Está claro que Argentina necesita de un acuerdo político que garantice valores mínimos a ser respetados por toda la dirigencia actual y futura. Cualquiera sea el próximo presidente deberá contar con estos consensos porque hay que avanzar en reformas estructurales que, hasta hora, han sido evitados expresamente. Todos tiene miedo a pagar costos políticos pero, siendo razonables, todos entienden que no hay margen para volver atrás, aunque nadie se anima a pensar “todo” lo que hay que hacer en un mandato que será muy duro para el que tenga que afrontarlo.
Cuando se trata de consensos, de negociación, se trata de abordar lo posible y no lo deseable. No obstante, se corre el peligro que, en ese consenso, se termine acordando políticas para consolidar el mismo sistema que ha venido fracasando en los últimos 70 años. Entre los puntos planteados para el acuerdo resaltan la seguridad jurídica y el respeto a los derechos adquiridos. En este punto parece que se quieren consolidar privilegios corporativos adquiridos en base a normas que violan derechos garantizados por la Constitución. Los derechos adquiridos, ante tantas distorsiones, merecen ser regulados, como todos los derechos para no transformarse en derechos absolutos.
La búsqueda de mejoras en la legislación laboral debería permitir la creación de puestos de trabajo, pero sólo ocurrirá si cambian las políticas fiscal y monetaria. De la misma manera, la revisión de los sistemas previsionales es un requerimiento fundamental, para cualquiera que gobierne, porque el sistema actual está a punto de estallar y muchas de sus distorsiones están generadas por “derechos adquiridos” que quedarían consolidados.
Quizás lo más importante es tratar de dar una imagen positiva la sociedad, que está harta de esta casta política que solo aportó ideas para sus propios beneficios y que, en nombre de la lucha contra la pobreza lo único que consiguieron fue que la pobreza creciera y se volviera estructural. Es el mayor fracaso de la política en los últimos 50 años. Pero hay algo que resalta y es que en la propuesta del Gobierno solos se habla de mantener el equilibrio fiscal pero no de bajar el gasto público. Tampoco en la contrapuesta de otros políticos este tema aparece como reclamo, lo que convalida la idea de que se a acordar mantener el sistema fracasado. Porque para poder cumplir el punto que se refiere a las rebajas impositivas se tienen que comprometer a bajar el gasto.
Una coyuntura complicada
En el medio de esta iniciativa política, el gobierno enfrenta una coyuntura compleja, donde las variables internacionales están jugando en contra de la Argentina. Es que la volatilidad generada por los conflictos entre EE.UU. y China genera que suba el precio del dólar y baje el precio de los productos exportables. La soja tocó su valor más bajo en 10 años y no era el escenario que el gobierno esperaba para abastecer de divisas al mercado.
En los próximos meses el Gobierno deberá lidiar con una alta volatilidad, en una combinación de escenarios internacionales complejos y escenarios políticos internos muy inestables, que impactan en el valor de los activos argentinos. Además, la recesión generada por las altas tasas del Banco Central está pasando facturas muy elevadas ya que el menor ritmo de la actividad económica ha generado una caída de la recaudación, por lo que tuvieron que recurrir a aumentar un impuesto que se aplican a las importaciones, la tasa de estadística. En este caso se aumentó de 0,5% a 2,5%, lo que generó mucha bronca de los que deben importar insumos para procesos productivos.
No obstante, parece haber una cierta tranquilidad en los mercados luego del cambio de la estrategia al dejar de lado las bandas de flotación y mostrar un poder de fuego importante, a tal punto que luego del anuncio el Banco Central nunca debió intervenir. El anuncio de la convocatoria para el acuerdo político también bien visto por el mercado, más allá de las objeciones que se puedan hacer en algunos puntos. Y otro elemento vita fue el diálogo de Macri con Donald Trump, el presidente de EE.UU. donde le ratificó el apoyo y cuya participación fue vital para que FMI acordara el cambio en la estrategia cambiaria.
Temas pendientes
Lógicamente, hasta que no se disipen las dudas electorales no se puede esperar mucho delos mercados pero el gobierno debe poner el acento en los mayores esfuerzos en inducir a una baja en los índices de inflación porque eso habilitaría una mayor baja en las tasas y ayudaría a movilizar el mercado interno y volver a darle vida a las empresas.
Pero el tema fundamental sería intentar arreglar con el FMI para pasar el actual préstamo que es de corto plazo a otra modalidad de mayor plazo para eliminar las dudas acerca de las posibilidades de pago, que con las condiciones actuales son casi incumplibles. Esto puede ayudar a una baja de la tasa de riesgo país y tranquilizar, en parte, a los inversores hasta que se conozcan los resultados de las elecciones de octubre. El acuerdo, mientras tanto, puede servir como gesto de buena voluntad pero, luego, habrá que acordar políticas efectivas para generar los cambios necesarios.