La reciente firma de un convenio entre el gobierno de la Provincia, la Municipalidad de Lavalle y el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, para proveer de agua potable a los habitantes de San José, en la zona del secano departamental, no hace más que cubrir una seria necesidad de los habitantes y, a la vez, pagar parte de la "deuda" que los sectores de la zona alta del río Mendoza tienen para con que esa zona provincial.
Gran parte de lo que actualmente es desierto en el noreste mendocino, en su momento constituyó una de las zonas con mayor actividad económica en la provincia. Las adyacencias de las lagunas de Guanacache se encontraban cubiertas de plantaciones, especialmente de trigo y otros cereales, mientras otra parte de los habitantes del lugar vivían de la pesca, no sólo para consumo propio, sino también para su comercialización.
Sin embargo, el crecimiento habitacional en la zona alta del río Mendoza y la nueva organización del sistema de riego, motivó que el agua dejara de llegar a las lagunas.
Se modificó entonces la actividad económica y los habitantes se convirtieron en crianceros, en artesanos y se inició una incipiente actividad apícola, en este caso, con una miel de altísima calidad. También se modificó la calidad de vida de los habitantes, quienes durante décadas quedaron prácticamente en el olvido.
Sin embargo, en los últimos años la situación se modificó. Hubo programas impulsados por la comuna destinados a congregar a los apicultores en cooperativas para la comercialización de la miel, se produjo un mantenimiento adecuado de los caminos, se entregaron tierras a los puesteros y se estableció un plan de viviendas destinado al arraigo de los habitantes de la zona, acompañados por proyectos dirigidos a la superación social.
Todos esos aspectos positivos se veían opacados por un problema de difícil solución, como es la carencia de agua potable y de las importantes inversiones que se necesitaban para cubrir esa necesidad.
Con dinero de la Nación y de la comuna se iniciaron los trabajos en Gustavo André, continuando por las adyacencias de la ruta de las Altas Cumbres y llegando a San Miguel, con un acueducto de 280 kilómetros de extensión que benefició también a los habitantes de El Forzudo, El Retamo y Arroyito.
Y el convenio suscripto días pasados permitirá ahora que, a través de un acueducto de 25 kilómetros de extensión, también resulten beneficiadas más de 40 familias residentes en la localidad de San José, en una obra que también incluye un reservorio de agua y las respectivas conexiones domiciliarias.
Con un aspecto no menos interesante, como es el hecho de que la obra va siendo habilitada de forma paulatina, a medida que la cañería principal va pasando por los puestos y no se espera la terminación final para ponerla en funcionamiento.
Se trata de una obra interesante que merece ser destacada porque permitirá mejorar la calidad de vida de miles de habitantes que decidieron arraigarse en una zona inhóspita y que, dentro de sus posibilidades, adaptaron su actividad económica a las nuevas condiciones, cuando el agua dejó de llegar a las lagunas.
La tarea, a futuro, debe pasar por continuar brindando apoyo logístico desde la comuna o desde las autoridades que correspondan, a los efectos de que la gente del lugar pueda lograr los réditos económicos necesarios, en las nuevas actividades que la zona les permite realizar.