Al pie de la letra - Por Jorge Sosa

“El papel está siendo reemplazado por los teclados de las computadoras o de los teléfonos celulares”.

Al pie de la letra - Por Jorge Sosa
Al pie de la letra - Por Jorge Sosa

Expresar una idea a través de las palabras, eso es escribir, valernos de las grafías para hacernos entender. Es propiedad del idioma, el magnífico idioma que nos provee de su cúmulo de palabras, como alguna vez lo dijo el gran poeta chileno pero universal Pablo Neruda en sus memorias que él recopiló con el título “Confieso que he vivido”.

“…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Que buen idioma el mío, que buena lengua heredamos de los conquistadores torvos…”

Agarrar una idea y hacerle un vestidito de palabras ni tan holgado ni tan ceñido como para que  le quepa justo. Es una manera de escribir esta acción que para dominarla fuimos a la escuela.

Pero cada vez se escribe menos en papel. El papel está siendo reemplazado por los teclados de las computadoras o de los teléfonos celulares y entonces son dos dedos nomás los comprometidos con la escritura.

Escribimos cada vez menos en el papel y escribimos cada vez menos en general, porque los mensajes de textos son reducidos y no tenemos tiempo de extendernos en los conceptos porque esto trae, inevitablemente, que no nos lean.

Entonces practicamos menos. Cada uno tiene un estilo de letras que lo identifica. Uno puede saber a quién pertenece un escrito leyendo lo que su letra ha borroneado en el papel. Pero ahora las letras debemos elegirlas entre el menú de letras de un teclado y entonces deja de ser de nosotros. Hay que reconocer que salen  parejitas, iguales, cuidadas, pero no son nuestras, son de los millones de personas que en este mismo momento están utilizando la caligrafía.

Antes se daba caligrafía como materia en las escuelas secundarias, hoy es una práctica muy escasa. La caligrafía nos enseñaba a escribir de moto inteligible las ideas que uno porta en su cerebro, por lo que si nos fijamos en las recetas de los médicos podremos comprobar que ninguno de ellos aprobó caligrafía.

La caligrafía era como un documento. Esa es mi modo de escribir y me identifica.

Lentamente vamos perdiendo la costumbre de escribir a mano y va a llegar el tiempo en que todos escribamos exactamente con la misma letra. Entonces el idioma será terriblemente aburrido.

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