El vaticinio del trébol
Fábrica veneno, salario limosna: Baudilio cayó exhausto en su camastro anochecido, debajo del escarchado techo de zinc.
- ¿Quién eres? - se desafió.
Apuñalado de lágrimas, deseó morir; involuntariamente fue abandonándose a la compasiva espiral del sueño: descubrió flores naranja, arbustos amarillos, percibió el vaticinio del trébol, y fue feliz.
La sirena enfurecida reinauguró el repetido amanecer acerado.
Baudilio se recordó; puso a calentar café y, repentinamente, decretó:
-Suficiente
Con el primer sorbo, se restregó el miedo hastío, y vislumbró mariposas de sol resucitando la brisa.
Sólo entonces, acudió la alegría exacta: Baudilio decidió sepultar al que había sido, y erigirse definitivamente Jardinero.