Elegido por la Municipalidad de Ciudad como el comercio más antiguo de Mendoza, Agustín Ficarra e Hijos resiste de pie en el corazón del Mercado Central mendocino. Uno de sus dueños, Alejandro Ficarra, asegura que el local número 80 tiene más de 120 años de existencia.
Este comercio de inmigrantes italianos supo transmitir de generación en generación, ya va por la quinta, los conocimientos sobre frutos secos, especias, cereales, legumbres y hierbas medicinales.
“Somos formadores, a conciencia, de precios. Si Ficarra sube el valor de las almendras, el resto de los comercios lo suben. Somos referentes”, indica Alejandro Ficarra apostado bajo el techo que lo vio crecer.
Sabiduría italiana
Francisco Ficarra fue quien inició el negocio en Mendoza, recién llegado desde Piazza Armerina, en Sicilia (Italia). "Vinieron con mi abuela en un barco de inmigrantes. Eligieron Mendoza por las características climáticas similares. Él sabía mucho de cultivo y secado de frutos secos por lo aprendido en Sicilia", relató Alejandro Ficarra.
Además, agregó que aplicaron sus conocimientos en un puesto y poco a poco fueron mejorando hasta instalarse en el Mercado Central, que por aquellos tiempos tenía sus pisos de tierra. “Mi abuela Benita venía en carretela a trabajar al mercado”, añade el propietario del local 80.
Don Francisco y su esposa tuvieron once hijos, siete varones y cuatro mujeres. De los varones sería el último, Agustín, quien continuaría con el negocio hasta su fallecimiento en 1991, pasando la posta a dos de sus cuatro hijos: Alejandro (50) y Lucas (47).
"Trabajaron todos los hermanos pero fue mi abuelo el que siguió con el emprendimiento, aplicando lo enseñado por Francisco. Los otros siguieron otros caminos, la hotelería o la medicina, por ejemplo", explica Alejandro, agregando que su padre fue ahijado del presidente Agustín P. Justo.
Lo importante, tal como indica el propietario de Ficarra, es que a pesar de los embates de los tiempos económicos o de la llegada de los supermercados lograron sobrevivir manteniendo la llama del abuelo Francisco. "A pesar de todo seguimos vigentes", afirmó tajante.
Los gigantes
Si bien su local se encuentra en un lugar estratégico del Mercado Central -está en la calle principal-, que a su vez está ubicado en pleno centro mendocino, Agustín Ficarra e Hijos tiene competidores serios.
Además de los locales ubicados bajo el mismo techo, también hay supermercados a pocos metros (un Carrefour sobre calle Las Heras y un Vea en Barcala y Patricias) que son amenazas para el emprendimiento.
“Nuestra principal arma es la mercadería. Nosotros ofrecemos productos frescos, de calidad, están a la vista y el cliente puede ver exactamente lo que pesamos. Con los supermercados eso no pasa. Porque están fraccionados, no sabés el origen o está envasado y no podés pedir a gusto”, detalló Ficarra.
Cabe recordar que este no es el único local de la familia. También tienen un establecimiento en el centro comercial Palmares y otro más en calle Alem, en el microcentro. En los tres locales, los productos con los que trabajan son locales y nacionales y "muchos son importados".
“Si bien en algún momento trabajamos con alimentos balanceados para aves, después nos fuimos haciendo más específicos. Hoy nos especializamos en frutos secos, especias, cereales, legumbres y hierbas medicinales. Trabajamos con productos premium y también para quien tiene 5 pesos para llevarse pimentón", aseguró Alejandro.
Lo bueno y lo malo
Alejandro Ficarra admite que los mejores momentos de la pyme familiar, que en la actualidad tiene cuatro empleados, fueron en la época de su padre. Según recordó, la gente se agolpaba en la puerta del Mercado Central para conseguir los mejores productos al mejor precio.
“Los tiempos malos son estos. Se parecen al 2001. Ocurre que si la economía anda mal, a nosotros nos va bien. Este mercado apunta a todos los bolsillos, eso sí. Nos adaptamos a los bolsillos de nuestros clientes”, admitió Ficarra, agregando que las pymes son castigadas sin importar el gobierno de turno: “Nosotros somos dadores de trabajo. Antes podíamos atender 6 u 8 mostradores más, eso hoy no lo podemos hacer”, agregó.
Afortunadamente para este emprendimiento, como para otros similares, el boom de la gastronomía hizo que más clientes se acercaran a su local.
Según su propietario, los programas de televisión de esta temática lanzan a los compradores a buscar nuevos productos. “Si, por ejemplo, se pone de moda el jengibre, tenés que tenerlo”, confió Ficarra.
Para terminar, y con una nueva generación aprendiendo los secretos del negocio, Alejandro Ficarra dice que no importa lo que pase en el futuro.
“Moriremos de pie, se lo debemos a la trayectoria de la familia”, culminó.