Al volante sin alcohol ¿meta posible?

La comunidad espera firmes condenas para los causantes de siniestros viales fatales por conducir bajo los efectos del alcohol.

Al volante sin alcohol ¿meta posible?
Al volante sin alcohol ¿meta posible?

Seguridad, falta de oportunidades laborales, inflación o la pérdida del empleo, son temas que están en lo más alto de las preocupaciones de los ciudadanos. Y también, compitiendo con esas carencias, los incidentes de tránsito fatales o con heridos graves, y dentro de estos últimos los ocurridos por conductores ebrios al volante.

En lo que va del presente año se debieron lamentar ocho fallecidos por culpa de personas que bebieron, luego manejaron sus vehículos en la vía pública y chocaron: seis de ellos fallecieron en el  acto y dos, días más tarde en los centros de asistencia médica a los cuales habían sido derivados.

Los siniestros de tránsito producto de una ingesta alcohólica hubieran podido ser evitados de haberse adoptado sencillas medidas precautorias, personales o de quienes pudieron evitarlas, como testigos o circunstanciales acompañantes.

Las estrategias de seguridad vial son simples pero no se cumplen: evitar el manejo distraído; contrarrestar el exceso de velocidad y el manejo arriesgado; usar los cinturones de seguridad y evitar beber alcohol al conducir.

Todos los casos ocurridos tienen la misma entidad de gravedad y desasosiego para las familias afectadas, pero  sorprende y confunde más el de Luciana Montaruli (27), quien murió por la imprudencia sin límites de un médico que con su auto a alta velocidad embistió el taxi en el que se desplazaba la joven como pasajera, en el Acceso Sur.

Cuesta creer que un profesional de la Medicina haya empujado el acelerador de su automóvil tras haber bebido y estrellarse contra otro rodado. El test de alcoholemia del accidente reveló que su capacidad de discernir y lucidez estaba afectada por 2,06 gramos de alcohol por litro de sangre. Un despropósito en cualquier circunstancia con cualquier individuo al volante, pero francamente indignante de solo pensar que quien actuó con total desaprensión es un médico, José Paulos, plenamente habilitado para calcular los riesgos de un proceder de esta naturaleza. Quedará en su conciencia haber apagado la existencia de la exalumna del colegio San Luis Gonzaga, apasionada cultora de la danza.

El debate sobre  los accidentes de tránsito que se producen por personas que manejan tras tomar bebidas alcohólicas, debe extremarse y alcanzar a los diferentes niveles de la comunidad.

La ciudadanía espera que los siniestros  fatales por el alcohol sean severamente castigados por la Justicia Penal y que los acusados purguen penas en la cárcel y se los inhabilite para seguir conduciendo, una vez que recuperen su libertad.
Sin embargo, estamos de acuerdo con quienes afirman que las medidas punitivas no servirán si no se extreman los controles en la vía pública. Igualmente debe aumentarse el tratamiento de este tema en las escuelas y en otros centros de debate comunitario.

La industria vitivinícola y los  modernos desgranamientos surgidos y afianzados en los últimos tiempos, como el enoturismo o turismo enológico y el turismo gastronómico en las zonas de producción vinícolas, bien podrán contribuir a las campañas preventivas promoviendo que las visitas a sus establecimientos se hagan con traslado contratado de los participantes, como de alguna manera hacen algunos grupos juveniles cuando salen a bailar.

Lamentablemente, siempre habrá la posibilidad de que se filtren conductas antisociales e irresponsables, como las sucedidas en estos meses. Tendremos, entonces, que apelar al control severo y al brazo justiciero de la ley, enviando a prisión por muchos años a los conductores que causan estas desventuras.

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