Acuerdo con el FMI y política económica

El convenio con el Fondo contiene condiciones, que la Argentina debe cumplir para que se concreten los desembolsos previstos.

Acuerdo con el FMI y política económica
Acuerdo con el FMI y política económica

La Argentina tiene varios problemas económicos serios, pero pueden resumirse en dos principales, uno el gasto fiscal muy elevado, consecuencia de un crecimiento desmesurado del gasto público durante el kirchnerismo.

El otro un déficit muy grande en la cuenta corriente del balance de pagos, consecuencia de una caída de las exportaciones, especialmente agropecuarias (sequía) y aumento de la importaciones  por atraso cambiario.

El déficit fiscal  fue financiado por el Gobierno de Cambiemos, básicamente, con endeudamiento externo. Los dólares que ingresaron sirvieron para mantener  atrasado el tipo de cambio, a pesar del salado negativo del comercio exterior, sencillamente porque entraron en gran cantidad.

Hubo al menos dos efectos negativos para la economía en su conjunto, por efectos de esta combinación, uno fue un incremento de las importaciones más allá de lo conveniente para el equilibrio económico.

El otro, más grave socialmente, es que incentivó en forma artificial los viajes de turismo y compras en el exterior. La desmesura e irracionalidad, desde el punto de vista de la política económica, no de los que aprovecharon las reglas de juego en beneficio propio, fue el descubierto  de la balanza de turismo. El año pasado alcanzó la enorme suma de 10.000 millones de dólares.

La situación de no hacer nada para bajar el gasto y el déficit fiscal terminó cuando las condiciones financieras internacionales produjeron el corte de los préstamos.

Se generó un reflujo de capitales de países emergentes a los centrales, en  nuestro caso ventas masivas de las letras del Banco Central para comprar dólares,  produciendo la corrida cambiaria cuyo final es aún incierto.

Como dicen algunos economistas, el ingreso de "dinero caliente" alentado por la política económica, un día se "enfrió" y así quedamos sumidos en una situación donde al Gobierno se lo veía desconcertado, frente a hechos que no pocos economistas venían anticipando desde hacía varios meses.

Frente a la cuantiosa pérdida de reserva del Banco Central, más de 8.000 millones de dólares en pocas semanas, la administración recurrió a una medida poco grata, el acuerdo con el FMI.

Este organismo ha aprobado una asistencia excepcional para la Argentina, de 50.000 millones de dólares, a los que deben sumarse algo más 8.000 provenientes de otros organismos financieros internacionales.

La corrida cambiaria ha provocado una significativa pérdida de confianza en los denominados, por la prensa especializada, "mercados".

En realidad se trata esencialmente de mercados financieros, donde se compran y venden masivamente bonos y otros instrumentos emitidos por el Estado.

Como consecuencia de estos movimientos también se termina afectando el mercado accionario, muy pequeño en nuestro país, y el valor de las pocas empresas argentina que cotizan en Nueva York.

Pues bien, así las cosas, la extraordinaria asistencia del FMI no parece haber modificado las expectativas de los agentes que operan en esos mercados, trayendo una calma que todos ansían.

El acuerdo con el Fondo contiene como es normal condicionalidades, que Argentina debe cumplir para se hagan los desembolsos previstos.

Cabe entonces preguntarse si esas condiciones son distintas a las que debe encarar la política económica del Gobierno para solucionar los graves problemas que hemos mencionado. La opinión de la mayoría de los entendidos es concluyente, no. Si los funcionarios

De Cambiemos hubiese encarado esas políticas desde el inicio de su mandato, cosa que no hizo, hoy no habría necesidad de recurrir al Fondo y el país estaría notoriamente mejor de lo que está.

¿Cuál es la esencia del acuerdo? Reducir el gasto público, el déficit fiscal y el endeudamiento, bajar la inflación, y mejorar la cuenta corriente del balance de pagos.

En el caso del déficit hay números concretos para este año y los tres siguientes. Saliendo de los porcentajes y "hablando en plata", implica reducir 200.000 millones de pesos el gasto para este año. El Gobierno tiene que decir cómo lo va hacer, dónde va a cortar, este el nudo del problema.

Igualmente la gestión se ha comprometido a garantizar la independencia del Banco Central y que la política monetaria y la fiscal sean congruentes, cosa que no ocurrió hasta el acuerdo. Sencillamente ha llegado el momento de hablar en serio.

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