A los tumbos. Sin ideas. El Lobo del Parque volvió a mostrar su peor cara futbolística. Sin dudas, que el poco tiempo de trabajo de Omar Labruna sólo alcanzó para meterle una inyección anímica a un equipo que viene muy golpeado. Pero no alcanzó.
Gimnasia es un equipo que perdió su identidad de juego y sus rivales de turno, no lo perdonan. Porque ni la suerte lo acompaña. All Boys fue un equipo amarrete por donde se lo mire y analice.
Nunca tuvo intención de ganar el partido. Fue lo que mostró. Apostó a controlar los avances de Gimnasia y tratar de desarmar la creación de juego del Mensana. Lo logró en cuentagotas. El equipo de Labruna careció de ideas claras para poder lastimar al rival.
En noventa minutos de juego, sólo se puede rescatar una sólo jugada colectiva made in Gimnasia. Toque al ras del piso de izquierda a derecha, centro al corazón del área y Peinado no pudo conectar. Minutos después, el ex Pacífico, sufrió un desgarro.
El Lobo ya había realizado los tres cambios, por ende, terminó jugando con un hombre menos, más allá de que el volante no abandonó el campo de juego. Ni en esos detalles el Lobo liga.
Ante el equipo de Floresta ni las individualidades aparecieron en Gimnasia. Fue un equipo que no tuvo ni juego colectivo, ni rebeldía individual. Siente mucho el bajo nivel de Sergio Oga. Idéntica situación pasa Carranza, quien no pudo desequilibrar nunca con su juego. De esta manera, Farías, luchó más de lo que jugó, ya que nunca le llegó una pelota limpia. Y como si esto fuera poco, la última línea falló y fue determinante.
Hoy, la soga aprieta el cuello. No hay margen de error. Llegó el momento de reaccionar. Si no hay juego, con actitud se puede salir.