"¿En Gran Bretaña, ilegalmente? Vuelva a casa o vaya preso". El intimidante mensaje lo completaban un par de esposas y llegaba a los barrios londinenses donde supuestamente viven inmigrantes sin papeles.
Iba en los laterales de dos camiones, que recorrían sus calles, advirtiéndoles el futuro. Para su consuelo, les ofrecían comunicarse con el ministerio del Interior o un teléfono para recibir asesoramiento gratuito, ayuda y documentos de viaje porque muchos de ellos son indocumentados y les advertían que en "su área arrestaron a 106 la semana pasada".
Durante dos semanas, la ministra del Interior, Teresa May, y el premier David Cameron estaba encantados con los resultados de su modelo, hasta que la crisis por el método estalló en la coalición de gobierno. El vice premier liberal demócrata Nick Clegg les advirtió que era "contraproducente" y aumentaría el problema con la inmigración mientras que otros consideraron la campaña "estúpida e insultante".
Ayer la autoridad de regulación de la publicidad británica intervino en la campana "Go Home" por "incitar o exacerbar el odio racial". El caso se produce al cumplirse dos años del estallido social en ese país.