El rey
Era un duro y murió en su ley.
Conoció la helada, que vacía el mundo y convierte en páramos los jardines. Conoció la sequía, que lleva a la sed y el hambre.
Sintió arder su piel bajo el sol de siestas inhóspitas.
Tozudo, rebelde y magnífico se abrigó en verano y se desnudó en invierno.
Era un duro, longevo, en renovación constante. Generaciones crecieron a su sombra. Era invencible, eterno.
Cuando vio la tala acercarse, cuando vio caer a los arabios ancianos, cuando el ruido de las sierras silenció a los pájaros, decidió desnudarse, y quedó así, en cueros, con todos los nidos al aire. Era un duro y murió en su ley, cayó con un zonda, dos árboles antes de su turno.