Tras dos años de discusiones infructuosas, finalmente ambos gobernadores estamparon la firma y así fue a la Legislatura. Pero la primera revisión profunda en 24 años del histórico acuerdo Mendoza-San Juan para diversificar los destinos de la uva pasó por Diputados y busca convertirse en ley con un punto fundamental sin tratar a raíz de lobbies y rencillas políticas: la obligación de que el 25% pactado a otros destinos que no sean litros de vino al mercado interno, se complete con volúmenes netos de importaciones.
Este último punto ha sido de los más polémicos para la vitivinicultura argentina en los últimos tres años. Más allá de las estadísticas oficiales que muestran una leve retracción en los últimos meses, y de cosechar defensores y detractores a ultranza, la condición acordada con San Juan como compensación pasó un primer filtro legislativo casi sin discutirse.
Luego de algunos encuentros con la oposición, encabezadas por el diputado nacional Omar Félix (autor de otro proyecto en el Congreso para “prohibir” por 10 años la importación de vino), representantes de algunas cámaras sectoriales, como UVA, Acovi y la Cámara de Agricultura de Tupungato fijaron una postura más bien moderada, sin dejar de relativizar su efecto.
Porcentaje y algo más
“Venía hablándose de destinar la uva a base para vermouth o cualquier otro fin que no fuera a más vino para el mercado interno, algo que en Mendoza ya estaba instalado y sólo faltaba blanquearlo en un acuerdo. No obstante, a esta altura prohibir la importación es una mala señal de apertura de los mercados. Argentina es netamente país exportador: entre vino y mosto, 50% de las uvas va al exterior”, resumió Sergio Villanueva titular de la UVA.
Respecto a “netear” exportaciones de importaciones, Villanueva remarcó que “hay que ver desde cuándo rige, si desde esta cosecha o la próxima.
Entendemos que no está mal la deducción, aunque hay cuestiones políticas e intereses empresarios; obviamente no a todos les conviene y si se aprueba sin la compensación nadie se quejará”.
Además de defenderse el 25% de diversificación para lograr el equilibrio de stocks (6 meses a la fecha de liberación), otro argumento es el impacto en los precios al público del mercado interno. De acuerdo al Fondo Vitivinícola, la brecha con la inflación se hizo evidente con ajustes de hasta el 90%.
Por eso, dos fueron los pedidos que escucharon los legisladores: ayudar en la Nación para incrementar los reintegros; y gestionar más montos para la reconversión varietal, como forma de frenar la caída de los mercados.
“La importancia de ratificar el 25% de diversificación es clave para el equilibrio de stocks. Es bueno que se considere todo aquello que quite litros”, ratificó Nicolás Vicchi, coordinador de Acovi.
Entre los más fervientes defensores del mecanismo compensador está el Centro de Bodegueros y Viñateros del Este. Según Mauro Sosa, gerente de la entidad, “lo importante fue que se tomó conciencia y se validó una diversificación más amplia que veníamos pregonando hace cuatro años, frente a una inequitativa, que empezó con la escasez que iba a tonificar los precios pero, ya con la cosecha 2017, hizo que la importación ya supere 92 millones de litros”.
De ahí que, para Sosa, “de no corregirse, la idea era admitir otros usos. Y algún mecanismo que desalentara las importaciones”.
Una propuesta, más extrema, buscaba excluir a importadores de los incentivos para la venta al exterior. La que terminó impulsándose (llamada proyecto o ley Mansur, por su impulsor), propugna diversificar el neto resultante del cruce importaciones - exportaciones, e incentivar a aquellos con balance positivo.
Sube y baja
Vale repasar la curva reciente. En los últimos 3 años, el ingreso de vino desde el exterior se multiplicó. Según el registro del INV, los 453.500 litros importados durante 2015 treparon a 9,3 millones al año siguiente, pero la curva siguió en ascenso.
El 2017 cerró con 81,2 millones de litros, a lo que hay que sumarle otros 2 millones del primer bimestre de 2018. No obstante, representan sólo 9% de lo importado durante el mismo período un año atrás y para muchos puede considerarse el indicio de que la práctica de a poco cede terreno.
Para Sosa no hay que descuidarse, dado que “a fines de 2016 también eran apenas 4 millones, y en el último año llegaron a 92 millones”. Como sea
¿Puede ayudar la compensación teniendo en cuenta que el ingreso de volúmenes se aquieta, y que las ventas al exterior no pasan por su mejor momento?
Lo cierto es que los principales exportadores se alistan para un escenario prometedor gracias a las peores cosechas en 50 años que habrá en el mundo.
Francisco Do Pico, responsable de Relaciones Institucionales de Peñaflor, justificó el recurso no sin advertir que este año será más acotado para el principal grupo exportador argentino, con casi u$s 200 millones facturados.
“En 2017 importamos sólo el 10% con lo cual no hay discusión. La situación de las ultimas cosechas fue excepcional, y hay que seguir la dinámica del mercado interno para entender una decisión que no busca perjudicar a la producción local”, señaló Do Pico.
Por su parte, Vicchi remarca que el contexto está lejos de preocupar. “Es una cuestión coyuntural. En este año, con 22 millones de quintales y el 25% acordado no será necesario importar. Si cambia, se discutirá en su momento; hoy es irrelevante”.
El análisis de Acovi toma una proyección optimista: las ventas pueden trepar un 5% este año. Un porcentaje que podría redundar en mayores ingresos (u$s 100 millones aproximadamente) si la Nación, como se reclama, lleva los reintegros a la exportación de 6 al 9%. Una “ayuda” que tampoco acercará a la industria de la meta remota de los u$s 2.000 millones en ventas totales que ya superó Chile.
