Hoy en la misma Policía Federal se preguntan “¿por qué no se evitó el tiroteo de la barra brava de Boca?”. Después de los tiros, de la sangre y de la muerte, hay muchos interrogantes sin respuestas, que a la vez actúan como disparadores de sospechas. “Hubo demasiadas cosas raras”, cuenta alguien que estuvo a metros de la balacera.
“Nos llamó la atención que esta vez La Doce oficial no fuera acompañada por la Policía desde Casa Amarilla hasta el Nuevo Gasómetro”, empieza detallando la fuente policial a Clarín y específica que si había pocos efectivos en el instante del enfrentamiento fue porque alrededor de las 14.30 recién se implantaba el operativo, casi a la misma hora de la batalla. ¿Casualidad?
Las filmaciones muestran que estaban armando el vallado de seguridad en el instante en que nacieron las corridas que enseguida resultaron acompañadas por los disparos. Es más, hay un carro de asalto que recién arribaba al lugar, que recibió un tiro y que quedó en medio del horror. Ahí el subcomisario a cargo dio la orden de que todos los policías se ubicaran detrás del vallado y que se colocaran los chalecos antibala. “Tengan cuidado. Están armados”, avisó con obviedad absoluta.
Uno de los policías que recibió esa orden, puntualizó: “No nos mataron a nosotros porque el problema es entre ellos. Si nos metíamos, nos mataban a todos. Saben que nosotros estamos sin armas”. ¿Por qué sin armas? Por una disposición del Ministerio de Seguridad tomada hace un par de años: antes de ir a los estadios, cada policía tiene que dejar su arma en la mesa de presentismo. No puede haber personal armado ni en los cacheos ni en las tribunas. “Imaginate si uno de nosotros sacaba un arma ...”, redondeó el policía en cuestión.
Aunque eran observados por los policías, cómo será el nivel de impunidad de los violentos que un grupo de entre 80 y 100 barras de los disidentes “¿Ex? Di Zeo” esperó una media hora a unos cien metros del episodio de los tiros. Querían asegurarse de que sus enemigos de “La Doce oficial” no regresarían.
