Actitudes que descalifican a la política

Preocupa lo que viene sucediendo con la clase política, cada vez más frecuentemente. Por un lado, porque se realizan anuncios abiertamente electoralistas sin ningún tipo de rubor y, por el otro, debido a las decisiones de supuestos opositores que terminan

Actitudes que descalifican a la política

Las actitudes y decisiones adoptadas por determinados dirigentes políticos durante los últimos días causan asombro y no desde el punto de vista positivo, precisamente.

Cambios en los discursos, anuncios sobre incrementos salariales o sobre la devolución de impuestos están ganando la calle.

Pero, a diferencia de otros años, en que se intentaba desviar la atención del electorado, ahora abiertamente se acepta que son anuncios electoralistas; como con claridad lo señaló el ministro de Trabajo de la Nación quien, enfrentando con un discurso agresivo hacia el periodismo se preguntó que “(si el anuncio) es electoralero, ¿qué?”, al hacer referencia al impuesto a las ganancias que se aplicó, con retroactividad, en el primer medio aguinaldo del año.

No dijo tampoco, por supuesto, si esa medida se mantendrá para el segundo medio aguinaldo, que se percibe en diciembre.

A lo largo de estos casi 30 años de democracia, la dirigencia política argentina ha demostrado una extraordinaria capacidad de inventiva. Que se va modificando y mutando a medida que el electorado va descubriendo los engaños.

En los primeros años, como era habitual y hasta medianamente aceptable, las diferentes gestiones medían los tiempos de las obras para proceder a la inauguración en las cercanías de las fechas de elecciones. La única crítica que podría caberle a ese tipo de actitudes es la del oportunismo, pero, al fin y al cabo, las obras quedaban en beneficio de la comunidad.

En cambio, con el correr de los años y con cada vez menos obras para inaugurar, la dirigencia política fue sacando de la galera nuevas alternativas, entre las que podríamos mencionar a las listas espejo, las colectoras o las candidaturas testimoniales. O las inauguraciones ya no de obras terminadas, sino de anuncios o, como mucho, de obras recién iniciadas.

La madurez del electorado, que cada vez rechaza más los engaños, los obliga entonces a cambios permanentes. Además de la denuncia o la defenestración hacia el circunstancial adversario político -que ahora prácticamente es un “enemigo”- surgieron actitudes criticables, como el piquete y corte de tránsito en la Capital Federal, entorpeciendo el paso de los metrobús por parte de empleados municipales de la provincia de Buenos Aires, por señalar sólo un ejemplo.

Y otro aspecto que no hace más que sacar a la superficie la miseria moral que domina a muchos dirigentes, se da con el apoyo financiero que surge desde el oficialismo para que dirigentes de la oposición compitan entre ellos para restarse votos entre sí y favorecer así al candidato oficial, una medida que ha surgido esencialmente durante las últimas elecciones. Actitudes que no sólo no son éticas, sino que descalifican abiertamente tanto a quienes las dan como a quienes las aceptan.

Es realmente preocupante lo que está sucediendo y que seguramente se mantendrá con el correr de las semanas hasta las elecciones de octubre. Ante lo que cabría preguntarse, ¿qué diferencia existe entre el anuncio del aumento del mínimo vital y móvil, la eliminación por una vez de parte del impuesto a las ganancias o el anuncio de aumento a los jubilados, con la compra de votos a través de planes trabajar o del regalo de electrodomésticos como ha sucedido en tiempos no muy lejanos? Se sigue jugando con la ciudadanía sin advertir que el rechazo a esas actitudes llega tarde o temprano.

Ya hay partidos que lo están pagando y hay dirigentes que están sintiendo el remezón. Es la única forma de entender la modificación en los porcentajes de obtención de votos entre las diferentes elecciones. La gente va tomando cada vez más conciencia de la importancia del cuarto oscuro para tomar sus decisiones y sabe que es allí donde puede aplicar los premios y los castigos.

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