costillas.
La posibilidad de exportar favorece al consumo interno. No es como se decía, que si exportamos vamos a quitar la carne del plato de los argentinos. Eso es mentira, es al revés. Si exportamos vamos a poder poner en el plato de los argentinos lo que nos gusta comer, a precio más barato.
Cuando exportábamos por encima de 700.000 toneladas anuales, el consumo interno era de 70 o 71 kilos per cápita por año, y ahora, con menos de 200.000 toneladas exportadas, debemos andar en torno a 61 kilos. Comparado con el mundo es alto, pero en la Argentina ha bajado alrededor de 15%.
-¿En este nuevo escenario, cómo visualiza el negocio para la zona de Mendoza?
-Creo que va a ser interesante. Pero el problema, en este momento, es tener espalda financiera. Para el criador, no es tan sencillo decir “retengo hembras para tener más vientres y producir más terneros”, porque si hace eso, ¿con qué vive? Esto va a llevar tiempo, va a ser gradual.
-¿Cree que habrá gente de otras actividades -con otros márgenes de utilidad- que puedan entrar en el negocio de producir carne en la zona?
-Estoy muy conforme con las medidas tomadas y con el tipo de política que ha iniciado el Gobierno. Soy muy optimista. Por supuesto, habrá que ir corrigiendo algunas cosas, y los objetivos no se van a cumplir de un día para el otro, pero a uno le dan ganas de trabajar.
Además, toda la zona central de Argentina, incluida Mendoza, tiene una temperatura ideal para el desarrollo de las razas bovinas británicas, que son las de mejor calidad de carne, y la gente que tenemos sabe cómo tiene que manejar la hacienda. Por todo eso, creo que van a venir (también a Mendoza) muchas inversiones de afuera. Habría que pensar si, como está tan pesado para arrancar, no convendría asociarse con alguno de esos inversores.
Revisar estrategias para volver a crecer
Alberto Lasmartres reveló: “Estoy estudiando algunos números para ver cómo se puede volver a encarar, si es posible, la exportación de carne”. Pero reconoció que “hay muchos cambios” respecto de los tiempos en los que exportaba cuota Hilton a España. “Ahora España no anda bien, y hoy, por lo que he podido saber no sólo es difícil vender sino también cobrar”.
Apuntó que “el único país fuerte es Alemania, después le seguiría Inglaterra, pero es muy difícil entrar; ahora se ha abierto una cuota para Europa de carne de feedlot; se ha abierto Canadá y Estados Unidos”. Ahí “ya es otro tipo de carne, porque lo que es Hilton no admite animales de feedlot, sino engordados a pasto”.
Esta última característica “es una limitante para el ingreso desde Mendoza con cuota Hilton”. Lasmartres recordó que “en los últimos años que llegué con carne a España tenía el problema de la falta de agua, porque yo engordaba con alfalfa bajo riego, y por la crisis hídrica alcanzaba a regar unas 150 ha de las 600 ha que reunía entre varias fincas”.
En todos estos años, redujo la actividad en cabaña Los Cardos (de San Rafael), porque la caída de la actividad ganadera impactó negativamente en la demanda y los precios de reproductores. Mantiene cierta estructura, pero disminuida, y “tratando de crecer un poco en el número de vientres para una futura producción propia”. Reveló que brinda servicios a algunos criadores, engordando la hacienda y cobrando con terneros. “Es una forma de crecer sin tener que poner la plata”, resumió.