Como consecuencia de la mala temporada 2011-12 que sufrió el sector del ajo argentino, y particularmente el mendocino, en el que se generó una baja en los ingresos de divisas de casi el 50%, la superficie cultivada de la hortaliza que Mendoza exporta más, bajó más de 40%, pasando de casi 16 mil hectáreas (15.914) en la campaña anterior, a 8.526 para el inicio del nuevo ciclo 2012-13.
Así lo confirma el Relevamiento Hortícola provincial elaborado por el Instituto de Desarrollo Rural (IDR), y la razón principal, de acuerdo con la visión de los actores involucrados, es la falta de atractivos que esta actividad económica representa para los inversores.
Está claro que si se contempla la evolución de los cultivos en la última década se comprueba un comportamiento cíclico, con años en los que se implantan más hectáreas, lo que suele ocurrir luego de una buena temporada, y épocas de marcado retroceso, consecuencia de períodos no convenientes.
En esta oportunidad el sector se muestra afectado por una crisis internacional que ha estropeado su competitividad, pero que también ha puesto en riesgo su rentabilidad, a partir de la fuerte baja del precio del producto, aunque también por medidas locales, como la subvaluación del dólar, que según los exportadores daña cada vez más la estructura de los costos, sobre todo porque los valores de los insumos siguen el ritmo de la inflación.
Pero para trabajadores y especialistas en este cultivo, la crisis se envuelve en una situación "particular" que condice con el habitual comportamiento del mercado, con inconvenientes sólo parciales, que tendrán recuperación si se cumple con tareas como la reinversión y el adecuado direccionamiento de la comercialización.
Corolario de "una catástrofe"
Para los empresarios, lo ocurrido en la última temporada 2011-12 resultó catastrófico. "Fue un desastre, una verdadera catástrofe", describió Juan Chiappinotto, referente sectorial, y adelantó las secuelas: "Habrá menos inversión, menor capacidad de producción, menos hectáreas plantadas y menos trabajo".
Efectivamente, luego de un par de temporadas beneficiosas, como 2009-10 y 2010-11 (el año hortícola comienza en octubre y finaliza en agosto), en las que el precio internacional alcanzó U$S 2,06 y U$S 2,42 por kilo respectivamente, el ajo redujo su valor a U$S 1,34 en 2011-12.
Además, las exportaciones, que de 80 mil toneladas en 2009-10 pasaron a la nada despreciable cifra de 105 mil toneladas en 2010-11, en el último ciclo cayeron a 86 mil, con la agravante de que hubo superproducción, "perdiéndose grandes cantidades de ajo", tal como afirmó José Spitalieri, presidente de la Asociación de Productores y Exportadores de Ajo (Asocam).
En lo referido a las ganancias, también los altibajos influyeron en la merma productiva. De los casi U$S 164 millones ingresados en 2009-10, se pasó a U$S 256 millones en 2010-11, pero la caída fue estrepitosa cuando en 2011-12 sólo entraron U$S 115 millones.
"Todo esto muestra a un sector desalentado y deprimido y por eso los cultivos cayeron más del 40%", destacó Chiappinotto.
Una característica de las ventas externas argentinas de ajo (que son un 85% mendocinas) es su desigual competencia con China, mayor productor mundial, sobre todo en el principal destino, Brasil.
"China manda en el mercado", dicen en el sector, y es lógico que así sea ya que su producción multiplica por quince a la argentina, dejándole pocas posibilidades a los empresarios locales.
Y el comportamiento chino afectó con creces a la Argentina en los últimos años. De hecho, en 2010-11, la gran caída de las hectáreas implantadas en el país asiático provocó que los precios tendieran al alza, beneficiando también a las exportaciones argentinas.
"Eso hizo que muchos consideraran invertir y por eso se llegó a 2011-12 con casi 16 mil hectáreas cultivadas", explicó Chiappinotto.
Pero para este empresario, esa implantación masiva "se hizo fuera de tiempo, sin previsión", ya que al año siguiente el escenario varió. China también aumentó sus hectáreas sembradas, generándose una sobreoferta que culminó en una fuerte caída del precio, por lo que "no se pudieron cubrir los costos", enfatizó el ajero.
Así, todo se tradujo en una baja de volúmenes exportados y de los ingresos de divisas, haciendo virar el rumbo exitoso del ciclo anterior.
"Perdimos mercados y competitividad y por lo que se percibe, la recuperación está lejos de lograrse", resaltó Spitalieri.
Menos jornadas de trabajo
La cadena de producción, elaboración y venta del ajo moviliza unos U$S 500 millones anuales en Mendoza, donde se concentra el 85% de la producción, que en su mayor parte sale al comercio exterior. La actividad requiere mano de obra intensiva, abarcando casi un 70% del total de las tareas y ocupando a unas 40 mil personas por temporada, tanto en el campo como en los galpones de empaque.
En tal sentido, las tareas suelen involucrar unos 2.100.000 jornales (días trabajados), pero al confirmarse el descenso de los cultivos, "habrá una reducción cercana al 50% de la mano de obra ocupada", resaltó Chiappinotto.
"Será cerca de un millón de jornales menos", indicó en coincidencia Spitalieri, quien corrigió su anterior presunción de una baja de 800 mil días por trabajar, y aclaró: "No se despedirá gente, sino que las mismas 40 mil personas trabajarán menos días y, lógicamente, cobrarán menos".
Esa escasa producción ajera y las complicaciones del mercado llevarán sin duda a una nueva discusión por el jornal que cobran los trabajadores de esta actividad.
En la actualidad los empleadores pagan $ 127 por jornada trabajada, "valor que se encarece hasta $ 198 al contemplar las cargas sociales", aclaró Spitalieri, quien confirmó que "aún no se arregla el valor para la nueva temporada", y si bien consideró que no habrá problemas para acordar una cifra, indudablemente la menor cantidad de horas ocupadas incidirá en las paritarias.
Sobre esto, Lucio Quilpatay, del Sindicato de Trabajadores de Manipuleo, Empaque y Expedición de Frutas Frescas y Hortalizas de Cuyo, destacó que "habrá que discutir si hay menos horas de trabajo porque la situación no es tan catastrófica como dicen". El gremialista confirmó que pedirán un incremento del jornal "de entre 25% y 26%".
¿No es tan grave?
Las complicaciones de 2011-12 no fueron tan graves para los expertos del INTA, ya que a su entender quienes sí han sufrido por la desinversión de cultivos han sido los productores, sobre todo por la fuerte baja del precio.
Según un estudio del INTA La Consulta (San Carlos), es "entendible" que si el precio de exportación baja, también lo haga el precio pagado al productor primario.
En tal sentido, el informe detalla que el precio en 2011-12 fue 46% inferior al percibido en el ciclo anterior, pero considera que "para el productor la distinción fue más grave: -62% en el ajo colorado seco en rama y -58% en el colorado verde en rama".
Además, compara los precios internacionales con temporadas anteriores. "La caída de ese valor todavía no se ajusta a los precios históricos, siendo 48% superior al promedio de las campañas entre 2005 y 2008", indica el documento.
"Es difícil pensar en una crisis del sector en general, aunque sí de algunos eslabones de la cadena", indicó Pablo Potaschner, autor del trabajo.
De reclamos y propuestas
Más allá de las posturas, el sector sin dudas atraviesa una etapa compleja y mucho tiene que ver la situación generada desde la Nación.
Los empresarios no cesan en sus reclamos por variar la actual política económica, fundamentalmente en relación al tipo de cambio. "Hace falta un dólar que oscile entre $ 5,50 y $ 6" recalcó Spitalieri, en referencia a la falta de competitividad que les genera el valor de la moneda de EEUU.
"Este año hemos quedado prácticamente afuera del negocio", se quejó el ajero, aunque estimó que "con la menor producción posiblemente se venda mejor, pero los costos siguen siendo muy altos".
El Gobierno local confirma esa realidad. "Entendemos que hay problemas de competitividad", destacó el ministro de Agroindustria, Marcelo Barg, y por eso resaltó: "Hay que discutir una estrategia para el sector, a mediano y largo plazo", indicó Barg. Es el desafío que les espera.
Ajo: ¿Crisis sectorial o comportamiento cíclico?
Para los empresarios, la magra campaña 2011-12 incidió en la merma de más de 40% en los cultivos y afectará a la mano de obra para el ciclo 2012-13. Para expertos y trabajadores, es un problema pasajero, “normal” para la actividad.
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