Aguante la ficción - Por José Alberto Merelo

Aguante la ficción - Por José Alberto Merelo
Aguante la ficción - Por José Alberto Merelo

El vaticinio del trébol

Fábrica veneno, salario limosna: Baudilio cayó exhausto en su camastro anochecido, debajo del escarchado techo de zinc.

- ¿Quién eres? - se desafió.

Apuñalado de lágrimas, deseó morir; involuntariamente fue abandonándose a la compasiva espiral del sueño: descubrió flores naranja, arbustos amarillos, percibió el vaticinio del trébol, y fue feliz.

La sirena enfurecida reinauguró el repetido amanecer acerado.

Baudilio se recordó; puso a calentar café y, repentinamente, decretó:

-Suficiente

Con el primer sorbo, se restregó el miedo hastío, y vislumbró mariposas de sol resucitando la brisa.

Sólo entonces, acudió la alegría exacta: Baudilio decidió sepultar al que había sido, y erigirse definitivamente Jardinero.

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