El ajo es hoy uno de los cultivos que tiene mayor impacto en la economía mendocina. No sólo porque su cadena de producción aporta ingresos cercanos a los 4 mil millones de pesos -con fuerte incidencia en la generación de mano de obra- sino, además, porque el 10 por ciento de las exportaciones que realiza Mendoza pertenecen a este sector.
Tras dos años de buen precio internacional, que han hecho que la superficie cultivada aumente 15 por ciento en la provincia, hoy los productores se plantean la necesidad de disminuir costos y diversificar los mercados internacionales, a fin de bajar los niveles de dependencia con Brasil. Es que, si bien ellos gozaron de buena rentabilidad, la misma hizo que los países competidores también decidieran agrandar su producción.
La superficie implantada con este cultivo está avanzando en la geografía mendocina. La plantación de ajo pasó de 7.000 hectáreas a ocupar 8.500 en la temporada 2015/2016. En la última (2016/2017), se amplió a 9.500 hectáreas. “Todo indica que la próxima seguirá subiendo al mismo nivel, un 15 por ciento”, señaló Jonathan Manjón, analista de la actividad en el Instituto de Desarrollo Rural.
El Valle de Uco es la región que más está apostando a esta plantación. Tanto que desplazó al llamado Cinturón Verde (Maipú, Guaymallén) como principal productor, mientras que el Este sigue en el tercer lugar. El desarrollo del ajo en la zona valletana se reforzó en los últimos siete años y hoy la misma produce el 62 por ciento del total provincial.
Mesa nacional
Disminuir la incidencia de los gastos en mano de obra; incorporar tecnología en labores culturales, riego y tareas de empaque; buscar estrategias para el mejoramiento de semillas y gestionar alguna compensación por los altos costos del traslado de la mercadería aparecen como otros desafíos que se plantea, actualmente, el sector ajero local.
El panorama de este cultivo fue analizado y discutido la semana pasada en la Mesa Nacional del Ajo, que se realizó en el hotel de Turismo de Tupungato. Además de productores y exportadores, de la misma participaron autoridades del Ministerio de Agroindustria de la Nación y de la cartera de Economía de la Provincia.
El objetivo del encuentro, también, fue armar una agenda puntual de trabajo, en pos de la expansión e innovación del sector para favorecer las exportaciones.
La relevancia que tiene esta producción agraria para la economía provincial fue el punto en el que todos coincidieron. “Estratégicamente, este sector es muy importante. Genera mucho empleo y cerca del 10 por ciento de las exportaciones que realiza Mendoza”, destacó el ministro de Economía de Mendoza, Martín Kerchner.
Según estadísticas del Instituto de Desarrollo Rural, en volumen de materia de producción agrícola de exportación este rubro ocupa el tercer puesto en la provincia, después de la venta de vinos y mostos.
Si bien nadie discute su supremacía en nivel de exportación, el mercado internacional del ajo argentino tiene dos graves problemas: su dependencia con Brasil (como principal comprador) y las desventajas en la competencia contra el ajo chino.
Kerchner dijo que la Provincia ya invirtió 300 mil pesos para financiar la gestión del grupo de abogados que trabaja “en el expediente para mantener el dumping que nos protege del avance del ajo chino”, cuya medida vence el año que viene. “Pero, además, vamos a viajar con los representantes del sector a Brasil, para hacer gestiones políticas en Cancillería. Ya empezamos las negociaciones con el embajador en Brasil”, apuntó el ministro.
China es el principal vendedor de ajo del mundo, con el 80 por ciento de la producción total. Argentina ocupaba el segundo lugar (con el 80% del ajo de Mendoza), pero hace dos temporadas fue desplazada por España.
Este país europeo viene en franco crecimiento, quedándose con mercados de Argentina y de otros países. De hecho, desde 2003 a 2017, la cantidad de ajo exportado de Argentina ha disminuido en un 28 por ciento.
“El precio internacional es bueno. Si no, con el alto costo que tenemos en dólares, se nos hubiera puesto muy difícil. Sin embargo, estamos muy preocupados por la situación para el año que viene. Sabemos que nuestros competidores están con una producción muy importante”, expuso Daniel Espósito, referente del sector en Mendoza, ya que es productor, empacador y exportador de ajo.
Por su parte, Osvaldo Sánchez, empresario del sector, aseguró que se nota una baja del consumo de Brasil, aunque reconoció que esta situación “castiga más a las importaciones chinas que a las argentinas, porque los brasileños priorizan el menor tiempo de tránsito que requieren nuestros productos para estar disponibles”.
Diversificar los destinos de exportación parece ser la clave. Brasil -al igual que México- produce ajo, pero sólo genera el 33% de lo que consume. Por eso, ambos buscan ir cerrando la brecha entre lo producido y lo que importan.
México aparece como una de las grandes alternativas para Argentina, pero -dado su bajo poder adquisitivo- prefiere el ajo barato y allí gana China. Nuestro segundo principal comprador es EEUU, que demanda mejor calidad.
“Desde que tengo uso de razón, plantamos ajo. Hubo épocas buenas y malas; pero -si hago un balance de los últimos diez años- el ajo ha sido el cultivo más estable, que nos permitió avanzar”, reconoce Alejandro Cocco, un productor del Valle de Uco. El hombre sostiene que las subas de impuestos y los altos costos de mano de obra son los factores que más golpean a los pequeños y medianos productores.
Gran movimiento de divisas, grandes costos
Según estudios realizados desde el IDR, esta cadena de producción generó 4 mil millones de pesos como valor bruto en la temporada 2016/2017. De este monto total, 1.500 millones de pesos fueron aportados por la producción primaria, mientras que el sector de empaque dejó a la provincia 1.400 millones de pesos.
Manjón destacó que el ajo es el cultivo hortícola más intensivo en uso de mano de obra. “La masa salarial que paga el sector primario es de $ 700 millones, lo que equivale al 30% de lo que mueve la actividad. A esto hay que sumar, los $ 250 millones del sector de empaque. De lo cual resulta, que la mano de obra se lleva casi mil millones de pesos del total de esta riqueza”, expuso el licenciado.
Los productores reclaman políticas que les ayuden a compensar los altos costos en este concepto. “La mano de obra se lleva la porción más alta del costo, pero también está la presión impositiva y el precio de los agroquímicos. El aumento de la energía ha sido terrible para el productor, porque lo usa para riego agrícola, no para ver la tele. Por un lado, fue un golpe, pero por otro un llamado de atención a tecnificar el riego”, comentó.
Lo cierto es que los que no ven grandes cambios son los productores primarios, ya que los exportadores sí han tenido beneficios con la gestión de Macri. Meses atrás, Nación otorgó el 4% de reintegro al sector exportador del ajo, que es una manera de disminuir la presión impositiva.
Esto destacó Néstor Roulet, secretario de Agregado de Valor del Ministerio de Agroindustria de la Nación, quien se centró en las herramientas de transformación a las que apuesta el Estado: Fondagro (subsidios para fertilización, maquinarias, tecnificación en riego, etc.) y líneas de financiamientos para productores no bancarizados o sin garantías.
"Necesitamos de innovación y tecnología. Vamos a aumentar la competitividad, pero con mayor producción, no pagando menos a un empleado", dijo Roulet.
Desde el IDR y el INTA, manifestaron la urgencia de sumar tecnología al sector. "Los productores necesitan disminuir la incidencia de la mano de obra. Hoy están teniendo problemas para conseguir las cuadrillas de cosecha", señaló Manjón. Algo similar ocurre con los galpones de empaque, que buscan estrategias para tecnificarse y evitar el corte y pelado manual del ajo.
Buenas semillas
Uno de los insumos básicos que define la calidad genética y sanitaria del ajo es la semilla. Aldo López, del INTA, resalta la necesidad de que el productor haga una buena selección de semillas por aptitudes de calidad (color, tamaño, fecha de cosecha o tiempo de conservación). "Eso hace que todos los bulbos se comporten de la misma manera, entonces el manejo del cultivo es mucho más fácil", apuntó.
Lo cierto es que, a veces en la vorágine de la tarea o ante la necesidad del pago, se vende lo mejor de la producción. "Dejarse buen material, nos puede dar beneficios a lo largo de cuatro o cinco años", sostuvo el ingeniero.
Años atrás, el INTA encaró, con una asociación de empresarios, la producción de semillas libres de virus. Desde el organismo, confían en que éste es un buen método para ir mejorando progresivamente la producción de ajo. Se trata de una semilla tratada en laboratorio, donde se le extraen todos los virus. Deben plantarse, por cuatro o cinco años, en jaulas antiáfidos, donde no entran los pulgones ni ningún otro insecto.
“Los resultados son muy buenos, aunque el salto productivo no es tan grande. Sin embargo, mejora el color, la firmeza, el peso específico, la conservación, etc. Podría ser muy positivo el extender su implementación”, acotó López.