El acto por el regreso de la Fragata

El fervor político del oficialismo desdibujó el verdadero y sobrio clima festivo que debió imperar en Mar del Plata.

El acto por el regreso de la Fragata

Con un acto político, el gobierno nacional recibió el miércoles en el puerto de Mar del Plata a la Fragata Libertad, luego de su prolongada retención en el puerto de Tema, en Ghana, a raíz de una acción judicial encarada por los llamados fondos buitre.

Si bien el kirchnerismo convocó a un gran festejo popular para darle la bienvenida a la tripulación del emblemático buque de la Armada, aquella intención fue claramente desbordada por la presencia de los sectores militantes más afines al gobierno de Cristina Fernández, prestamente movilizados para asegurarle a la Presidenta de la Nación un entorno cotidiano y confiable.

No cabe ninguna duda de que el regreso de la Fragata Libertad, luego del bochorno internacional que significó su detención en un lejano puerto de África, es motivo de satisfacción para los argentinos, no sólo por tratarse de una unidad tradicional de nuestra Armada sino porque su incorrecta incautación constituyó un atropello a la soberanía de nuestro país que se encargó de enmendar el correcto fallo del Tribunal Internacional del Mar.

Por otra parte, cabe señalar como acertada la decisión del Gobierno de no negociar y apelar a la justicia internacional. Sin embargo, el clima partidario que caracterizó al prolongado acto del miércoles 9 dejó de lado lo que debió ser la prioridad: la presencia de familiares y amigos de los marinos que tuvieron que vivir la aventura del embargo durante más de dos meses y la concurrencia espontánea de la ciudadanía, que si bien respondió en buen número a la convocatoria, debió dejar los lugares de privilegio para el elenco movilizado por el Gobierno.

La recuperación de la Fragata no debería hacer dejar de lado la investigación de los hechos que llevaron a poner en riesgo el control del barco por parte de la Argentina. Deberían recordarse las razones por las que se produjo el grave incidente y montar, en consecuencia, investigaciones políticas que permitan determinar responsabilidades. No es posible que nadie tenga en cuenta lo ocurrido hace más de 3 meses.

Deben esclarecerse las responsabilidades en las decisiones diplomáticas y políticas que derivaron en la captura del barco en un lugar del mundo por el que no debió navegar. ¿Cuánto le ha costado a las arcas del Estado tamaña improvisación en las máximas estructuras de poder de la Argentina, al solventar ingentes gastos para el traslado de marinos entre la Argentina y Ghana y el mantenimiento de la tripulación que quedó en el puerto de Tema resguardando el barco?

Y en lo que atañe a lo profesional, no se puede olvidar que el escándalo y el cruce de acusaciones en su momento entre el Ministerio de Defensa y la Cancillería le costó el puesto al jefe del Estado Mayor Naval de la Armada, que se fue disconforme con las sanciones impuestas por las autoridades políticas a sus subordinados.

El clima festivo y el discurso demagógico de la Presidenta en el acto partidario de Mar del Plata no pueden descartar la necesidad que tiene el país de rever actitudes y decisiones que lo siguen acorralando a nivel internacional; los bienes del Estado argentino son buscados por el mundo porque no cumplimos al pie de la letra con los compromisos. Por todas estas razones, la recepción debió haber priorizado sobriedad luego del infortunio por el que atravesó la tripulación.

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