La Iglesia criticó ayer al Gobierno por no combatir con esmero el flagelo del narcotráfico. Fue en una declaración sobre el avance del tráfico de drogas refrendada por el centenar de obispos argentinos en la que trazan un severo diagnóstico -dicen que se llegó a una "situación de desborde"- y formulan una severa advertencia, al afirmar que el país "está corriendo el riesgo de pasar a una situación de difícil retorno".
En ese sentido, consideran que "si la dirigencia política y social no toma medidas urgentes (para combatirlo) costará mucho tiempo y mucha sangre erradicar estas mafias que han ido ganando cada vez más espacio".
Tras señalar que "perseguir el delito es tarea exclusiva e irrenunciable del Estado", los obispos dicen que recogen entre la gente "la preocupación por la desprotección de nuestras fronteras y por la demora en dotar de adecuados sistemas de radar las zonas más vulnerables".
Además, critican que desde la salida del titular de la Secretaría de Lucha contra el Narcotráfico, Rafael Bielsa, no se haya nombrado a su remplazante. "Lamentamos que el organismo del Estado dedicado a coordinar las políticas públicas en esta materia lleve tantos meses sin tener a su responsable designado", dicen. El Gobierno, a su vez, rechazó las críticas.
Los obispos también aluden a presuntas complicidades de miembros de los poderes del Estado. "Lo que escuchamos decir con frecuencia es que a esta situación de desborde se ha llegado con la complicidad y la corrupción de algunos dirigentes", señalan.
Añaden que "la sociedad a menudo sospecha que miembros de las fuerzas de seguridad, funcionarios de la Justicia y políticos colaboran con los grupos mafiosos. Esta realidad debilita la confianza y desanima las expectativas de cambio. Pero también es funcional y cómplice quien, pudiendo hacer algo, se desentiende, se lava las manos y mira para otro lado", redondean.
El texto -de una carilla y media y titulado "El drama de la droga y el narcotráfico"- fue difundido durante el plenario del centenar de obispos del país que sesiona desde el lunes y hasta hoy en la casa de retiros El Cenáculo, en Pilar, siendo el único pronunciamiento del cónclave. Lo presentaron en rueda de prensa el presidente del Episcopado, monseñor José María Arancedo, y el titular de la comisión de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano.
Arancedo admitió que "parecería que la Iglesia habla en el desierto" sobre esta cuestión porque ya se pronunció otras veces sin tener eco en el Estado. Pero señaló que "tiene la obligación de hablar".
La declaración se produjo luego de que en los últimos días los números de muertos en Rosario por choques entre bandas superaran los 200 en los que va del año. Y del ataque a balazos a la casa del gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti, quien estaba adentro y se salvó de milagro. Todo ello en el contexto del crecimiento de la incautación de droga y el desmantelamiento de laboratorios de producción.
Por eso, se le preguntó a los obispos si la Argentina va camino a vivir una situación como la que se vive en México. "El riesgo es que cada vez estemos peor, que el narcotráfico tenga más incidencia y no podamos salir", dijo Lozano.
La declaración comienza diciendo que "la sociedad vive con dolor y preocupación el crecimiento del narcotráfico en nuestro país" y que "son muchos los que nos acercan su angustia ante este flagelo. Sabemos -agregan- que este problema es un emergente de la crisis existencial del sentido de la vida en que está sumergida nuestra sociedad.
Se refleja en el deterioro de los vínculos sociales y en la ausencia de valores trascendentes". Califican de "alarmante la expansión de las drogas sintéticas, que se distribuyen en diversos espacios festivos, y nos duelen las conductas autodestructivas en adolescentes o jóvenes que consumen diversas estancias".