Emociona hasta las lágrimas. Estremece el cuerpo de todos: de papá José Luis, mamá Érica y los hermanos Alexis y Valentina, pero la “leona” ya tendrá su capítulo aparte y especial. Porque es la otra heroína de la familia en esta novela con final feliz.
Escuchar la historia de Agustín Fuica en primera persona sacude el alma. Y este periodista no fue ajeno, de ninguna manera.
Si alguien piensa que un pibe de 15 años (tenía 13 cuando le dieron el diagnóstico) no puede contar con tamaña entereza para luchar cada día y salir adelante ante cualquier pronóstico, es porque no conoce a este zurdo capitán de la categoría 2001 de Godoy Cruz, que ni la maldita leucemia pudo vulnerar. Que lo sacó de las canchas por un tiempo, pero que no logro vencerlo de ninguna manera.
Cómo la habrá gambetea do por el carril izquierdo que hace unas semanas volvió a las canchas, su lugar en el mundo y donde es feliz. No importó el rival ni el resultado. Él ya había ganado el partido por goleada. “Fue un milagro, realmente fue un momento emocionante. Aún en la peor etapa del proceso, en mi mente estaba volver a pisar un campo de juego”, se emociona el “Leoncito”, como le puso el viejo apenas pateó una pelota, y que hoy hace aún más grande el apodo.
A Agustín le sobra coraje y corazón. Es la única manera de entender la forma en que superó el cáncer, esa palabra que no querían nombrar tras un partido contra San Lorenzo en el 2015 (inferiores de AFA) y cuando Agustín empezó a sentirse mal. Los estudios tiempo después confirmaron lo peor, aunque no los hizo flaquear ni a él ni a los suyos. “Fue muy duro cuando se supo, terrible, pero tuve mucho apoyo de todo el mundo, eso me ayudó muchísimo. Y también fue importante mi hermana…"
Y acá empieza otra parte de la historia, porque ella merece un cuadro especial. Con seis años, Valentina puso el cuerpo y todo su amor. Tras muchos exámenes, dio 100 por ciento de compatibilidad con su hermano y fue la donante de médula que necesitaba Agustín para seguir viviendo. “Es una leona, todavía no toma conciencia de lo que hizo”, expresa José Luis con los ojos humedecidos.
“Gracias a ella estoy acá, gracias a su fuerza estoy sano”, casi con la voz entrecortada el chico de Luján de Cuyo menciona a la reina de la casa. Esto se dio muy rápido y marcó un punto clave para realizar la operación lo antes posible, único camino para buscar la salvación.
Fueron tres meses muy duros de recuperación en Buenos Aires, primero en el hospital Austral y luego para llevar adelante los controles de rutina. Tanto es el cariño que recibió de esos héroes anónimo que aparecen para sanar , que la enfermera encargada de cuidarlo durante su largo período de recuperación, viajó haces unos días a nuestra provincia para visitarlo. Pero los Fuica no se olvidan tampoco del gran trabajo que realizaron en el Hospital Notti, desde que comenzó la pesadilla.
Agustín, después de su regreso a las canchas, está con otros estudios que lo han alejado de las prácticas y el equipo Bodeguero, pero que seguramente no le impedirán en el futuro concretar el sueño de su vida: vestir la camiseta de Godoy Cruz en primera. “Demostré que soy un luchador y le pongo el pecho a todo lo que viene. Siempre pienso en salir adelante. Sé que debo ir tranquilo y estar en condiciones. Todos los días me ilusiono con ponerme la casaca del Tomba en Primera División”, confía.
Pase lo que pasé, Agustín ya ganó. Es un triunfador de la vida. Sin quererlo se convirtió en un ejemplo para muchos. Con enormes valores y con unas tremendas ganas de vivir.
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“Lo conocí y me llego mucho su historia, lo veía como a un hermano. Fue muy duro cuando lo encontré por primera vez, y a la vez resultó muy lindo porque conocí a una gran familia, muy humilde y laburadora. A partir de ahí trate de ayudarlo, ya sea con visitas de compañeros o con lo que necesitara. Es muy lindo lo que pasa hoy, cuando se curó me sentí muy feliz por él, por su sacrificio y por todo lo que pasó su familia. Es un chico que se merece cosas muy buenas y sé que va a lograr todo lo que se proponga. Me puse muy feliz cuando supe que había vuelto a jugar con la camiseta de Godoy Cruz”.
La promesa de ir a ver al papá
En el peor momento del 2015, cuando debía empezar a tratar la leucemia y en medio de la incertidumbre y el temor, en una charla íntima entre José Luis y Agustín se prometieron ir a ver al Papa Francisco si el “leoncito” lograba superar el cáncer y salir adelante.
“Es una gran persona y creemos mucho en él. Quiero conocerlo, ir al Vaticano”, manifiesta el volante del Expreso. La idea es viajar con toda la familia a Italia. “Es una promesa que hicimos con mi viejo, cuando estuviera sano poder cumplir el sueño”. Y sin dudas Agus cumple con lo que se propone.