Además de trabajo, a San Cayetano le pidieron por los políticos

En el santuario de Junín y en la parroquia de Godoy Cruz los fieles, como cada 7 de agosto, volvieron a decir presente. La inseguridad también apareció en la agenda.

Además de trabajo, a San Cayetano le pidieron por los políticos

En una jornada fría y nublada, decenas de miles de personas peregrinaron ayer, incluso bajo la llovizna que cayó por momentos, hacia el santuario de San Cayetano, en Junín, con pedidos y agradecimientos por salud y trabajo.

Lo mismo hicieron otros miles que se acercaron hasta la cuasiparroquia del barrio Bancario de Godoy Cruz, donde con paraguas en mano aguardaron para poder acercarse a venerar la imagen del santo que -como cada año- se sacó a la puerta para que los fieles pudieran venerarla.

Este año, marcado por elecciones en todo el país, algunos creyentes aprovecharon para pedirle a San Cayetano que “guíe el corazón de los gobernantes” y que “bregue por la cultura del trabajo”, un mensaje que el propio Arzobispo José María Franzini retomó por la noche en Junín.

“Es la primera vez que vengo. Le agradecí a San Cayetano por el buen año que ha tenido toda mi familia, pero también le pedí por la gente que no tiene pan, comida ni trabajo. También le pedí que guíe el corazón de nuestros gobernantes”, dijo una de las fieles que llegó a rezar hasta el barrio Bancario.

“Con San Cayetano y en familia, vamos al encuentro de Jesús Eucaristía”, una cita de la catequesis del Papa Francisco, fue el lema de la Iglesia para la fiesta de este año.

Como en Godoy Cruz, ya desde temprano cientos de fieles del santo se arrimaron hasta el Molino Orfila, el pequeño poblado rodeado por viñedos que se levanta a 7 km de Junín y donde se destacan la bodega del lugar y la capilla del Santo, venerada en toda la región.

Si bien hubo movimiento durante la mañana, el grueso de la gente buscó esquivarle al frío y llegó pasado el mediodía. “Vengo cuando puedo pero este año no quise faltar porque son tiempos difíciles y se nota una merma de trabajo”, contó Mario (26), un joven que trabaja en una ferretería de San Martín y que luego de acercarse con su vehículo hasta donde la policía le permitió, caminó junto a muchos otros el último kilómetro que lo separaba del santuario.

En los parques de la parroquia y muy cerca de la gruta de San Cayetano, un grupo de seminaristas estuvo durante la siesta impartiendo bendiciones y charlando con los fieles.

“La gente agradece lo que tiene pero también se acerca con fe y comenta sus problemas, que son la inseguridad, el sueldo que no alcanza o la falta de una estabilidad que permita proyectar; también está presente en algunos papás la preocupación por la carencia de diálogo con sus hijos”, comentó uno de los seminaristas y agregó: “Mucha gente habla también de política y de la necesidad de tener buenos gobernantes”.

Como cada año, las donaciones para Cáritas fueron importantes, y en esta ocasión se recibió cerca de una tonelada de alimentos, que serán repartidos entre las parroquias del Este.

El flujo de gente durante la siesta fue una constante marea en los alrededores de la parroquia y a través de altoparlantes bajaba la voz del Papa Francisco: “Si hacen una cosa mala, no tengan miedo y háblenla con Jesús a través de la oración”, dijo en un momento de su extenso discurso grabado.

Mientras tanto, el grueso de la gente formó una larga fila que llevaba hasta la gruta del Santo, que está levantada en los fondos del edificio parroquial. Cerca de allí, alguien regalaba kilos de pan que sacaba de una camioneta y un poco más allá, otro vendía espigas con la imagen del Santo.

“Vengo a San Cayetano hace muchos años y siempre para agradecer: antes por el trabajo de mi marido y el mío, y ahora por el de mis hijos”, contó Marta, acompañada por sus cuatro nietos.

A unos 300 metros, al norte del santuario y de la fiesta religiosa, la comuna de Junín permitió a los vendedores montar sus quioscos de comidas, bebidas y venta de artículos; fueron cerca de medio centenar de locales, una larga galería de carpas enfrentadas por la que paseaba la gente mirando las ofertas y donde el humo de los chorizos y los pollos asados lo envolvía todo.

La jornada de reconocimiento al patrono del pan y del trabajo arrancó con el primer minuto del día y la primera de las misas, llamada “de los trabajadores”, se ofició a la medianoche; luego, desde las 9 hubo otras celebraciones en la parroquia hasta las 20, cuando en las afueras del predio se realizó la misa central, encabezada por monseñor Carlos María Franzini, un oficio que anticipó la procesión de antorchas que, a partir de las 21 recorrió la principal calle de Orfila y también el callejón de alguna finca cercana.

“Tenemos que pedir a Dios por nuestra patria pero tenemos que trabajar por ella; hay que comprometerse todos los días con el bien común, no solo cuando hay elecciones”, reclamó el arzobispo a propósito del domingo electoral que se avecina.

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