Fue un actor de semblanza singular, marcado para siempre por su protagónico de la película “Paris, Texas”, aquella poderosa metáfora sobre la soledad, el desamor, la paternidad y la memoria que filmó el alemán Wim Wenders en los Estados Unidos de 1984.
Pero Harry Dean Stanton también hizo otras muchas grandes películas, antes y después de la que lo consagró cuando tenía casi 60 años.
Supo cantar en "La leyenda del indomable" (1967) junto a Paul Newman y George Kennedy, fue un ingeniero de la nave Nostromo en "Alien, el octavo pasajero" (1979), un inescrupuloso confiscador de autos en "Repo Man" (1984) junto a Emilio Etevez, y fue Pablo de Tarso en "La última tentación de Cristo" (1988) de Martin Scorsese.
Trabajó con John Carpenter en “Escape de Nueva York” (1981) y “Christine” (1983), con David Lynch en “Corazón salvaje” (1990), “Twin Peaks: el fuego camina conmigo” (1992) y “Una historia sencilla” (1999).
Por más de 60 años, Stanton representó a bandidos y ancianos, excéntricos y miserables. Daba a sus personajes carácter y compasión, encarnándolos con su inolvidable fisonomía espigada, tanto así que personajes ideados como periféricos pasaban a ser pilares de la obra.
El crítico de cine Roger Ebert dijo alguna vez que ninguna película llegaba a ser demasiado mala si Stanton actuaba en ella y la apreciación era compartida por sus fanáticos e incluso por otros directores y actores.
Fue un ícono para el propio David Lynch, quien aseguró en un comunicado que “nadie como él para ofrecer una actuación honesta y natural. Era un actor mucho más que excelente y un gran ser humano”.
Cuando se le daba un papel protagónico, lo aprovechaba para proyectar sus destrezas. En “Paris, Texas” ofrece una actuación casi totalmente desprovista de diálogo y sin embargo logra proyectar profundas emociones. El monólogo en el que confiesa su arrepentimiento a su esposa, actuada por Nastassja Kinski, a través de un espejo unidireccional, fue uno de los momentos definitivos de su carrera.
Stanton actuó ese mismo año en otro film memorable: “Repo Man”, donde encarnó al experimentado y cínico dueño de una compañía de confiscación de autos que le enseña los gajes del oficio a Emilio Estévez.
Era ampliamente apreciado en Hollywood, un bebedor y fumador de discurso llano y sinfín de anécdotas, compinche de Jack Nicholson y Kris Kristofferson que se volvió mentor de actores más jóvenes como Rob Lowe y el propio Estevez.