Los aeropuertos son instalaciones por las que transitan diariamente millones de pasajeros, sitios en los que empezamos y finalizamos un viaje o lugares de paso entre dos puntos. Pasamos en ellos muchas más horas de las deseadas, por lo que sus respectivas ofertas de ocio son cada vez más interesantes.
Sin embargo, existen algunos aeropuertos que precisarían un viaje por sí solos. Es el caso del de Hamad, el aeropuerto internacional de Doha, la capital de Qatar, considerado unánimemente el más lujoso del planeta. Inaugurado en 2014, tras nueve años de construcción -y cinco de retraso-, lo cierto es que no repara en detalles.
Los diseñadores del proyecto, el prestigioso estudio de arquitectura HOK de San Francisco, tuvieron en cuenta, más allá de la belleza de la construcción, el confort de los pasajeros, algo que se percibe al poner los pies en él. Su superficie supera los 22 km2, tras ganar un 60% de terreno al mar, y su oferta de servicios lo convierte en un auténtico oasis en medio del desierto.
Desde el aire, la visión del cuarto mejor aeropuerto del mundo de 2019 según los World Airport Awards -los galardones más prestigiosos del sector- ya augura que estamos ante algo distinto. Y es que la silueta del edificio con techos ondulados recuerda las olas del mar, las dunas de arena y la vegetación típica del desierto.
Ya en tierra, el viajero confirma sus sospechas: las instalaciones son de lo más espectacular. una estructura de cristal y acero -en su construcción se utilizaron diez veces más de este material que en la torre Eiffel- le recibe.
Servicios 5 estrellas
Tras un largo viaje, ¿qué mejor que practicar ejercicio físico para desentumecer el cuerpo, quemar calorías y relajarse mientras esperamos tomar el siguiente vuelo? Doha, el principal hub de Qatar Airways, tiene de todo: centro de fitness, una piscina interior de 25 metros, pistas de squash y también un balneario con tratamientos de belleza o para combatir el jet lag.
Además de cuidar el cuerpo, el aeródromo cuenta con espacios reservados para el cuidado del alma: habitaciones habilitadas para la oración, además de mezquitas. Una de ellas, realmente espectacular, se encuentra en el exterior de la terminal. Construida en forma de gota de agua, permite disfrutar de hermosas vistas.
Los que prefieren invertir su tiempo contemplando arte, lo tienen fácil. El aeropuerto dispone de una excelente selección de arte de grandes creadores tanto nacionales como internacionales, comisariada en colaboración con los museos de Qatar.
Hacer compras es otra de las opciones más interesantes para los aficionados al shopping. Como no podía ser de otra forma, hacen acto de presencia numerosas boutiques de lujo, algunas de las que podríamos encontrar en las avenidas más chic de las grandes ciudades, como Rolex, Gucci o Swarovski, Harrods o Dior.
En Hamad nadie quedará con hambre. Y es que la oferta gastronómica está a la altura, con restaurantes de las cocinas más selectas y variadas. Desde establecimientos de comida árabe, a italiana, pasando por americana o internacional.
Si la escala es larga y obliga a permanecer más de cinco horas en las instalaciones qataríes, es una excelente oportunidad de conocer la ciudad a través de un tour guiado -de día o de noche- por las atracciones y los monumentos más emblemáticos como Katara, The Pearl, el Museo de Arte Islámico y Souq Waqif.
De regreso, los que viajan en Business pueden relajarse en la sala VIP Al Mourjan, un espacio espectacular que ocupa ni más ni menos que 10.000 m2. Aunque si el periplo es con billete de clase económica, no es un problema, el aeropuerto cuenta con otras salas en las que relajarse previo pago, y con asientos tipo cama en los que dormir una siesta.
Los que desean dormir en una cama de verdad, pueden hacerlo de tres a 24 horas en el Oryx Airport Hotel, un establecimiento de cinco estrellas en el interior de la terminal con servicios de primera.