Una nueva guerra interna en el Vaticano, con denuncias, intimidaciones, renuncias, acusaciones y cruce de comunicados, sacuden esta semana al pontificado de Francisco, como ocurrió bajo el de su predecesor Benedicto XVI.
La llegada del otoño (boreal) a la Santa Sede viene “cargada de venenos”, sostiene el diario romano Il Messaggero, al dedicar un resumen de los varios escándalos que atañen a asesores cercanos a Francisco para la reforma de las finanzas, y a la acusación al Pontífice de “propagar herejías”.
Para algunos vaticanistas resulta una campaña planeada por los sectores ultraconservadores, para "debilitar" a Francisco, por sus "errores teológicos" como jefe de la Iglesia y también para "frenar" las reformas que impulsa, si bien lentamente, en la Curia Romana, la poderosa máquina central tradicionalmente manejada por la Iglesia italiana.
El domingo fue el día escogido para detonar la primera bomba interna: el primer revisor general de las finanzas del Vaticano, Libero Milone, de 69 años, citó a un grupo de periodistas para denunciar las razones de su dimisión en junio, tan sólo dos años después de haber sido nombrado para un mandato de cinco.
Con inusual rapidez, el Vaticano replicó a las denuncias del funcionario y, en un comunicado oficial, aseguró que el exauditor “se extralimitó en sus funciones” e inclusive ordenó “investigar la vida privada de exponentes de la Santa Sede”, es decir, que espiaba a personalidades destacadas, probablemente cardenales y monseñores, no se sabe por cuenta de quién ni para qué.
Junto con la salida inusual del alto funcionario, se añade la acusación al Papa de “propagar herejías”, por parte de medio centenar de sacerdotes, teólogos y académicos ultraconservadores.
En una carta de varias páginas, divulgada también el domingo y firmada entre otros por el obispo lefebvriano ultraconservador Bernard Fellay y el banquero Ettote Gotti Tedeschi, expresidente del IOR, el banco del Vaticano, se acusa a Francisco de "siete posturas heréticas" sobre el matrimonio, la moral y sobre todo contra la concesión en algunos casos de la comunión a los divorciados que se vuelven a casar.
Ningún cardenal aparece entre los firmantes, al contrario de la carta suscrita por cuatro cardenales, dos de ellos recientemente fallecidos, divulgada tras la publicación en 2016 de la exhortación "Amoris Laetitia" en la que pedían que el papa se "corrigiera" por estar desviando a su rebaño.
Francisco, al que tildan en la misiva de “modernismo” y de elogiar a Martín Lutero, mantiene un elocuente silencio.