Aguafuertes del Riachuelo

En la Argentina los presidentes no pasan la banda. La banda se pasa sola. Muchos intendentes, sindicalistas y empresarios, ya decidieron irse con Massa. ¿Qué ofrece Massa?, sólo un paraguas.

Aguafuertes del Riachuelo
Aguafuertes del Riachuelo

Dicen que cuando ese pez del Riachuelo quedó mano a mano con Cabandié, le dijo: “Mirá que la podredumbre no me asusta. ¿Pero no es mucho lo del Lauchón de la SIDE muerto por el grupo Halcón y acusado de narco, el ascenso del espía Milani a jefe del Ejército y la represión con gas pimienta en Tucumán al padre de la asesinada Paulina Lebbos? Ojo, negrito, que no se les empiece a enturbiar el agua”.

Observan los peces de aguas y pensamientos profundos que a la señora que exhibía lágrimas de izquierda se le está corriendo el rímmel. Ligeramente a la derecha.

De izquierda se es cuando se puede, no cuando se quiere.

¿Por qué extraña razón la Presidenta celebró la semana de la dulzura con las fuerzas de seguridad en la cena anual de camaradería? Aumentos, elogios y promesas. ¿De quién tendrá que cuidarla el Ejército? Dicen que desde hace tiempo, el nervio óptico está cortado y que el ojo de la SIDE espía lo que quiere, no lo que el cerebro de ella ordena.

El colmo de un gobierno que estimula el consumo: perder el poder en incómodas cuotas.

¿Qué dirían los accionistas de un CEO que pierde en un año y medio el 40 por ciento de los clientes de la empresa? ¿Y qué ocurriría si un sindicato malogra la misma cantidad de afiliados en 18 meses? El 10 de diciembre de 2011 una mujer concentraba la mayor cantidad de poder de la historia argentina, sacando 37 puntos al segundo. “Éste es el gobierno elegido por el 54 por ciento y si no te gusta, armate un partido y presentate a elecciones”. Eso hizo Massa, obediente, y un año y medio después de aquel aluvión cristinista, ya le saca 11 puntos de intención de voto.

El fenómeno de la pérdida de reflejos es asombroso. El Gobierno ostentaba mayor sensibilidad que el resto para captar los humores sociales y explotar las fibras emocionales dormidas (baste recordar en 2010 la fiesta del Bicentenario y la capitalización política que se hizo del sentimiento patriótico).

Nadie de la oposición sabía auscultar como el kirchnerismo. Hoy, en vez de estetoscopio, tapones. Desde aquel 54 por ciento pasaron dos choques de tren, Ciccone, Lázaro, pérdida del autoabastecimiento energético, inflación y cepo.

En Argentina los presidentes no pasan la banda. La banda se pasa sola: muchos intendentes, sindicalistas y empresarios ya se fueron con Massa. ¿Qué ofrece Massa? Un paraguas. Cristina dejó a muchos a la intemperie. El intendente de Tigre no tendrá grandes definiciones pero abrió un paraguas ancho y una variopinta lista de empapados hoy se frota las manos “al calor del tibio”. La política enseña que primero la gente se moja. Después se despecha. Y después complota. Los que idealizan a Néstor dicen: “Esto con él no pasaba”.

Con dos cucharadas soperas de serotonina por día, ¿Scioli hubiera sido Massa? Nunca se sabrá. Lo cierto es que el gobernador, que hace 4 años viene amagando con saltar del avión, ahora se abrocha fuerte y empieza a repetir: “Con el modelo se está o no se está”. Típico: hacerse creyente cuando la nave empieza a perder altura.

Como Narciso, Cabandié se enamoró de su propia imagen de militante del proyecto, reflejada en el Riachuelo que, según él, sin ser “la laguna azul”, algo más limpio está.

“¿Les alcanza el oxígeno ahí abajo?” preguntó Cabandié al pez. “Hasta octubre seguro. ¿Y a ustedes, ahí arriba?”

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