Seguramente siempre fue el clásico payaso, hasta que su hermano Scott le propuso actuar como monologuista sobre el escenario de un club de Boston.
Esa fue la primera vez que Adam Sandler, con apenas 12 años, se puso profesionalmente ante los focos con el objetivo de hacer reír.
Hoy, este maestro de la comedia cumple 50 años con una trayectoria que no sólo lo distingue como actor sino también como músico, cantante y escritor.
Tras su debut en el cine con "Los Coneheads" (1993), a lo largo de los 90 y la primera década del nuevo milenio, Sandler se ganó al público principalmente interpretando papeles de joven torpe pero bonachón.
Nacido en Brooklyn e hijo de un ingeniero, era el “goofy guy”, un niño grande que pese a sus tonterías en la gran pantalla, o precisamente gracias a ellas, consiguió hacerse un nombre en Hollywood.
Aunque durante sus actuaciones en programas de televisión y emisiones nocturnas no sólo contaba chistes sino que también cantaba y componía, para muchos críticos no era más que un rubio al que no había que tomar demasiado en serio.
Sin embargo, gracias a comedias románticas como "Embriagado de amor" ("Punch-Drunk Love", 2002), otras como "Locos de ira" ("Anger Management", 2003) junto con Jack Nicholson o films más serios como "La esperanza vive en mí" ("Reign Over Me", 2007), sobre los atentados del 11-S, demostró que en su repertorio había mucho más que un puñado de gags.
Sandler debe su carrera al humor y parece que así seguirá. En 2017 estrenará "Yeh Din Ka Kissa" y actualmente está trabajando en un film del canal de streaming Netflix en el que da vida a un manager del mundo del espectáculo en Los Ángeles.
Que algunas de sus películas le merecieran un "Razzie" o anti-Oscar a lo peor de la cosecha cinematográfica del año no parece detener a este actor, guionista y productor que asegura que "no empecé a hacer cine para gustar a los críticos. Empecé para hacer reír a la gente y pasarlo bien con mis amigos", según dijo en una entrevista en 2013.