No hay mal que dure cien años. El Lobo se saca de sus espaldas una mochila que ya se hacía insoportable de cargar. El 1-0 logrado ayer en Mar del Plata puso fin a esa nefasta seguidilla de 16 partidos sin conseguir victorias en condición de visitante.
Pasaron más de siete meses para que el Lobo volviera a cantar victoria fuera del Víctor Legrotaglie. Mucha agua pasó bajo el puente: la goleada en Misiones donde el Lobo presentó un equipo alternativo, las paupérrimas actuaciones en Tandil y Floresta y también los muy buenos trabajos en Santiago del Estero y Tucumán pero que no alcanzaron para siquiera sumar un punto.
Gimnasia es el peor equipo en condición de visitante de la B Nacional: sumó siete puntos producto de dos victorias y un empate en 18 presentaciones (una efectividad que apenas supera el 12 por ciento). Gimnasia no pudo marcar nunca más de un gol fuera de la provincia (anotó dos en el Bautista Gargantini en la derrota 2-4 del clásico) y recibió 33 en contra.
“Es una locura no sumar en tantas fechas como visitante. Veníamos trabajando en la cabeza de los jugadores que uno debe mantener el mismo protagonismo tanto de local como de visitante”, decía Omar Labruna, quien por fin pudo poner punto final a la sequía y nada menos que ante Unión, un rival directo en esta lucha por la permanencia en la que está inmerso Gimnasia. Era una final (ya venía de ganar otra ante Sportivo Belgrano) y se ganó.
Los fantasmas empiezan a esfumarse.
