Cuando una persona sufre un accidente cerebro vascular (ACV) cada minuto que pasa sin atención médica es cerebro que se pierde. Por eso los especialistas hablan de un periodo de ventana de 4,5 horas durante el cual- y cuanto antes mejor- el paciente debería recibir tratamiento para atenuar las consecuencias que pueden quitarle capacidad de caminar, hablar, tragar e incluso cobrarse su vida.
Sin embargo, esa atención no siempre llega a tiempo, ya sea porque no se solicita con celeridad la atención médica o porque esta sufre dilaciones, llegando incluso a producirse una especie de "pasamanos del paciente" entre diversas instituciones de salud. Esa dilación es fatal en cuanto al impacto futuro.
Por ello, hay iniciativas que apuntan a reducir esos plazos, particularmente con la creación de un protocolo de atención que involucre a todos los efectores de la provincia de manera tal de poder identificar rápidamente cuál es aquel más cercano que puede brindar la atención adecuada ya que cuenta con los recursos. Esto implica su categorización y un pulido trabajo en red.
Existe una iniciativa internacional llamada Angels que está llegando a la provincia y pretende conformar ese entretejido pero además facilitar capacitación a los profesionales de diversas especialidades que participan de la atención inmediata de estos pacientes.
Pero por otra parte, un proyecto de ley para crear un programa con esta finalidad en la provincia duerme en la Legislatura desde 2014. En el medio, los pacientes. Se estima que 7 de cada 10 personas que sufren un accidente cerebrovascular (ACV) quedan con secuelas que afectan su calidad de vida.
Según la Organización Mundial de Stroke (ACV) un tercio de los afectados muere por esta causa mientras que otro tercio queda con discapacidad permanente.
Las distancias
Cuando se produce un accidente de esta índole queda interrumpido el flujo sanguíneo de una arteria por lo que pierde la irrigación una zona del cerebro que resulta más dañado mientras se demore la atención.
Entre las principales dificultades se cuentan la falta de reconocimiento de la situación y fundamentalmente la distancia por cuestiones geográficas. Médicos locales reconocieron que en Mendoza en zonas rurales o alejadas del Gran Mendoza el acceso es más difícil que en la zona urbana lo que determina una importante inequidad y riesgos de mayores secuelas.
El caso de Miriam Azzolina (55), una docente de Lavalle, es un ejemplo, quien en octubre luego de descompensarse por un ACV fue trasladada en un auto particular ante la demora de la ambulancia. Llegó al hospital Sícoli, de ahí fue llevada al hospital El Carmen, en Godoy Cruz donde falleció.
En la Legislatura hay un proyecto de ley que no logra avanzar y apunta a conformar el Programa Provincial de Infarto de Miocardio (IAM) y Accidente Cerebro Vascular (ACV/Stroke), denominado "Primacs", que tendría por finalidad la prevención, atención y recuperación de dichas patologías.
"El objeto de la presente es establecer a través del programa las normativas técnicas, las directrices y los procedimientos en la detección y tratamiento precoz de las enfermedades cardiovasculares (IAM - ACV/Stroke) ofreciendo a los pacientes la accesibilidad en el menor tiempo posible a alguna de las estrategias de reperfusión o revascularización existentes, orientándose a los siguientes objetivos y acciones", detalla el texto elaborado por un grupo de médicos cardiólogos locales. Ingresó en agosto de 2014, ya pasó por dos comisiones de la casa de leyes y está en la tercera, Hacienda y Presupuesto, desde el 30 de octubre del año pasado.
Pretende identificar los efectores, ubicarlos geográficamente y categorizarlos, entre otros aspectos. "Iba a ser el primero del país", comentó uno de los autores, el cardiólogo intervencionista Diego Guzanti.
Explicó que cuando la persona llega a un efector donde pueden aplicarle un trombolítico se gana tiempo. Si este logra destapar al menos 20% la arteria, se recompone el flujo sanguíneo y se ganan 24 horas más para realizar otra intervención más compleja si es necesaria.
"La realidad hoy es que cualquier institución de salud hace lo que puede, el problema es que hay gente que está alejada, queda a la deriva, con el 20% del corazón y no sirve más", aseguró.
La semana pasada se realizó en Santiago de Chile una reunión que apunta a avanzar con la conformación de una red de efectores y sensibilizar a la comunidad sobre el tema para que sepa cómo actuar lo más rápido posible. Busca asegurar que los pacientes reciban atención médica lo más rápido posible, en el momento oportuno y en el lugar correcto.
"Siempre hay muy buenas respuestas personales, de la familia y los médicos, pero se necesita un sistema para salvar vidas", dijo el doctor Adolfo Savia, especialista en medicina de Emergencias del Sanatorio Anchorema de Buenos Aires, en el marco de una reunión a la que asistió Los Andes.
Hizo hincapié en la necesidad de fortalecer un sistema de emergencia prehospitalario. Lo que plantea esta propuesta es poder contar con más efectores con tomógrafo que permitan un fácil diagnóstico, equipos médicos que sepan cómo actuar y una red para que ni bien ingresa el paciente a la ambulancia el hospital lo esté esperando. Para ello es importante que primero quien está con el paciente reconozca la situación y llame al servicio de salud.
"Las guías indican que ante cualquier accidente vascular en 10 minutos la ambulancia debe estar en contacto con el paciente", destacó. El hospital Lagomaggiore se sumó a la iniciativa y el jefe de Neurología y Neurocirugía, Gabriel Sejanovich contó que se capacitaron profesionales de su área, de clínica médica, terapia intensiva y enfermeros.
Tienen los recursos y el tomógrafo y están a la espera de tener habilitación para realizar cirugías.
Red pública
Desde el ministerio de Salud informaron que en la provincia existe la Red de asistencia al infarto de miocardio, que incluye ACV y se coordina desde el hospital Central. Cuenta con una ambulancia de alta complejidad que brinda la primera asistencia.
A la red se suma el servicio Coordinado de Emergencias, el hospital Perrupato de San Martín, el Scaravelli de Tunuyán y el Schestakow para la zona sur.
Síntomas
Entre los síntomas de un ACV se cuentan:
- Debilidad de un lado del rostro.
- Pérdida parcial o total de la movilidad o sensibilidad de un brazo y/o pierna.
- Repentina dificultad en el habla y la comprensión.
- Fuerte y repentino dolor de cabeza.
- Mareos y pérdida de equilibrio.
- Problemas de visión.