Por José Luis Toso - jtoso@losandes.com.ar
No fue fácil la concreción del acuerdo entre Pérez y Cornejo para gestar el proyecto de ley de endeudamiento enviado a la Legislatura. Se logró luego de una semana cargada de tensiones, que comenzó con una gran decepción por la opaca reunión en el Banco de la Nación, pero que finalmente dejó en calma relativa a peronistas y radicales porque, en definitiva, el gobernador que se va y el que viene terminaron compadeciéndose mutuamente. La calma es relativa porque falta aún el debate y la aprobación en la Legislatura, donde seguramente habrá cruce de reproches. Todas las miradas se posan en el herido peronismo.
Sin duda, el más beneficiado por el acuerdo es Alfredo Cornejo, que podría obtener un blindaje para su futura gestión y así no tener que depender mucho de lo que le vote o no la oposición justicialista, que quedará legítimamente constituida desde diciembre, pero que en la práctica ya muchos llevan a cabo en medio de la confusión y la negación de la derrota en que cayeron los dirigentes del todavía oficialismo provincial.
Los cercanos a Francisco Pérez le dan características históricas al acuerdo por la larga transición a la que obligó el desdoblamiento electoral y, fundamentalmente, porque el traspaso de mando será entre dirigentes de distinto signo político. En cambio, el grueso del peronismo digiere como puede lo pactado.
Según la óptica del entorno “paquista”, se trata de una búsqueda de entrega del Gobierno “ordenada”, similar a la que se produjo entre Lafalla e Iglesias, en 1999, otro traspaso de un justicialista a un radical. No tienen tanto en cuenta la cesión de Cobos a Jaque porque en ese momento el radical era ya el vicepresidente de Néstor Kirchner y formaba parte de la Concertación “a la Argentina” que muy pronto explotó en mil pedazos, en especial cuando el mendocino y muchos otros dirigentes provenientes del radicalismo advirtieron que la supuesta concertación no era más que una lisa y llana estrategia para cooptar voluntades políticas que le dieran más fuerza al kirchnerismo.
La Legislatura, en escena. Los dirigentes cercanos al Gobernador desean que el proyecto gestado con Cornejo y su equipo tenga pronta aprobación en la Legislatura, más allá del seguro debate que se dará y que servirá, en parte, para que los derrotados en las urnas, futuros opositores, les digan algunas cositas desde sus bancas a los del otro lado, triunfantes en las urnas y futuros representantes del oficialismo. Es que no todos los que debatan este proyecto estarán en el Parlamento local a partir de diciembre; tal vez por ello quieran aprovechar esta última gran pelea a la que convoca el proyecto de salvataje financiero.
Se encargaron de comentar desde el entorno de Pérez que hubo “responsabilidades compartidas” para firmar la paz. “Ni Cornejo quiso que todo estallara ahora ni Paco que se perjudicara el gobierno que viene...”, señaló uno de los llamados por Pérez a integrar la mesa chica para la transición. Sin embargo, las cifras que se manejaron permiten deducir que el asombro del futuro gobernador por el estado de las cuentas fue tan grande que rápidamente decidió tratar la relación con el gobierno saliente con la misma delicadeza con que un experto en explosivos aborda una bomba con posibilidades de estallar. No hay otra explicación.
De menor a mayor. El lunes fue de decepción para Pérez y Cornejo porque en el Banco Nación prácticamente ningunearon el pedido de ayuda financiera. Quedó la sensación de que la entidad bancaria prioriza la renovación por parte de la Provincia del vínculo como agente financiero y, a la vez, aparece como planteando a los gobernadores saliente y entrante que es preferible esperar el resultado de las elecciones presidenciales de octubre para saber con quién tendrán que realizarse en el futuro las negociaciones.
Después de la fría recepción en el Nación, las tratativas continuaron aquí, porque las urgencias del radicalismo requerían avanzar en la confección del proyecto de endeudamiento. No fue sencillo el trámite en el seno del oficialismo provincial y aparecieron dos claras posturas: por un lado, la línea sucesoria gubernamental (Pérez-Ciurca), interesada en limar asperezas por distintas razones.
Es que si Scioli llega a la Presidencia todos presumen que, por su estilo de gestión, el bonaerense cumplirá con la promesa de buscar una buena relación con el gobierno de Cornejo, que planteó no hace mucho en una visita a nuestra provincia. Y también es sabido que Pérez no pierde la esperanza de estar ligado a un eventual gobierno sciolista, mientras que Ciurca, ya instalado en el elenco de campaña del candidato presidencial, quiere constituirse en adelante en un negociador de buen porte, tanto dentro de las filas del justicialismo como en el trato con la oposición, si le toca gobernar otra vez al Frente para la Victoria.
En cambio, puertas adentro de la provincia, en el justicialismo no terminan de asimilar la caída electoral y a muchos les cuesta aceptar el marco de negociación entre Pérez y Cornejo que terminó con el proyecto del viernes. En un justicialismo mendocino desorientado, sin conducción clara luego de la derrota en las urnas y sin referentes definidos hacia adelante, tanto por la caída electoral que destronó a varios “caciques” como por la muerte de Mazzón, pocos toleraron que Pérez pretendiera imponer en la Legislatura el voto a favor del acuerdo con el cornejismo.
Ya la transición ha entrado en su etapa final. En el tiempo que queda, y mientras va perfilando el equipo que lo acompañará en la gestión, Alfredo Cornejo busca ir cerrando con antelación aspectos fundamentales, como este acuerdo que dio lugar al proyecto de endeudamiento que deberá avalar la Legislatura.
El futuro mandatario provincial considera que poner en orden las cuentas del Estado le puede requerir, fácilmente, los dos primeros años de su gobierno. Es el tiempo apropiado, además, para ver cómo se mueve el escenario político nacional a partir de quién acceda a la Presidencia en octubre o en una eventual segunda vuelta, en noviembre.
La última etapa de la transición también deja señales y mensajes para los dirigentes del Frente para la Victoria. Les cabe la responsabilidad de acompañar la tarea de Pérez hasta que éste entregue el mando, más allá de las desinteligencias que se manifestaron en la semana en peleas internas subidas de tono por el abordaje del proyecto de acuerdo.
Y ese acompañamiento a Pérez supone, por encima de todo, no ser oposición antes de tiempo y evitar que el incendio de las cuentas públicas termine consumiendo todas las estructuras del Estado.