Jorge Sosa - especial para Los Andes
Los mendocinos tenemos una memoria precaria, no reconocemos a quienes nos hicieron grandes, permitieron la trascendencia de esta provincia que dio nombres magnos a distintas disciplinas.
Estamos celebrando (¿Lo celebramos todavía) los doscientos años del Cruce de los Andes epopeya épica de nuestra historia y de la historia bien grande de la América toda. Pues muy pocos se acuerda de aquellos que la hicieron posible.
Con Lisandro Bertín y Nicolás Diez, dos jóvenes músicos mendocinos para sacarse el sombrero ante ellos, hicimos una cantata titulada “Los Hombres de San Martín” que habla de algunos civiles que ayudaron a que la gesta emancipadora fuera posible: la india Magdalena, el Tropero Sosa, Fray Inalicán, Justo Estay, Pedro Vargas, el Molinero Tejeda. Todos existen como nombres de calles pero muy pocos sabemos los mendocinos sobre ellos. Cada uno tiene una historia para ser contada en libro, seguramente, para ser enseñada en los colegios. Pero permanecen en el anonimato, o la mención lineal de algunos mapas, y nada más.
Pero no solamente en la épica hemos juntado nombres que nos honran, también y con el tiempo, en distintas disciplinas. Esta es la tierra que dio un Alfredo Buffano, un Armando Tejada Gomez, un Fernando Lorenzo. Esta es la tierra que inspiró a Fader en algunos de sus cuadros más famosos, o un Luis Scaffatti, que todavía sigue admirando a los argentinos todos. Esta es la tierra que parió a un Leonaro Favio, a un Daniel Riolobos, a un Leo Marini, a sobresalientes del canto nacional como Hilario Cuadros, Felix Dardo Palorma y Tito Francia entre ellos. Esta es la tierra que en deporte dejó nombres memorables como Nicolino Locche, como Ernesto Contreras como el Víctor Legrotaglie.
He nombrado a algunos, seguramente estoy siendo injustos por los muchos que no nombré, pero sirvan ellos de ejemplo para atender lo dicho en el comienzo: no los recordamos como se merecen, con el respeto y la admiración que se merecen. Los conocemos, cierto, pero no hay reconocimiento.
Les cuento una historia, Cayetano Silva fue el mulato uruguayo que escribió la Marcha de San Lorenzo, una marcha conocida universalmente, presente en los repertorios de las más notorias bandas mundiales. Pero la letra de la canción pertenece a Cesar Benielli, mendocino. Muy pocos saben de esto. Cayetano Silva vivió mucho tiempo en Venado Tuerto, provincia de Santa Fe y allí tiene un museo que lo recuerda. Nosotros, con Benielli, sólo el nombre de una calle y un olvido inconmensurable.
Les cuento Enrique Gaviola fue un científico mendocino de reconocimiento mundial. Amigo de Albert Einstein recibía científicos judíos que Albert recolectaba en Europa y se los mandaba a Enrique para que los ubicara en el sur de América para salvarlos de la muerte que los asechaba en el norte. Por eso hablan algunos de la existencia de una Lista de Gaviola, remedando la famosa Lista de Schindler. Tiene un asteroide con su nombre que anda dando vueltas alrededor de nuestro planeta, homenaje que le hicieron los científicos del observatorio del Monte el Palomar por haber pulido las lentes de sus grandes telescopios. O sea, un mendocino que aportó al avance de la ciencia con un corazón solidario y generoso. Muy pocos mendocinos saben de su existencia.
Deberíamos empezar a rescatar los valores de aquellos que nacidos aquí se hicieron ciudadanos del mundo y lo mejoraron. Nuestra memoria no solo es frágil, a veces es inexistente. No es muy difícil recordar, solo hay que tener la voluntad de hacerlo.