"Sean eternos los laureles
que supimos conseguir, que supimos conseguir:
coronados de gloria vivamos
o juremos con gloria morir; o juremos con gloria morir; o juremos con gloria morir."
Son los versos que se han escuchado en diferentes barriadas argentinas como una canción de esperanza durante estos días de confinamiento por la pandemia del Covid-19, como para no olvidarnos que es con el esfuerzo de equipo que se logran los objetivos.
Esos mismos versos que se entonan en actos oficiales y en los actos escolares (existe, por ejemplo, una circular de 1815 en la que San Martín convocaba a que los estudiantes se reunieran los jueves en la Plaza Mayor para cantar el Himno como una manera de exaltar el patriotismo), pero que también se cantan en las manifestaciones y reclamos. Siempre con el mismo objetivo: sentirnos parte de lo mismo.
Este himno cumple 207 años, aunque pasó por diferentes modificaciones desde que la Asamblea de 1813 lo declaró como canción patria.
"Favorecidas las armas revolucionarias por la victoria, era necesario recordar al pueblo los triunfos alcanzados en ambas márgenes del Plata y en los extremos de la república y anatematizar al enemigo que resistía al torrente de la opinión argentina. Para lograr estos fines, la Asamblea, que tanto contribuyó con sus hábiles y audaces determinaciones a preparar la independencia al talento y al patriotismo de Fray Cayetano Rodríguez y doctor Don Vicente López invitándoles a componer un canto popular que alentase a nuestros soldados en el combate y mantuviese en el pecho de todos los ciudadanos el entusiasmo de la libertad", contaba Los Andes en las columnas que rememoraban el centenario del Himno Nacional.
Y seguía: "El 11 de mayo de 1813 fueron leídas ambas producciones y la de López fue declarada como la 'única canción de las Provincias Unidas'. La primera edición de esta canción se hizo el 14 de mayo de 1813 en el papel y el formato de 'La Gaceta Ministerial del Gobierno de Buenos Aires' y con un tipo de la imprenta de los Niños Expósitos, bajo el título de Marcha Patriótica".
Finalmente, la nota del 11 de mayo de 1913 concluía el homenaje: "A la altura de la concepción de López... se coloca la música de Parera, a nuestro juicio tan grande, tan generadora de sentimientos sublimes y apasionados de patriotismo que hacen de nuestra canción nacional la primera del mundo después de la Marsellesa. Sus notas serenas e inspiradas a la vez, conmueven el corazón más rudo y tienen el secreto de enardecer el espíritu más templado en las emociones".
Como se sabe la versión original tenía 18 estrofas y un estribillo corto. Y en 1900, un decreto del entonces presidente Julio Argentino Roca -fechado el 30 de marzo- determinó la reforma. "El Poder Ejecutivo ha dado a conocer hoy un decreto por el que establece que en todos los actos oficiales así como en las escuelas y colegios nacionales, sólo serán cantados los cuatro versos primeros y los cuatro últimos del himno argentino", publicaba Los Andes en aquella ocasión.
En otras páginas de Los Andes se comentan otros datos acerca de la creación y de otras modificaciones, algunas que no progresaron. Pero siempre se ha destacado el sentimiento de patria.
Y no importa quién lo interpreta o dónde. La "Sole" en el monumento de la bandera en Rosario o en una cancha de fútbol; Mollo con la Orquesta Filarmónica de Mendoza; Jairo en algún festival cordobés; Ulises Bueno en la previa de un partido; Charly García; el guitarrista Julio Silpitucla; la Orquesta de Guitarras Tito Francia, de Guaymallén; el Coro de la Legislatura dirigido por Alejandro Scarpetta vía streaming para la apertura de sesiones legislativas de Mendoza hace casi 10 días.
No importa si se funde con el ritmo del malambo, o si es una versión folclórica que se fortalece con los instrumentos musicales característicos de cada región argentina, o si de la mano de Cony La Tuquera se mezcla con la cumbia colombiana y el cuarteto cordobés. Así como las versiones de Sandra Mihanovich o de Patricia Sosa en lenguaje de señas, los fragmentos que suenan en los enfrentamientos deportivos con toda la hinchada unida en el "¡oh, oh, oh, oh...!" siempre emociona hasta las lágrimas. Y siempre parecen terminar con el verso agregado por Mercedes Sosa: "Y juremos con gloria vivir".