El dique Agua del Toro es uno de los principales atractivos turísticos de San Rafael, donde la mano del hombre modificó la naturaleza para aprovechar sus recursos. Sin embargo su explotación como centro turístico es prácticamente nula y la prolongada sequía pareciera querer asestarle el golpe final.
Tres factores principales perjudican: falta de accesibilidad, que convierte sobre todo a los últimos 24 kilómetros de la ex ruta 40 en un verdadero martirio sumados a los 60 km de la ruta provincial 150, con lecho de ripio, el profundo deterioro del barrio que acusan tanto quienes poseen alguna de las viviendas como los representantes de la Asociación del Personal Jerárquico de Agua y Energía (APJAE) y el preocupante descenso del nivel de la cota del embalse, que ya en diciembre último estaba en un exiguo 47 % de su capacidad, dejando literalmente colgadas de las rocas a las barcas apostadas en el lugar.
Emplazado 84 kilómetros al oeste del centro sanrafaelino, aguas arriba de otros embalses como Los Reyunos o El Tigre, Agua del Toro es considerada por su envergadura la segunda presa más importante de la provincia con una capacidad total de 283 hectómetros cúbicos. En un paisajes de ensueño, se armó un pintoresco barrio que nació para albergar al personal que trabajó durante la construcción y un lago ideal para la práctica de los deportes náuticos y la delicia de los pescadores.
Sin embargo hoy todo es diferente. Balsas y catamaranes brindan un espectáculo dantesco, suspendidas en ángulos extraños a varios metros de su elemento natural, aunque, según los datos que aportó el ingeniero Oscar Garino de la Subdelegación de Aguas del Río Diamante, se registró una leve mejoría por un incremento en los caudales de deshielo que permitieron recuperar algunos metros en los últimos días.
"Es un año pobre con ingresos menores a los egresos, lógicamente se va a producir un desembalse" explicó. Si bien hubo temporadas con egresos de entre 50 y 60 metros cúbicos por segundo, este año el máximo es de sólo 35 m3. En la actualidad, la cota de Los Reyunos descendió hasta el 81% de su capacidad en tanto que Agua del Toro recuperó 5 metros, alcanzando un 58%, detalló. No obstante el manejo de ambos embalses depende de la operadora hidroe léctrica ya que a Irrigación le compete desde el dique El Tigre, aguas abajo.
"Estamos yendo hacia años en los que será fundamental el aporte fluvial, es algo cíclico" expresó Garino, aunque lo más preocupante es ya una certeza. "Lo que ya es normal es que los aportes nivales son cada vez menores. Hay que readaptarse sí o sí, desde el regante hasta el vecino. Tenemos que aprender a cuidar el agua" manifestó preocupado. En este contexto, el técnico cree que no se tratan de anomalías, sino que es la nueva situación de normalidad de los ríos mendocinos.
Polo turístico aislado Con 100 % de calificaciones positivas en diversas plataformas digitales de viajes, Agua del Toro es considerado por los escasos visitantes como una experiencia fascinante por su magnífico entorno. Sin embargo la ausencia total de infraestructura turística -ni siquiera hay un restaurante o una proveeduría en la zona- junto a la mala condición de las rutas de acceso y la inexistencia de todo tipo de promoción estatal hacen que muchas personas ni siquiera sepan de la existencia de semejante espacio paradisíaco. Así es que cuando algunos definen como "poco explotado" al embalse, la realidad indica que el término correcto es "nada".
Según Edgar Rodríguez, vicepresidente el Ente Mendoza Turismo, hay varios proyectos en marcha que involucran un relanzamiento de la zona en el marco de una proyección conjunta con el Valle de Uco y la Laguna del Diamante.
"El objetivo es generar un corredor con el Valle de Uco aprovechando la traza de la ruta 40 nueva" explicó Rodríguez. Para ello se presentó en noviembre de 2018 un proyecto a la Dirección Nacional de Vialidad que comprende la construcción de un tramo de 16 kilómetros para unir la ruta nacional 40 con la provincial 150, el cual luego quedaría en manos de la DPV para su mantenimiento y conservación, facilitando en gran medida el acceso desde San Rafael. "Vemos el potencial de Agua del Toro como una cuestión regional a desarrollar en conjunto con el Valle de Uco que nos va a permitir diversificar la oferta de San Rafael, pero la clave está en la conectividad" enfatizó.
El barrio olvidado Erigido para los trabajadores de la antigua empresa de Agua y Energía de la Nación y sus familias, contó inicialmente con todas las comodidades propias de un barrio citadino. Como es lógico, el paso de las décadas y, sobre todo, la falta de mantenimiento fueron provocando un deterioro paulatino al punto que el barrio no dispone de agua potable a menos que un equipo electrógeno cedido por los operarios de la empresa baje hasta el pueblo para poder alimentar la cisterna.
Así lo relató Ricardo Araujo, delegado de APJAE, entidad que posee dos propiedades en el sitio. "Hace dos años gestionamos un subsidio de 125.000 pesos ante el gobierno provincial para hacer una red troncal nueva. Fue aprobado pero el dinero nunca llegó" se lamentó.
Esa carencia sumada al estado de abandono general, los daños que provocan algunos inadaptados y la desidia que causa que hasta el arbolado se esté secando por falta de riego, desalienta a quienes llevan años trabajando para reactivar el lugar.
"Luchamos mucho para mejorar la infraestructura, pero es muy difícil lograr algo en soledad. El Estado debe intervenir porque hicimos muchos reclamos pero nadie ayuda" reclamó el delegado. También indicó que hay un proyecto brindar atención turística en el barrio con participación estatal y privada aunque de momento es algo que sólo existe en papeles.