El 28 de octubre de 2013 en Calviá, Mallorca (Islas Baleares de España), a Malén Zoe Ortiz, su padre le festejó los quince años con una gran fiesta. A su papá -un mendocino que se fue de la provincia en 2001 empujado por la crisis- le ha ido bien y pudo hacerle la celebración que ella merecía: "Vino muchísima gente, mi madre, y hasta contratamos una banda de rock", recuerda Alejandro Ortiz (40), su papá. La nena vivía con él desde 2011 después de dejar de hacerlo con su madre, Natalia Rodríguez.
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El 2 de diciembre del año pasado a la siesta y luego de salir del instituto donde estudiaba, Malén quiso comunicarse con su padre pero no pudo y entonces habló con la secretaria de la empresa de aguas de la que su papá es dueño. Luego llamó a su novio adolescente quien la invitó a comer a su casa que queda en un paraje turístico de la isla llamado Son Ferrer. La nena tomó un autobús y se fue hacia lo de su novio y se bajó en la rotonda de los Piratas para luego -teóricamente- llegar a donde la esperaban.
Vestía campera de jean remera y zapatillas rosadas; además llevaba consigo una mochila con los útiles escolares y una patineta color verde flúor. A las 16.45 de ese día, una cámara de seguridad de Son Ferrer la tomó con claridad: Malén caminaba por una calle aparentemente sin problemas. Pero nunca llegó a lo de su novio. Un poco más tarde, un chico aseguró haberla visto en un mercadillo. Esa es la última persona que figura en la causa como quien la vio con vida.
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Desde entonces -el 2 de abril se cumplen cuatro meses- lo que pasó con Malén es un misterio total. "Su teléfono móvil se apagó a la hora en que ella desapareció; y ninguna de sus pertenencias han aparecido, nadie se hizo cargo de un secuestro. La prensa, en su momento, le dio mucha difusión al caso pero con el correr de los meses sin ninguna novedad, el tema como hecho periodístico se ha ido apagando", cuenta Lorenzo Marina, periodista del Diario de Mallorca, quien sigue el caso desde que todo comenzó.
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Durante las primeras 72 horas de la desaparición, la delegada de gobierno de Baleares, Teresa Palmer, indicó que para ella "Malén se fue por su propia voluntad". Sólo el paso de los días sin novedades, le hicieron cambiar de opinión y se puso del lado del padre de Malén, Alejandro Ortiz, quien desde el inicio expresó por los medios de prensa su certeza de que su hija no se había ido de la casa porque ella quería. "Es una nena que estaba por sacarse el carnet de conducir ya que le había comprado un auto pequeño; y estaba muy entusiasmada con eso. Jamás mandó mensaje alguno de que no estaba a gusto conmigo", contó en medio de la desesperación.
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La relación de Ortiz con Natalia Rodríguez, la madre de su hija es mala. De hecho, él logró la tenencia de Malén y de Bruno, su hermano de 11 años, hacia 2011. "Estamos separados hace seis años y estamos totalmente apartados. Ella no los cuidaba bien (a los niños) y los echó a la calle con una mochila de la escuela y un poquito de ropa en 2011. Mi ex hace años que no vive con Malén. Ahora soy padre, madre y tutor de los dos", le contó Ortiz a la revista argentina Para Ti.
Los primeros que declararon ante la Guardia Civil de Son de Bugadelles una vez denunciada la desaparición fueron justamente Alejandro Ortiz y su hijo Bruno. Lo hicieron por más de nueve horas y se los interrogó acerca de las últimas acciones de Malén, si sabían si estaba enfadada por algo y acerca de las rutinas de caminos que recorría la menor y los trayectos que solía hacer a la salida del colegio.
Ese 5 de diciembre, ni bien llegó de Tailandia donde estaba de vacaciones, también le tocó declarar a la madre de la nena desaparecida. En cuanto al novio, Dani Alba, los detectives corroboraron su versión y la de su familia: "Malén nunca llegó a casa aquella tarde; ni siquiera la vi", sentenció el joven. Igualmente la Guardia Civil no se quedó sólo con los dichos del joven sino que recorrieron minuciosamente su casa en busca de alguna evidencia que nunca hubo.
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La justicia tenía el dato de que Ortiz era bastante estricto con sus dos hijos. Y que allí podría existir un motivo para que la menor -como tantos lo hacen- abandonara su casa por propia voluntad. El hombre terminó por reconocer que era verdad su suerte de dureza a la hora de criar a sus hijos. “En casa soy estricto porque hago de padre y madre. La norma principal es que al caer la noche mis dos hijos tienen que estar en casa. Sin excusas. Por eso me alarmé tanto la noche que Malén no regresó”, confesó el hombre ante la prensa.
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Mientras la búsqueda se hacía cada vez más intensa -cuatro reparticiones de seguridad de las Islas Baleares llegaron a trabajar conjuntamente en los rastrillajes- Ortiz se convertía en la cara visible de la búsqueda. Las ciudades fueron empapeladas con más de 50 mil carteles con la cara de Malén y sus datos. Además, el propio Alejandro Ortiz ofrecía (ofrece al día de hoy) 30 mil euros para quien aporte datos de su hija.
El 21 de diciembre del año pasado, algunos medios sensacionalistas de España comenzaron a posar sus ojos en Alejandro Ortiz a la hora de indicar que "no es muy claro el modo en que ha hecho tanto dinero", en referencia a la empresa de aguas H2O Mallorca, con sucursales en tres islas del archipiélago.
Es más, una publicación informó que Ortiz llegó a contactarse con "Ico", un gitano hijo de "La Paca", una conocida narco de España. Al parecer. "Ico" habría ofrecido recompensas de 3.500 euros entre la comunidad gitana para quien diera datos acerca de Malén. Al respecto "Ico" dijo:
"Tengo una hija de 10 años y estoy dispuesto a ayudar. En la comunidad gitana "mala", entre comillas, soy conocido y sé que a mí me escucharán". Ortiz, a su vez, aclaró que "Francisco (por "Ico") es una de las personas más humanas que he conocido. Se lo agradezco y no tengo ningún problema en recibir su ayuda".
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Entro otras revelaciones periodísticas cuando el caso acaparaba la atención total de la prensa, salió a la luz que entre Alejandro Ortiz y Natalia Rodríguez los problemas eran de tal magnitud que a fines de 2007 -cuando estaban separados- ella lo denunció por violencia de género y la Navidad, Ortiz la pasó detenido después de una pelea que mantuviera con la actual pareja de su ex. "Precisamente en aquella Navidad, la mujer había dejado en la calle a sus dos hijos", consignó el diario ABC de España. Unos meses más tarde, un juez le daba la custodia de los dos menores a Alejandro Ortiz. Custodia que tiene hasta hoy.
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Entretanto, agentes especializados en tecnología rastreaban a Malén a partir de las redes sociales. El celular de la nena, como se ha dicho, "murió" la misma tarde en que ella desapareció. De todos modos, los ciberagentes no perdían pisada a los movimientos de las cuentas de Facebook, Instagram y Hotmail de Malén. A fines de febrero de este año, a los detectives se les abrió una luz de esperanza: las cuentas de Facebook y de Hotmail de la chica desaparecida se habían activado nuevamente.
Pocas horas les llevó a los pesquisas dar con la computadora de donde se manipulaban las cuentas: una casa de la localidad de Son Sardina. "Resultó ser una chica de 18 años recién cumplidos con grandes conocimientos de informática", contaron los investigadores. La chica les dijo que había ingresado a los perfiles a partir de la contraseña a la que llegó desde la pregunta clave. Ante el Juzgado de Instrucción 1, la internauta convenció a todos de que había enviado y contestado mensajes con la idea de ayudar a buscar a la adolescente mendocina desaparecida. Le creyeron.
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El miércoles 2 de abril se cumplirán cuatro meses de que nadie sabe nada de la adolescente que nació en el hospital Lagomaggiore de Mendoza. Sus padres hicieron cuatro marchas y hasta un video en el que se dirigen a ella mirando la cámara y le imploran que regrese. Pero de eso ya pasó mucho tiempo y ni los medios ya registran el caso con tanto ahínco.
El coronel en jefe de la Guardia Civil de Baleares, Jaime Barceló, a cargo de la búsqueda dijo que se trata "del caso más difícil que me ha tocado en mi vida". No hay ningún rastro de ella, ni una prenda de vestir ni un testigo que diga algo. Se ha recorrido la isla hasta con drones. Sus padres viven algo peor que la muerte; porque los desaparecidos mueren un poco todos los días, pero nunca terminan de morir.