Y EL CIELO QUE NOS MIRA
Día quieto. Ciudad quieta.
País quieto. Gente quieta.
Planeta quieto.
Mandato de los dioses.
Jamás hubo tanta muerte
no elegida.
Una liviana nube
que pasa sembrando el horror.
No hay héroe posible.
Así nos castigan los dioses
de lenguaje invisible.
No hay lugar para el rezo,
ni lágrimas,
ni miradas
y los adioses…
La muerte no es una virtud,
Como en las tribus,
en la estampa de la historia,
un joven azteca,
feliz como el viento entre los árboles,
prepara su muerte ante su pueblo estremecido.
Nadie ve el silencio
en esa muerte.
Podemos vivir
nuestro propio adiós
(y el cielo que nos mira).
Julio González Abril-mayo de 2020. Colaboró: Ramiro Rabel.