Hace pocos días se confirmó la decisión presidencial de designar al Sr. Martín Hinojosa como nuevo Presidente del INV, el organismo rector de la industria que fue creado hace más de 60 años para ejercer el Poder de Policía del Vino.
Es importante, cuando asumen nuevas autoridades, recordar la historia de fraudes que llevaron a la sanción de la ley 14.878 y la creación del organismo. En los últimos años, bajo distintas conducciones, el INV se fue tecnificando para mejorar los sistemas de fiscalización y sus laboratorios tienen tecnología moderna y técnicos muy capacitados.
Este organismo descentralizado del Ministerio de Agricultura de la Nación mantiene un sistema de ingreso de personal por concurso. Toda la conducción técnica, hasta la más alta gerencia, llegó a sus cargos por concursos con un sistema muy transparente. Sería deseable que esta situación se mantuviera y no se verifiquen ingresos políticos por compromisos y sin idoneidad.
Siempre desde las bodegas se ha criticado la burocracia del INV, aunque últimamente se incorporaron métodos electrónicos que aceleran los trámites. El nivel de calidad en los controles es lo que hace del organismo un referente reconocido a nivel mundial para certificar la calidad y genuinidad de los vinos argentinos.
En algunas gestiones se intentó que el INV participara en la promoción de las ventas al exterior o en la del consumo interno, pero éstas son funciones que no son propias del organismo, las cuales están taxativamente explicitadas en la ley 14.878. Ninguna de esas acciones, cuando se hicieron, generaron resultado positivo; fueron más motivadas por el deseo de protagonismo político de sus conducciones.
El nuevo titular del organismo, en declaraciones de prensa, anticipó una serie de ideas como la de hacer menos burocráticos los controles para alentar la venta de vinos a efectos de adaptarse a nuevas modalidades de consumo. Sin embargo, no se debería ser menos exigente en los controles porque si hay algo que el INV debe garantizar es la genuinidad, la calidad y la inocuidad de la bebida, que está calificada como alimento.
Con respecto a las exportaciones criticó algunos controles porque parecen medidas para arancelarias autoimpuestas, según afirmó. Preocupa esta afirmación de sacar controles por parte de una autoridad porque es tradición que los dueños de bodegas, que siempre piden la intervención del Estado para ayudarlos, sean los que, además, piden que no se los controle.
El sistema de control debe actualizarse a las nuevas tecnologías y exigencias de países que comienzan a poner el acento en la menor proporción de elementos peligrosos para la salud y que aunque parezcan medidas para arancelarias, deben negociarse en los foros correspondientes.
Sería saludable, además, que el nuevo presidente del INV decida poner en marcha la normativa que exige a las bodegas trabajar bajo las normas de Buenas Prácticas de Manufactura que en su momento se dictaron para la industria vitivinícola. En momentos en los que el tema de la sustentabilidad adquiere condiciones de exigencia por parte de los compradores extranjeros, la falta de cumplimiento de estas normas pone en riesgo a quienes no las aplican.
Los exportadores ya reciben exigencias de certificación de normas internacionales y en poco tiempo más, además, deberán demostrar la trazabilidad de todo el proceso. Esto implicará que sus proveedores también deberán operar bajo esas normas. Caso contrario, no podrán ser proveedores. Esto debería ser una preocupación para el Sr. Martín Hinojosa.
Esperamos que el nuevo titular del INV tenga la claridad para mantener el prestigio del organismo y acrecentarlo, por el bien de la industria que debe, además, soportar las consecuencias del cambio climático. Mientras no se cambie, la ley 14.878 deberá ser su guía fundamental.