El consumo de alcohol y de otras sustancias ha ido ganando aceptación los últimos años entre los adolescentes, en torno a lo cual hay cierta permisividad dado que se tienden a subestimar las probables consecuencias negativas de un consumo esporádico. Sin embargo, los especialistas alertan que se trata de una consecuencia de la opción por conductas riesgosas que suelen tener las personas a esta edad.
"Cualquier sustancia psicoactiva impacta antes de los 18 años de manera más estructural porque está en desarrollo el sistema nervioso central, por eso está la prohibición de consumo de alcohol hasta los 18", señaló la psicóloga Andrea Agrelo, master en drogadependencia. Como consecuencia, en el adolescente el consumo tiene mayor impacto biológico, psicológico y social.
A esa edad hay una mayor vulnerabilidad por lo que los especialistas explican que lo ideal no es hablar de un “consumo problemático” cuando es excesivo o asiduo sino que para los adolescentes todo consumo de sustancias debe ser considerado problemático.
Ciertos elementos funcionan como coadyuvantes en este tipo de situaciones. Por un lado la mínima percepción de riesgos propia de la edad, a lo que se suma la pertenencia de grupo que los empuja a sostener ciertas conductas.
Éste fue uno de los temas que se debatieron la última semana en el 6° Congreso Argentino de Adolescencia, Salud Mental y Trastornos Adictivos, que se realizó en Mendoza.
Darío Gigena Parker, psiquiatra especialista en adicciones, llegó desde Córdoba. Explicó que hay una confusión al creer que se puede consumir sin problemas justamente por la vulnerabilidad del cerebro adolescente en pleno neurodesarrollo, etapa que se extiende hasta los 25 años. En este contexto "toman malas decisiones -por ejemplo por haber bebido alcohol- que no condicen con su proceder habitual".
Situaciones de violencia, riñas, accidentes viales por conducir alcoholizados son algunas de las conductas en las que pueden incurrir.
Otras tienen que ver con relaciones sexuales que no elegirían tener en otro estado de conciencia o desprotegidas, con consecuencias como embarazos no deseados y contagio de enfermedades de transmisión sexual.
No antes de los 25 años
Gigena señaló que hay que tener en cuenta que hoy existe un mayor acceso a las drogas y más aceptación de su consumo, incluso por parte de los padres.
Agrelo explicó que los adolescentes “tienen conductas de riesgo por no medir las consecuencias del acto, porque creen que lo tienen todo controlado. Pero no es así".
Dio como ejemplo que alcoholizados sienten que manejan mejor. Además, por el consumo de sustancias tienen inhibida la conciencia de la norma y no tienen los temores básicos que los protegen. Por otra parte, los chicos son más influenciables y si el consumo se da en grupo, se exacerban las expectativas de sus beneficios.
Tampoco se puede soslayar que una vez iniciado el consumo le será más difícil encontrar un punto límite para dejar de hacerlo.
Para Sergio Saracco, jefe del departamento de Toxicología de la provincia, las drogas "afectan el cerebro prefrontal que está vinculado al juicio, la conducta, la afectividad, por lo que el consumo previo a los 25 años afecta esto con consecuencias en la impulsividad y el juicio crítico".
Daños a largo plazo
El Sexto Estudio Nacional en estudiantes de enseñanza media que Sedronar realizó en 2014 arroja datos reveladores. Los mendocinos consultados tenían entre 13 y 14 años cuando consumieron por primera vez. El 82% de los mayores de 17 años dijo haber tomado alcohol y casi 26% marihuana.
De quienes tenían entre 15 y 16 años, 70% dijo haber consumido alcohol y 20% marihuana. El estudio desnudó también que quienes tomaron energizantes, éxtasis o tranquilizantes, entre 60 y 80% lo hizo en combinación con alcohol.
Saracco explicó que hay que diferenciar el contexto de consumo, en función del cual se torna más problemático. No es lo mismo beber alcohol en un almuerzo que en una fiesta luego de la cual se debe conducir.
E hizo referencia al hábito cada vez más arraigado del consumo por atracones, distinto de la adicción, que se produce por ejemplo los fines de semana y que implica que en el lapso de 2 horas la ingesta supera los 50 gramos de alcohol. Esto se identifica como 5 unidades estándar: 1 unidad es el equivalente a una lata de 300 cc de cerveza, 100 cc de vino, 40 cc de fernet o 30 cc de vodka.
Señaló que ciertos argumentos que avalan estos consumos y sostienen que no dañan se sustentan en concepciones que han sido derribadas por nuevos descubrimientos. “Ahora conocemos que existe la neuroplasticidad neuronal y las interconexiones neuronales” que se replican y se “podan” hasta los 25 años. “Al interactuar con sustancias se afecta este proceso de interconexión”, explicó Saracco.
El rol de los padres
Frente a esta situación es importante la actitud de los adultos, en particular de los padres que deben tener presencia y acompañamiento con normas claras.
“Hay que empoderar a los adultos, que aunque no conozcan el entorno puedan generar una conducta de autocuidado. Hoy, como las cosas han cambiado tanto, sienten que no pueden cuidar al hijo adolescente”, explicó la psicóloga Andrea Agrelo.
También es clave empoderar al joven y fortalecer el autocuidado: si algo genera temor o inquietud hay que tenerlo en cuenta porque es la intuición que está dando una señal de alarma. Y si algo o un grupo de personas es desconocido, es preferible esperar para saber un poco más.