Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
Esta semana se anunciaron nuevos ajustes tarifarios que impactarán en los servicios de agua y transporte, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano, y en las tarifas de gas. Estos ajustes habían sido anunciados y, junto con la actualización del valor del dólar, eran los precios más atrasados en la economía y responsables del grueso del déficit fiscal que generó la inflación que estamos padeciendo.
Pero es bueno poner las cosas en contexto porque estos aumentos impactarán en los bolsillos, tendrán alguna traslación a precios y generarán molestias en muchos sectores por el impacto sobre el presupuesto familiar. Las quejas por la inflación son reales y, aunque moleste, hay que analizar el tema con racionalidad.
El atraso y sus consecuencias
Los gobiernos de Néstor y luego de Cristina Kirchner se entusiasmaron con los congelamientos. Hay que recordar que la decisión de congelar tarifas fue de Eduardo Duhalde y de Roberto Lavagna, cuando asumió el ministerio de Economía, y fue lo que se llamó la "pesificación asimétrica". Las tarifas, en la convertibilidad tenían un valor en pesos/dólares. Al salir de la convertibilidad, las tarifas se mantuvieron en pesos, pero se retrasaron un 70% en dólares.
En esa oportunidad, el gobierno congeló todos los cuadros tarifarios para que no hubiera mayor impacto inflacionario, sabiendo que este proceso podía complicar el servicio porque, ante el aumento de costos, las empresas no tendrían recursos para seguir invirtiendo y algunas ni siquiera para cubrir los gastos fijos, atento al ajuste generado por una devaluación del 300%.
Antes de que Duhalde dejara el gobierno, Lavagna propuso aumentar las tarifas y el entonces presidente no lo consideró oportuno. Ya en la gestión de Néstor Kirchner, el ex ministro planteó en tres oportunidades la necesidad de ajustar tarifas para evitar atrasos y la respuesta, ante la evidencia de los costos, fue comenzar a subsidiar la tarifa. Esto fue en todos los servicios y el nivel de subsidio dependía de cada cuadro de costos.
Los únicos ajustes se dieron en el servicio de gas, cuando hubo que importar porque los bajos precios no estimularon la inversión para aumentar la producción pero sí estimularon un mayor consumo, casi irracional. En el caso de la luz hubo ajustes en el interior del país, donde las provincias ajustaban el Valor Agregado de Distribución (VAD), y se aumentó la tarifa a barrios cerrados, algo que no se hizo en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
En el caso del transporte público, se dieron algunos aumentos pero, esencialmente, se fueron disminuyendo subsidios a los servicios en las provincias, a tal punto que del total de subsidios dedicados al rubro el 75% iban al AMBA y el resto al interior del país. Algunas provincias, como Mendoza, decidieron tener un subsidio adicional para evitar las subas, pero en otras localidades, donde el servicio es concesión municipal, no había forma de subsidiarlo.
Así nos encontramos con precios totalmente disociados. En Córdoba, Rosario, Rafaela o Bahía Blanca, el boleto cuesta 9 pesos, mientras en el AMBA es de $ 3,50. En tanto, en el tramo inicial del servicio de trenes urbanos es de 2 pesos.
Estos “beneficios” al consumidor se los cobraban de otra forma: con inflación, porque para financiar los subsidios el Banco Central debía emitir moneda para asistir al Tesoro. Lo que nunca le dijeron a la población es que, aparte del impuesto inflacionario, más tarde o más temprano las tarifas debían sincerarse.
El efecto inflacionario
El debate surge acerca del efecto inflacionario de los sinceramientos tarifarios, que todavía no han terminado y es muy interesante discernir entre qué tipo de inflación se generó por el congelamiento y cómo será con el sinceramiento.
En el primer caso, mientras estuvieron las tarifas congeladas se generó inflación por efecto de la emisión monetaria, y este tipo de inflación es la de proceso, es decir, es algo permanente que se va retroalimentando porque la creación de moneda excesiva hace que esté sobreofertada y toda mercancía en abundancia, por sobre la demanda, tiende a bajar el precio. La inflación es la forma en que se deprecia la moneda.
En el caso de los aumentos tarifarios se trata de aumentos instantáneos, que impactan en el momento y tienen alguna repercusión durante dos o tres meses, hasta que se realinean los precios relativos, pero debería tener un efecto positivo en que caiga la emisión monetaria. Por otra parte, el Estado deja de gastar y aumenta la recaudación impositiva. Al tener menos emisión y mayor recaudación, el peso del déficit fiscal bajará y el impacto inflacionario debe disminuir.
Como es obvio, el impacto sobre los presupuestos familiares obligará a los jefes y jefas de familia a reordenar la dirección de sus gastos, a la espera de que los efectos de las paritarias puedan paliar la pérdida de poder adquisitivo.
El ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, dijo que el efecto de los aumentos de las tarifas sería “transitorio” y que “se irá disipando en los próximos meses”. Las familias dicen “¿cómo pasamos estos meses?” y la respuesta es que se debe hacer una nueva planificación familiar en cuanto al uso de los servicios. Ya no se podrá gastar luz en forma libre porque ahora será mucho más cara, lo mismo que el gas.
El problema más serio se da en el tema del transporte público. Un aumento de 2 pesos el boleto llevaría el total del consumo familiar, de un grupo de 4 personas que hagan un mínimo de 4 viajes diarios, a un monto mucho más elevado que el que significa el consumo de luz o de gas. Mendoza hizo un ajuste en diciembre pasado y desde entonces los combustibles han subido un 19% y se esperan nuevos aumentos, más las paritarias del sector.
El gobernador Cornejo deberá decidir si sigue subsidiando el servicio y, en ese caso, con qué límites, porque las finanzas provinciales están muy comprometidas. Esperemos que la promesa del ministro de Hacienda sea real y que el control sobre los formadores de precios evite picos especulativos. De todos modos, los aumentos excesivos no serán convalidados por los consumidores, y esto deben evaluarlo adecuadamente.