Los evangélicos son cada vez más numerosos en Brasil, donde superan los 42 millones y se oponen a fiestas profanas y al consumo de alcohol. Para la enorme mayoría, el Carnaval es una fiesta profana a evitar a toda costa.
"El Carnaval es la gran fiesta de Río de Janeiro. Un momento en que la ciudad puede mostrar a sí misma, al país y al mundo, su cara más alegre y creativa", dijo Felipe Ferreira, coordinador del Centro de Referencia del Carnaval de la Universidad de Río de Janeiro (UERJ).
Pero "la demonización de la fiesta por parte de algunas religiones aparta a mucha gente del carnaval, aunque en su fuero más íntimo, a esta gente le guste la fiesta", explicó Ferreira.
La Iglesia Católica, que se prepara para recibir a fines de julio en Río al Papa Benito XVI y a unos dos millones de jóvenes católicos en el marco de las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ), también organiza varios eventos para la semana carnavalesca, entre ellos campamentos.
"La alegría verdadera sólo es posible en presencia de Dios", enfatizan sus organizadores en este país que tiene la mayor población católica del mundo: unos 123 millones de sus 194 millones de habitantes.
Unos pocos aprovechan el Carnaval para atraer fieles. Es el caso de la Iglesia Metodista de Río, que respondió a la convocatoria del popular "bloco" (grupo carnavalesco callejero) "Sobaco de Cristo", ubicado justo abajo de la tradicional estatua del Cristo Redentor, con un gran letrero: "No se quede sólo con el sobaco. Conozca a Cristo entero".
Pero también hay muchos no religiosos que detestan el Carnaval. Thaís Estevão, una ingeniera de 25 años, encuentra "aburridísimo quedarme saltando y bailando durante horas, además de la multitud de gente que nunca vi en mi vida, la mugre en el piso y la música demasiado fuerte". Este año pretende refugiarse con amigos en Itaipava, en la región de las sierras del Estado de Río.
Las agencias de viajes se frotan las manos ante estos potenciales clientes y compiten para venderles paquetes para alejarse de la "gran folia" (gran locura), apodo del carnaval carioca.
La agencia Marsans ofrece escaparse del Carnaval en un crucero que pasa por Buenos Aires, Punta del Este, Porto Belo y Santos, por 1.300 dólares. Su rival Submarino Viagens sugiere paquetes para Curitiba, Belo Horizonte y Foz do Iguaçu a partir de 315 dólares, con hotel y pasaje aéreo.
Otra opción es internarse en un spa, que ofrecen también paquetes de Carnaval para quien quiera relajarse en vez de bailar hasta que los pies queden reventados.