Hace dos años, los amigos/discípulos de Jorge Rodríguez se referían a él como un ser “iluminado”, “carismático”, “sabio”; hasta lo consideraban “amigo”. Hoy alguna de esa gente lo llama “manipulador” o directamente “psicópata”.
Hace dos años algunos de esos alumnos asistían a sus clases y talleres, por los que pagaban importantes sumas de dinero. Hoy esas mismas personas aseguran que fueron estafadas, vejadas y también drogadas por JR.
Hace dos años, esos alumnos/amigos formaban parte de la inexistente Fundación “Humanizar”, liderada por JR. Este año, ocho de esos alumnos/amigos denunciaron a JR en la Justicia Federal; lo acusan -sobre todo- del delito de “suministro de drogas”, contemplado en el artículo 13 de la Ley 23.737.
*****
“En los talleres se suministraba drogas con la excusa de tratamientos terapéuticos. Eran drogas de importancia como mescalina (peyote), psilocibina (hongos alucinógenos), ayahuasca, cannabis (marihuana), LSD (ácido lisérgico). Recuerdo que mi hermano Alé, menor de edad, con 17 años, concurrió a una carpa de sudación en noviembre de 2006 que se realizo en Malargüe.
Allí, se consumió mescalina y se aspiró marihuana en una carpa en la que había veinte personas. La droga me produjo efectos alucinógenos: alteración de tiempo y espacio. Durante mi terapia individual en los años 2010, 2011, 2012 y 2013 fui ‘diagnosticado’ de paranoico, celoso y violento”. (Nahuel Sosa, denunciante).
"Un taller terapéutico consistía en el "sweet lodge" (carpa de sudación), respiración holotrópica (hiperventilación con los ojos vendados y música a elevado volumen) y "puesta en común" (círculo de "cierre" en el cual cada uno expone su experiencia y recibe una devolución)
"La experiencia más trascendental ocurrió durante una carpa de sudación, cuando JR quemó diversas plantas y dijo: 'Respiren hondo cuando salga el humo de esto que voy a quemar, esto los va a ir sanando'. También recuerdo que hizo que tomara agua de una olla, misma agua con la cual luego nos rociaba a todos los que estábamos dentro de la carpa y luego nos suministró azúcar negra con una sustancia amarga, que me costó tragar". (Alé Sosa, denunciante)
*****
Jorge Rodríguez, de 52 años, no es psicólogo y él mismo lo admite. Se presenta como "facilitador en respiración holotrópica". Se lo conoce como un hombre astuto y comprador. Desde hace muchos años conduce, junto con un psiquiatra de apellido Gibson, una suerte de comunidad a la que llegaban personas -básicamente jóvenes enviados por sus padres- con problemas de autoestima y personalidad.
"Lo suyo era como una curación alternativa a lo que podría hacer un psicólogo", indica Nahuel Sosa, uno de los denunciantes e hijo del conocido periodista y humorista Jorge Sosa.
Este grupo de los ocho, compuesto por cinco varones y tres mujeres, se juntó a principios de este año con la idea de denunciar a quien alguna vez fue su guía espiritual. Patrocinados por el abogado Jorge Caloiro, el grupo se presentó en el Juzgado Federal 1 de Mendoza a cargo del juez Walter Bento y entonces tuvo lugar la denuncia, que fue tomada por la fiscal federal Alejandra Obregón.
*****
"En una ocasión recuerdo haber estado en un taller grupal y haber fumado marihuana traída por JR, ya que según él era adecuado para el trabajo terapéutico que estábamos realizando. Uno de los participantes, al negarse en un principio a fumar, fue presionado por JR a hacerlo durante un rato largo hasta lograrlo. Los modos de insistencia eran la ridiculización delante de los demás, con alusión a la falta de valentía.
"En las ocasiones que consumí estas sustancias, los efectos que recuerdo son alteración perceptiva del espacio y el tiempo, mareos, náuseas, dolor de cabeza". (Jeremías Sosa, denunciante).
“Yo hice talleres especiales, ya sea de respiración holotrópica, terapia gestáltica, carpas de sudación. Se realizaban a cabo de forma semi regular cada intervalos de un mes llegando a realizar uno por fin de semana en los períodos de mayor actividad de la fundación. El costo de estos talleres era elevado, comenzando en $ 700 y ascendiendo por encima de los $ 1.000, hasta llegar a $ 1.500, que es el valor actual. Para compensar esto siempre ofrecía que se le pagara en cuotas.
“Los talleres eran una sesión maratónica que se llevaba a cabo a lo largo de un fin de semana, comúnmente en la fundación (Lisandro de la Torre 73 de Godoy Cruz), aunque a veces se realizaban en una casa que alquilaba a tal fin en un lugar alejado como Potrerillos o Cacheuta. Era común que a los efectos de facilitar esta apertura inicial hiciera uso de alguna sustancia que funcionara como acelerador. (Pablo N., denunciante).
*****
En el lomo del expediente se lee “Fiscalía federal, averiguación denuncia sobre infracción a la ley 23.737”. Por el mes de enero, la fiscal Obregón -que se caracteriza por valorar las denuncias- dio curso a la presentación y comenzó con la pesquisa. Así les tomó declaración a los ocho denunciantes.
El blanco de las denuncias era JR. Y ellos lo querían involucrar, además de en el uso de drogas prohibidas que teóricamente se hacía en algunos talleres, en delitos que no son federales, como la estafa y el abuso sexual de algunas de las chicas -estudiantes universitarias casi todas- que JR supuestamente cometía.
*****
“La droga, o parte de ella, se guardaba en el freezer de su casa. Según la descripción de JR, la droga almacenada allí era psilocibina (hongos) y la guardaba en bolsas plásticas en el freezer. Una vez vi unas bolsas plásticas en el freezer que según él contenían psilocibina, o “medicina” como él solía referirse a ella. Nos tocó vivir esta historia de mierda desde adentro”. (Nahuel Sosa)
“En el último taller de respiración que hice me llevó por un momento a una habitación separada y allí me suministró un octavo de un cartón de LSD, recalcando una vez más que era un secreto y que no lo contara”. (Pablo N.)
*****
El abogado Caloiro les advirtió a sus clientes que ni las estafas (los cobros que supuestamente hacía JR sin entregar comprobantes) ni los supuestos abusos (las chicas estaban “enamoradas” de JR y todo indica que fueron relaciones consentidas) iban a prosperar. “Por eso se denunció sólo el uso de drogas prohibidas como marihuana y LSD; por eso se hizo en la Justicia Federal”, fue la aclaración que hizo el letrado mencionado a este diario.
Es curioso pero muchos de los alumnos/pacientes jóvenes de JR llegaron a él a partir de consejos de sus propios padres; padres que conocían previamente a JR y que en muchos casos también acudieron a sus servicios.
Siete de los ocho denunciantes son jóvenes universitarios con algunos problemas de tipo existencial y emocionalmente inestables. Muchos de ellos -provenientes de la clase media ilustrada- estudiaban carreras tradicionales como Derecho o Ingeniería, las que luego abandonaron y se inclinaron por Psicología o directamente -como pasa hoy- deambulan por distintas carreras. El caso de la familia de Jorge Sosa es paradigmático: JR fue socio de él (ver aparte), amigo de su ex esposa Beatriz Montilla (hoy una de las demandantes) y tuvo a dos de los hijos de Sosa como pacientes de la fundación.
La causa judicial contra JR no ha sido archivada pero tampoco se han logrado grandes avances. “Hubo varias medidas que se iban a tomar pero no pudo ser”, confió una fuente judicial. Así, de momento, JR no ha participado ni siquiera con su declaración y -obviamente- está libre. Del mismo modo, los tres jóvenes que denunciaron el caso en esta página y en la Justicia aseguran que ellos “dieron la cara por muchos que también fueron víctimas y que la vergüenza les impide hablar”.
*****
La llamada Fundación Humanizar (que no está registrada ni aparece en internet) funcionaba en calle Lisandro de la Torre al 73 de Godoy Cruz. Es una casa de dos pisos con muchos ambientes donde -según los denunciantes- se llevaban a cabo las terapias y los talleres. La vivienda era alquilada y hoy está deshabitada, cerrada con candado, con un jardín muy descuidado y barnizada por el polvo del olvido. “Cuando todo esto estalló -dice Nahuel Sosa- JR abandonó esa casa”.
El hombre señalado
Jorge Omar Rodríguez nació el 10 de diciembre de 1962. De momento no cuenta con causas penales y es conocido por su inclinación al uso de terapias alternativas contra males como la depresión, la baja autoestima; de hecho, vive de eso.
Fue socio comercial del reconocido periodista y humorista Jorge Sosa (montaron juntos el restaurante "Buenos muchachos" en calle Perú).
La ex esposa y dos de los hijos de Sosa son tres de los denunciantes de JR. Su entorno lo describe como un ser "astuto y muy carismático". Vive en Chacras de Coria. Para esta nota, el viernes al mediodía Los Andes se conectó con él por teléfono, intentando que aportara su punto de vista en torno a esta denuncia. Dijo que devolvería la llamada. No lo hizo.
El delito que se le achaca a JR está contemplado en el artículo 13 de la ley 23.737 y contempla de dos a seis años de prisión.
La respiración holotrópica es una técnica psicoterapéutica que pretende permitir el acceso a estados no ordinarios de conciencia.