"Adoradores del Dios Baco", con este término solía referirse diario Los Andes a los individuos que a fines del siglo XIX tenían problemas con la justicia debido a la embriaguez.
El alcoholismo masivo constituía un verdadero flagelo para los ciudadanos y las autoridades, llegandose a proponer leyes para limitar el "vicio".
Dichas situaciones eran moneda corriente. Entre las más llamativas hallamos el de un cochero ebrio que encabezó una marcha fúnebre, llevando al difunto con gran dificultad y ocasionando destrozos en el Cementerio.
En 1885, el diario, refiere al caso de un establecimiento escolar: “Se nos informa -leemos- que, en días pasados, pasando un Comisario de Policía, fue groseramente insultado por un grupo de alumnos, que al parecer en estado de ebriedad, se ocupaban desde las ventanas del establecimiento en dirigir insultos a cuantas personas acertaban a pasar frente de este”.
La peligrosidad parecía ir en aumento con el correr de los años. Hacia 1890, por ejemplo, leemos el caso de J. F. Pedernera quien transitando por la calle Perú, de nuestra ciudad, "un tanto inspirado por sendas copas de licor que se alojaban en su estómago -explica la crónica-, ocurriósele la peregrina idea de alarmar a los vecinos, disparando, al efecto en plena calle, su revólver por tres veces consecutivas".
Meses antes, leemos “No en balde ha aumentado de precio el sumo de las viñas entre nosotros, pues sus consumidores aumentan cada día de una manera fabulosa. Durante el día de ayer han ingresado al departamento de policía, siete aficionados al sabroso néctar”.
Entre ellos destacó el italiano Ángel Pellegrini que tras "ensillar una soberbia mona y lucirla en plena calle Entre Ríos" fue detenido por un Policía al que respondió con balazos.
Estas son sólo algunas de las Innumerables crónicas que detallan las "aventuras de Baco" por diversos escenarios de la Mendoza de antaño.