Aguafuertes mendocinas: defendamos lo que nos hizo

Lo que queda del ayer es tan poco que casi se podría decir que no queda ayer. ¿Entonces de dónde surgimos? ¿Cómo fuimos capaces de llegar hasta hoy? ¿Quiénes somos?

Aguafuertes mendocinas: defendamos lo que nos hizo

Jorge Sosa - especial para Los Andes

No son muchas las casas antiguas que quedan de la Mendoza del pasado, digo de aquel pasado que supera al año 1861 cuando el gran terremoto dejó ruinas donde antes había una ciudad. Tampoco son muchos los edificios que quedan después de aquel año nefasto. Parece que a los mendocinos no nos preocupa mucho lo que ocurrió en el pasado y mucho menos dónde ocurrió.

Vamos a los ejemplos, tiraron abajo la casa que habitó Hilario Cuadros figura preeminente del folklore argentino todo. Ese lugar de la Cañadita Alegre guardaba en sus paredes, mordidas por el tiempo, retazos indispensables de la música cuyana, páginas de poesías que hicieron simbiosis con el adobe. La casa fue tirada abajo. Con ella, la piqueta se llevó gran parte del acervo cultural de los mendocinos.

Vamos para otro lado y otras circunstancias. Sabemos todos que el Capac ñam, el camino que los incas dibujaron hacia el sur en la geografía de América. Quedan restos de los que ellos llamaban Tambos, restos de los restos, rastrojos de pasos lejanos, como Tambillos y Ranchillos por nombrar solo a dos. Entrar a Tambillos es, para los amantes de lo trascendente, entrar a un santuario violado, sin orden, sin cuidado, con las piedras desparramadas, con carteles de señalización que no orientan nada porque no puede orientar un cartel que no tiene letras.

Si uno se va hasta el poto de la Estancia de San Alberto, lugar soñado, podrá ver el sendero que ellos transitaron, el hilito, la huella que todavía se advierte yendo o viniendo, ese dibujo lineal en la tierra construído a pura ushuta. Emociona verlo, pararse frente a él y que su dirección nos atraviese por el medio, precisamente donde está el corazón. Pues resulta que hace algunos añitos los militares de la zona, propietarios de los terrenos, lo araron para hacer algo que seguramente les serviría. Araron el Camino del Inca. Borraron para siempre esa señal que es patrimonio de todos. Unos pocos hicieron desaparecer gran parte de su extensión. Lágrimas y más lágrimas.

Y ahora sumamos dos acontecimientos que, con distinto origen tienen que ver con el deterioro del pasado. Las lluvias oradaron lo que quedaba del fuerte de San Carlos y lo tiraron abajo. Mala noticia gente amante del Cruce. Fue en ese lugar donde San Martín se reunión con Ñacuñán y sus guerreros para pedirles permiso para atravesar sus territorios en una pensada artimaña militar de Pepe Pancho incluída como uno de los grandes hitos de la Guerra de Zapa que tanto hizo por la libertad de la historia de la Libertad de América.

El otro acontecimiento, piensan tirar abajo una bodega más que centenaria en Luján De Cuyo, que inclusive es patrimonio declarado de dicho departamento para que puedan llevarse adelante algunas obras viales.

Tenemos que querernos un poco más, mendocinos, tenemos que tenernos un poco más de respeto, tenemos que preservarnos. Tenemos que sentirnos orgullosos del pasado que nos hizo y conservar aquello que tiene íntimamente que ver con nuestra identidad.

No tiremos abajo allí donde fuimos pensados, donde fuimos, hecho, donde laburamos e hicimos los hijos.

Lo que queda del ayer es tan poco que casi se podría decir que no queda ayer. ¿Entonces de dónde surgimos? ¿Cómo fuimos capaces de llegar hasta hoy? ¿Quiénes somos?

Que alguien se encargue, por favor, de seguirle permitiendo vivir a aquello que de alguna forma, nos hizo la vida.

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