Agustín Neglia, el “Marley” mendocino que crece en la pantalla nacional

En un mano a mano con Los Andes, el conductor nacido en nuestra tierra, cuenta sobre sus proyectos y sus anécdotas de trotamundos.

Agustín Neglia, el “Marley” mendocino que crece en la pantalla nacional
Agustín Neglia, el “Marley” mendocino que crece en la pantalla nacional

Después de viajar tanto, Agustín Neglia ha vuelto a Mendoza. Se siente con los pies en su tierra. Al menos por un tiempo.

Y se le iluminan los ojos pequeños cuando enumera las virtudes que no encontró en otros lugares, como Buenos Aires: la pausa, decirle "hola" al kiosquero antes de comprar, saludar todos los días al mismo verdulero. "Yo me siento un mendocino desde el minuto cero, todos los días de mi vida", confiesa.

Es que, después de tanto caminar, se necesita permanecer. Y Mendoza le puede ofrecer eso. Nos cuenta todo con una sonrisa dibujada en la cara: "Desde hace ocho años que hago programas de viaje, en algún momento vivía en departamentos temporales.

Viví un tiempo en Rosario, un tiempo en Buenos Aires... Fue demasiado extremo, creo. Hoy me encuentro más maduro. Tengo 34 años, quiero construir una familia, entonces estoy con los pies puestos en Mendoza", admite.

Pero antes de seguir, recordemos quién es: Agustín se considera un "productor que saltó a la conducción". Es hijo del actor Martín 'Tino' Neglia, aunque brilla con nombre propio: al igual que su productora, Buena Estrella, que en casi diez años de actividad le ha servido de plataforma para saltar varias veces a la pantalla.

Estuvo al frente del programa de viajes "All inclusive", aunque la gran popularidad le llegó con "Modo selfie", que actualmente se transmite en América TV (sábados y domingos a la medianoche), y por el que fue nominado el año pasado al Martín Fierro Federal como Mejor Conducción Masculina.

Una nominación que este año se repitió, pero en la categoría de Programas de Entretenimiento, por "La Casa Real" (El Siete). Anoche fue la premiación en Termas de Río Hondo y al cierre de esta edición no se habían entregado aún los galardones.

De todas formas, él conoce muy bien la importancia de estos premios: es un animal de la tele. Nos cuenta que en un principio "Modo Selfie" iba a emitirse un mes por América, pero que empezó a medir bien, al punto de que cuando terminaba el programa de Luis Novaresio el rating incluso mejoraba.

Ahora su programa se mide con "El resto del mundo" (que antes conducía Iván de Pineda y ahora lo hace Liz Solari). "El domingo pasado medimos un poquito más", dice con una sonrisa humilde, aunque orgullosa.

A raíz de esto cuenta que América lo adoptó como uno de sus conductores, a la par de Laje o Majul. Y, si bien ahora tiene los pies acá, su norte es el mismo: aterrizar definitivamente en la pantalla nacional. De hecho, su representante colombiana ya está buscando programas en formatos de entretenimiento para continuar su carrera como conductor en América.

-¿Qué es lo más importante que te enseñó tu papá?

-Mi viejo y mi vieja lo más importante que me transmitieron son los valores. Ser buena persona, por arriba de todo, y ese es el patrimonio más lindo. Lo más lindo es moverme en su mismo ambiente y que la gente te diga que tu papá es una gran persona. A partir de ahí, con ese cimiento, uno puede hacer su propia historia, pero la gente sabe que venís de una buena madera y te respeta el doble. También me enseñó a saber cómo moverse uno por su cuenta, saber cómo presentar su producto.

-La autogestión del actor…

-Creo que una de las cualidades del actor es que sabe reinventarse con el tiempo, con sus personajes, sus guiones...

-¿Y vos cómo te llevás con la actuación?

-Bueno, creo que nosotros estamos todo el tiempo interpretando distintos personajes. El personaje de “hermano”, de “hijo”, de “amigo”... Creo que, aunque no lo creamos, todos somos actores de nuestra propia vida y tenemos nuestros distintos personajes. Yo me considero un productor que saltó a la conducción.

-¿Y cómo comenzó la idea de registrarte a vos mismo viajando?

-Empezamos en 2011, con “All inclusive”, en el que viajaba por los hoteles all inclusive del Caribe. Ahí empezamos con el contenido turístico: a veces viajé con conductora, otras veces con un equipo. Después hicimos un documental del Mundial de Brasil, en el que recorrí las 12 ciudades sede antes del torneo. Salió en Telefe con la voz en off de Marley. Con él laburé bastante.

-Al margen de que seguramente disfrutás un montón esos viajes, debe haber mucho trabajo detrás, ¿no?

-Sí, es un ritmo súper vertiginoso. Por lo general, no hago viajes de más de diez días, para no dejar de sorprenderme. Te pasa, por ejemplo, que viajás a Europa y estás más de 20 días y perdés el encanto. Y por lo general viajo solo, porque es la idea: que sea lo más real posible. Es un reality auténtico: me filmo desayunando, entrevistando a argentinos, tomándome un metro. Un día sería, básicamente, desde muy temprano hasta muy tarde todo el día filmando. No traigo regalos nunca, ni tengo tiempo de comprarme nada.

-¿Cuál fue tu último viaje?

-Acabo de volver de Rusia. Estuve registrando el partido debut de la Argentina. Una escapada de tres días a ese país, porque estaba filmando en Italia y Suiza.

-¿Hay algún lugar al que te irías a vivir y alguno al que no volverías nunca?

-Si puedo generalizar, lo que más me atrae y lo que más me espanta de un lugar tiene que ver siempre con lo cultural y la forma de recibir. Me ha pasado ver gente que ensucia y eso no me atrae, y hay lugares que me fascinaron, como Japón. No sé si viviría ahí, pero creo que es una cultura que tenemos que admirar e imitar. El otro día saltó un video que mostraba cómo los japoneses, cuando terminó el partido que tenían con Colombia, se ponían con una bolsa a levantar la basura.

Allá, de hecho, casi no existen tachos de basura: cada uno se hace responsable de la suya. Se ponen barbijos si están enfermos para no contagiar; si hay más personas presentes, hablan bajito... un respeto al prójimo increíble. Tuvieron la capacidad de recuperarse luego de haber sufrido dos bombas atómicas en una semana. Si pudieron recuperarse de eso...

Cuando recorriste el mundo, te das cuenta de que lo atrasados que estamos en un montón de cosas no tiene que ver ni con el gobierno ni con que no tengamos guita o no, sino con lo cultural.

-¿Te quedan destinos pendientes?

-Me gustaría ir a Islandia en algún momento, explorar Indonesia... Hay muchas ideas de otros proyectos relacionados con los viajes, pero la verdad es que hoy no tengo la cabeza puesta en seguir viajando.

-¿Ves muchos argentinos?

-Muchísimos, todo el tiempo. Y lo que más me llama la atención son los argentinos que están viajando y ven el programa. De hecho, siempre los muestro. Uno me cuenta que se fue a Edimburgo porque vio mi programa, otro que se llevó un montón de tips, o también me pasó de estar entrevistando a alguien y que aparezca uno a agradecerte…

-En una entrevista anterior con Los Andes dijiste que querías ser el próximo Marcelo Tinelli, ¿seguís en el mismo plan?

-Yo no quiero ser el próximo Tinelli por lo que es hoy Tinelli, sino porque él fue el conductor de una era, y sobre todo porque fue un conductor de las masas. Creo que sí, me voy enfilando a eso. De hecho hoy América me está pidiendo buscar contenidos parecidos a los de Iván de Pineda o Guido Kaczka. Creo que lo de los viajes es un escalón más en ese plan.

-Entre "El Marley mendocino" y "El Tinelli mendocino", ¿con qué titular te quedás?

-(ríe) Hoy por hoy creo que me quedo con Marley.

-Además sos amigo de él, ¿no?

-En realidad no, pero hemos trabajado juntos y hay buena onda. Es un tipo mucho más inteligente de lo que la gente cree. Muy serio, sabe bien dónde está parado, está siempre concentrado. Creo que analiza muy bien cada paso que da, hasta si tiene la intención de tropezarse.

-¿Cómo resumís tu proyecto de acá en adelante, entonces?

-Ahora buscando un programa de entretenimiento paralelo a “Modo Selfie”. Sigo enfocándome en que la gente me reconozca como un gran conductor, masivo y nacional. Hace tres años, cuando fue esa entrevista que nombrás, no imaginaba que iba a estar donde estoy ahora. Entonces, me doy cuenta de que voy en ese camino. Porque en definitiva es eso: si queremos llegar a donde sea, tenemos que ser consecuentes con nuestros sueños.

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