Sorteó un escollo complicado y ya puede ver despejado el horizonte para lo que se viene, que realmente es lo que vale para Gimnasia. El empate sin goles ante Santamarina suma más que un punto en lo anímica de cara a tres encuentros que van a definir gran parte de la suerte del Lobo en su lucha por la permanencia en la B Nacional: se vienen Chacarita, Guaraní Antonio Franco (entre semana se pone al día con el duelo ante Villa Dálmine en Campana) y cierra esta seguidilla ni más ni menos que ante Independiente Rivadavia, otro rival indirecto, si se quiere, en esta puja.
Le costó todo ayer a Gimnasia, hasta lo que lo que suele hacer de manera más sencilla. La presión de los volantes de Santamarina hacían estragos en el pase corto, ancho, que maneja bien el Lobo y Garay, que terminó padeciendo el partido.
El Negro, extrañamente, se equivocó mucho en el primer pase ofensivo, y terminó jugando mucho hacia los costados y la mayor parte de las pelotas hacia atrás, Muy lejos, casi como un tercer central, arrancó casi siempre Garay. Y esto lo sentía un equipo que estaba partido. La visita lo obliga a saltar la línea de volantes y Gimnasia se desdibujaba.
Arraya y más tarde Timpanaro desaprovechaban sendos contragolpes y el Lobo sólo inquietó con dos pelotas paradas. Sí, créalo, con dos pelotas quietas. Mucho cambió el Lobo en este aspecto teniendo un ‘shoteador’ como Carranza.
El segundo tiempo fue de principio a fin del Lobo. Dos veces Farías, Carranza le dio mal a la pelota desde el punto penal, lo tuvo también Lastra. Y Akerman no pudo tener la suya. Este complemento fue el que le terminó dejando el sabor amargo de boca a los dirigidos por Toti Arias. El Lobo fue mucho más que ese poderoso Santamarina que le saca casi veinte puntos en la tabla de posiciones.
Los de Coleoni esperaron todo el complemento un contragolpe que nunca estuvo cerca de darse. Corvalán siempre bien parado, y los retrocesos impecables de Marín y Villarino (en una jugada Peinado corrió más de 50 metros para cortar un contraataque) dejaron en cero el casillero de las oportunidades de gol para la visita en esa segunda mitad. Con la bestia domesticada casi por completo, Arias se animó a sacar a Garay y meter a Pereyra para el tramo final. Rompía el equilibrio defensivo en pos de quedarse con todo en el epílogo. Pero no lo iba a lograr.
Un Lobo herido (son demasiadas las bajas: Oga, Carrizo, Garín, Giménez), en un muy mal estado del campo de juego y ante un rival de gran jerarquía sacó igualmente las garras y dejó bien en claro que para bajarlo de la B Nacional habrá que apuntarle a la frente.