Albertina Carri y “Las hijas del fuego”: poética femenina en los parajes del sur

La directora presenta su nueva película en el festival Graba esta noche: una reivindicación del género pornográfico.

Albertina Carri y “Las hijas del fuego”: poética femenina en los parajes del sur
Albertina Carri y “Las hijas del fuego”: poética femenina en los parajes del sur

Para iniciar el viaje, comienza por el final. Desde la ciudad más austral del mundo Albertina Carri se sube junto a un grupo de mujeres a transitar no sólo las rutas de la tierra, sino de la propia identidad. Así llegan a los lugares donde siempre desearon (y les correspondió) llegar.

Recién llegada de la presentación comercial en Brasil, Berri arriba a Mendoza para acompañar la presentación de "Las Hijas del Fuego" en el festival Graba: la película, con escenas de sexo explícito, que no permite categorizarse y desafía a su audiencia en un mundo que explota las sensaciones en la búsqueda del placer.

Un grupo de mujeres lesbianas emprende un viaje por el sur del país donde, a lo largo de la travesía, se irán sumando otras chicas. El filme surge de una falta, en las palabras de la propia Carri, de "representación. Las lesbianas tanto como en el cine como en la televisión históricamente hemos sido retratadas como personas violentas o asesinas, como en las cárceles de mujeres por ejemplo".

La directora viene trabajando y recolectando material en el mundo LGBTQI, siendo también directora del festival Asterisco que reúne películas de ese colectivo, así poder cumplir este deseo cinematográfico: “Lo que me di cuenta es que la mayoría de las películas gay transmiten alegría, tienen algún relato migratorio de la propia identidad. Las películas trans, siempre tienen una parte dramática, es muy confusa la transición y la aceptación. En cambio las películas lésbicas en su mayoría eran tristes, no sólo acá en Argentina sino en el mundo. Tienen una tendencia a la amargura y la verdad es que ese relato me pareció muy injusto”, revela la directora.

En ese sentido, la cinta acerca otros puntos de encuentro, que no necesariamente tienen que ver con los problemas que enfrentan (como lo sufren la mayoría de las minorías) sino que Carri nos dirige a las zonas más alegres y gozosas de sus vidas: el placer, el deseo y la reafirmación de los derechos homosexuales se visualizan en una road movie que atraviesa los rincones más invisibilizados de la libertad sexual.

Los protagonistas son los cuerpos de las mujeres, en varios sentidos: no sólo en el relato sino también en la producción. "Hicimos ésta película fuera de sistema, sin ningún tipo de apoyo institucional y que hicimos con la voluntad y convicción que teníamos todas de hacerla. No tiene ninguna producción más allá de las personas que participamos en la película", cuenta Carri.

Además agrega: "Genera por un lado una producción muy esforzada en ciertos aspectos pero también genera una gran libertad. No le tenés que rendir cuentas a nadie. Un poco la idea de micro escolar de un grupo de mujeres viajando y pensándose, parecía en algo a nuestra forma de rodaje: tomando decisiones de qué era lo que queríamos hacer y qué no, sin dar cuenta a otras instituciones, sin pensar en tiempos ni entregas. Lo que era algo en contra resulto algo a favor".

Distintas aristas hacen funcionar a una película llena de carga simbólica en terreno de resistencia. Por una lado, la ambivalencia entre una road movie y ese viaje simbólico que atraviesan las protagonistas de la historia: "Es una comunidad que se va formando y también cierta idea que lo importante es  el viaje, ese tránsito sin ser tan importante el objetivo, algunos que se van perdiendo y se van transformando, yendo a la deriva. Eso me parecía que representaba muy bien la idea de un viaje poli-amoroso", explica la directora.

Por otro lado, la fuerza del paisaje austral. En ese aspecto Albertina explica que no fue lo mismo hacer esto en los parajes de Ushuaia, que haberlo hecho en una ciudad como Buenos Aires: “De contar la historia deambulando por la ciudad, que es otro contexto, a hacer con un paisaje voluptuoso, le da otra relevancia. Se le agrega lo erótico que tiene el paisaje”.

Y al final, la transformación radical y simbólica en el trabajo sobre el género pornográfico: "Es una preocupación que tengo hace años. La pornografía convencional está hecha de una única manera, para un único goce: el masculino. Pero sobre todo es una forma de domesticación de la mujer (una de las tantas ejercidas) y también es una representación del cine mismo. Esa representación del mundo que se va replicando en otros géneros cinematográficos con mayor o menor sutileza", dice la autora.

Su inquietud en ese género también viene de los principios mismos, donde la obsesión por el cuerpo comienza: “A partir de esa obsesión, con las primeras imágenes cinematográficas médicas y pornográficas, me interesaba develar el significado de las imágenes más allá de las condenas morales que se quieran hacer”.

Actualmente Albertina se encuentra codirigiendo una obra para el teatro Cervantes de Buenos Aires junto a la actriz Analía Couceyro. La obra, basada en una novela de Osvaldo Lamorghini, espera su estreno para el próximo 11 de abril.

Las Hijas del Fuego se proyectará esta noche a partir de las 23 en la Sala Verde de la Nave Universitaria, en el marco del festival Graba 03.

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