Actitud, una marca para enorgullecerse

De los clubes mendocinos que hacen historia en la Copa Argentina de Fútbol, a la Selección nacional. Una descripción de la fibra que mueve a nuestros deportistas.

Actitud, una marca para enorgullecerse

Maxi Salgado  - Editor de Más Deportes msalgado@losandes.com.ar / Twitter: @maxisalgado

Actitud es la cuestión... El fútbol de Mendoza puede inflar el pecho con los tres equipos que siguen en carrera en la Copa Argentina: Godoy Cruz, Gimnasia y Pacífico. Los dos primeros haciendo historia con su pase a los octavos de final en los últimos días y los alvearenses aún disfrutando del partido que le ganaron a Estudiantes de La Plata y del que jugarán con Atlanta.

Gimnasia aparecía como punto en el choque con Talleres de Córdoba, porque los cordobeses habían goleado en el debut de la Superliga y los Mensanas habían armado un equipo nuevo, el que no tenía rodaje. Pero en ambos casos, el convencimiento pudo más. La actitud hizo que la situación fuera óptima. Dicen que la fe mueve montañas y ¡qué mejor ejemplo que éste!

En el caso del Tomba, si bien está acostumbrado a las grandes ligas, dio vuelta un partido que asomaba complicado y con la fuerza "charrúa" creyó hasta el último minuto que la situación era posible.
Mucho también tiene que ver que la cabeza del club está en buenas condiciones. Es decir, hay una dirigencia que sabe cuál es el rumbo y apuesta a un trabajo ordenado, sin volverse loco con los resultados.

Cuestión de genes

En el ámbito nacional, la Selección fue todo lo contrario. Volvió a ser un equipo sin alma. Once voluntades deambulando en la cancha. Un grupo que, peligrosamente lejos de convertirse en equipo, se está acostumbrando a no ganar.

El fútbol son momentos, de los buenos y malos. El problema es cuándo el momento se convierte en constante. Ese grupo de jugadores está en una depresión deportiva. Sufre los partidos en lugar de disfrutarlos con el agravante que no tiene el tiempo necesario para trabajar como grupo, porque vienen, juegan y se van. No tienen ese gen del que se enorgullece el deporte argentino.

Ese plus que nos ha permitido, a lo largo de la historia, poder destacarnos más allá de que estamos en el Sur del mundo. ¿Cómo se entiende que Messi con la albiceleste no deja muñecos en el camino y en Barcelona hace tres goles con una contundencia envidiable? Eso muestra que hay algo que no funciona en el grupo del seleccionado. ¿No habrá llegado la hora de que algunos comiencen a manifestar que es mejor quedarse afuera y dar lugar a otros? Y no hablo de Lionel Messi, específicamente.

Quizá a este grupo habría que ponerle el video de los partidos que Diego Schwartzman y Juan Martín Del Potro ganaron esta semana en el Abierto de los Estados Unidos de tenis. Especialmente el tandilense que, con fiebre y arrastrando su humanidad, dio vuelta un partido inolvidable al alemán Dominic Thiem (ocho del mundo) tras estar dos sets abajo y frenó a un Roger Federer que venía perfilado para volver a ser el mejor del mundo.

Diego Schwartzman también echó mano a su fortaleza anímica y mental para llegar hasta cuartos de final dejando en el camino a tres pesos pesados como Janko Tipsarevic, Marin Cilic y Lucas Pouillé.

Cada vez hay más ejemplos de esto en el tenis y menos en el fútbol de primer nivel. Por eso creo que hay que enorgullecerse de lo conseguido por los clubes mendocinos.

La realidad es que cuando uno ve que el deportista deja todo y un poco más en la cancha, no hay reproche. Por el contrario, se genera una empatía, la que trae aparejada un respaldo irrestricto. No pasa lo mismo cuando la actitud es de displicencia o se baja rápidamente los brazos cuando la cuestión se pone cuesta arriba.

Ojalá los jugadores entiendan alguna vez, que la entrega es mucho más que un resultado y que eso es lo que espera el hincha que se ve reflejado en sus ídolos.

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