Pese a que gran parte de la vida de los adolescentes transcurre con la mediación de las pantallas que invaden su cotidianidad, ellos aún valoran el contacto personal con sus amigos y familia. Asimismo, reconocen los valores relacionados al compromiso social y el buen humor.
Esto es lo que concluye una extensa encuesta realizada por Adira (Asociación de Diarios del Interior de la República Argentina) a 1.800 adolescentes del país entre 14 y 18 años.
El sondeo, como contracara, permitió trazar la magnitud de la incursión de las pantallas y la tecnología en la vida de los jóvenes, al punto que 7 de cada 10 aseguraron estar conectados todo el día e incluso algunos llegan a tener hasta 4 pantallas en su habitación.
Entre ellas están el celular, la televisión, la netbook de la escuela, la computadora de escritorio, los reproductores de música digital y las consolas de videojuegos.
El celular es la vedette: 95% de los adolescentes dijo que lo usa para navegar en internet y el 90% para escuchar música; incluso lo usan para leer y ver televisión.
Lautaro Pereyra (16) es un adolescente mendocino que usa el celular y la PC para buscar información para el colegio o para sacarse una duda.
“Si quiero ver una película voy al cine si es un estreno -más o menos- una vez al mes; y en la computadora veo unas tres por mes”, detalló a Los Andes. Dijo que también lee el diario en internet y que usa Whatsapp pero que si se trata de sus amigos, prefiere una reunión cara a cara.
Consumos culturales
Gran parte de la vida de los adolescentes de hoy transcurre en las pantallas, a través de las cuales realizan la mayor parte de sus consumos culturales.
Casi todos (90%) usan las redes sociales (Facebook, Instagram y Snapchat), posicionándose como su actividad principal en internet; en tanto 75% usa la computadora para escuchar y bajar música, 55% para buscar información, 35% para hacer la tarea escolar y 30%para ver series.
Como contrapartida, el trabajo concluyó que se ha reducido el consumo de televisión: en 2006, 7 de cada 10 miraba TV de 4 a 6 horas diarias, mientras que actualmente lo hace tan sólo uno.
Sobre lo que leen, la mayoría (70%) opta por contenidos en las redes sociales y 30% lee libros que no son para la escuela, para lo cual usan mayoritariamente el celular y un poco más de la mitad, la computadora.
Un tercio de los consultados no compra diarios, revistas ni libros, pero sí usan internet para leerlos. Tan sólo 15% dijo que adquiere libros y el 25% diarios. Ver películas, en tanto, es una de las actividades preferidas en internet aunque no van tanto al cine.
María Luz (17) contó que usa celular, tablet y notebook y que los tres dispositivos están en su habitación. ¿Para qué los usa? Sobre todo para chequear Instagram, Twitter y Facebook, a través de las cuales mantiene un fluido contacto con sus amigos.
Señaló que si tiene que elegir prefiere una reunión personal con ellos aunque reconoció que muchas veces las redes sociales interfieren en esto: “Si es el cumpleaños de alguien y no puede juntarse ese día lo saludás por ahí, ponés una fotito y al final no te juntás”.
Además, ella usa internet para ver películas y descargar libros, los cuales sólo lee en formato digital ya que no los compra.
Hilda Karlem, magíster en psicoanálisis y directora de la cátedra Psicología del Desarrollo II en la Universidad del Aconcagua, consideró que si un adolescente tiene tantas pantallas a la vez es consecuencia de la sociedad de consumo, cuya publicidad apunta a este grupo.
Desde su punto de vista, este grupo etáreo es un sujeto en formación que debe ser acompañado en su crecimiento por los adultos, lo que involucra a los padres, la familia y las instituciones con las que se vincula, como la escuela.
El adolescente actual está dominado por las normas del mercado que le impone la sociedad, pero “hay otras normas que deberían acompañar lo que están perdiendo su lugar”.
Karlem agregó que las instituciones lo dejan solo y encerrado en las redes sociales, adonde acude en su soledad, “pero necesita ser acompañado antes de tomar una decisión. No es que estemos en contra de las pantallas sino de que exista sólo eso”, ya que terminan supliendo el contacto real.
Es que ir al cine u otro tipo de consumo implica otras experiencias que se pierden por internet; asimismo, van desapareciendo los tiempos compartidos ya que durante estos está cada uno con su pantalla.
Otro punto de vista es el de Marcela Ficardi, socióloga y analista institucional. Ella observa el uso de pantallas y redes como algo propio de la época pero que involucra a todos: “La pregunta que surge por hacer a los hacedores de la cultura, escuelas y escritores es qué hacer con eso”.
Desde su mirada, internet ha permitido una ampliación de derechos al extender el consumo de productos culturales de forma más masiva.
Dio como ejemplo que una entrada al cine no es accesible a todos pero que desde internet se pueden ver películas en forma barata o gratis.
Asimismo, la web permite elegir opciones que no necesariamente están disponibles en las salas de cine.
Escala de valores
Pese a que su vida transcurre a través de pantallas, instrumentos mediadores de sus consumos culturales y su comunicación con el mundo, 85% de los adolescentes consultados señaló que salir con los amigos es la actividad que consideran como más divertida; 4 de cada 10 eligieron hacer deportes o escuchar música mientras que para un 30% lo más entretenido es estar con su familia.
Las pantallas son la primera opción cuando los chicos están en casa, concluye el informe, aunque también son una alternativa que mencionaron cuando se les consultó sobre algo que les resultara aburrido.
Sobre las cualidades que consideraron que tiene alguien calificado como “popular”, eligieron el humor (75%) y ser solidario (60%), seguido de la generosidad, la espontaneidad y hablar bien.
La relevancia que dan a los demás también se puso de manifiesto en la pregunta sobre lo que les da seguridad. La mitad se siente seguro con sus amigos, casi en la misma proporción que cuando tienen un buen rendimiento en la escuela o se destacan en algo, mientras que 30% señalaron que la seguridad se las da tener una buena relación con los adultos y poder participar de cualquier conversación.
Por el contrario, el informe destaca que “manejar bien la tecnología o tener lo último que salió, no da seguridad”.
Para Karlem, “las pantallas acompañan al adolescente de una manera que lo dejan solo y angustiado”. En realidad -analiza- la conexión y los intercambios son volátiles: si algo no les gusta directamente se van.
Esto, a diferencia de lo que implica un diálogo personal con intercambio de opiniones y experiencias reales. Es esto, según dice, lo que deben hacer los padres y adultos para acompañarlos en esta etapa. Un padre debe involucrarse en lo que le pasa a su hijo. Sin embargo, lo que suele ocurrir es que considera que puede manejarse solo y no se lo acompaña.
La psicoanalista explicó que los jóvenes anhelan lo social por la soledad que sienten: buscan al compañero cuando se sienten mal, porque el amigo es un referente en ellos. Destacó que buscan ser divertidos y divertirse con el otro, además de ser altruistas, brindarse y ser buenos amigos.
Desde otra perspectiva, Ficardi consideró que “las redes potencian los vínculos; por ejemplo organizar una fiesta se favorece con internet” como así también la posibilidad de contactar gente que hace tiempo no se ve o está lejos.
En definitiva, se trata de una manera diferente de establecer contacto o consumir un producto cultural.
Cómo perciben los riesgos
Los adolescentes identifican bastante bien aquellas prácticas que les pueden resultar perjudiciales. De los consultados, 75% consideró como tal al hecho de manejar alcoholizado, 45% el tener sexo sin preservativo y 40% el manejar a más velocidad que la permitida.
Estos datos adquieren particular relevancia si se considera la cantidad de accidentes vehiculares que los jóvenes protagonizan los fines de semana, en la mayor parte de los cuales la velocidad y el alcohol tienen demasiado que ver.
En el sentido inverso y atendiendo a la proporción de embarazo adolescente, que sólo 4 de cada 10 contemplen riesgo en las prácticas sexuales desprotegidas, parece poco.
Por otra parte, menos del 30% señalaron como riesgoso el encuentro con alguien que conoció en la web, chatear con desconocidos y caminar solo muy tarde por la noche.
Para Hilda Karlem, magíster en psicoanálisis, estos chicos reconocen perfectamente las conductas riesgosas pero no es suficiente para correrse del modelo y hacer algo diferente de lo que hacen sus pares.
Es que hacerlo los dejaría nuevamente solos; “serían como un bicho raro”. Por eso es necesario el acompañamiento de los adultos en su crecimiento. A esto se suma esta idea de que a ellos no les va a pasar nada, tan propia de la edad.