El ser humano nace y muere sexuado, la erotización está presente desde ese momento y a lo largo de su infancia, su proceso de sexuación transcurre desde la concepción hasta los cinco años, consolidándose entre los seis y diez años. Expresándose en la pubertad y adolescencia.
Frecuentemente es más sencillo hablar o dar explicaciones a preguntas de los niñ@s sobre el tema sexual, que enfrentarnos a conductas sexuales explícitas. A partir del ingreso a jardín los niñ@s comienzan una vida social más activa, hay conductas anteriores que perduran, otras cambian y otras que desaparecen o sólo estarán presentes en períodos difíciles de la vida del niñ@.
Entre esas conductas, están algunas como el control de esfínteres, el lenguaje fluido y la autoestimulación. Esta última, es una actividad frecuente es esa edad, más aún si consideramos que han descubierto sus genitales y también que el tocarlos y explorarlos les da placer.
La exploración permite una mayor comprensión del propio cuerpo y de qué modo funciona.
Como otras actividades sexuales del niñ@, esta práctica debe ser tomada naturalmente por los padres y maestros. Resulta negativo estar pendiente de ello o castigar al niñ@. En muchos casos, este camino, refuerza la actividad.
L@s niñ@s que reciben el suficiente afecto, se desarrollan normalmente y el juego sexual está siempre presente. La capacidad para el placer sexual y el interés y habilidad del niñ@ para producirlo, son indicadores del bienestar general del mismo.
La autoestimulación, es un proceso normal en la vida del ser humano que suele darse, más intensamente, en los primeros meses de la vida, a los cuatro o cinco años, pubertad y adolescencia. Con ello, queremos decir que no debe reprimirse ni estimularse, sólo respetarla.
Si la autoestimulación es muy frecuente o prolongada en cualquier sitio y delante de cualquier persona, sin reprenderlo, se intentará entretenerlo con otra actividad; si aún así continúa siendo persistente, conviene consultar con un profesional de la salud para descartar abuso u otra situación conflictiva.
Así como hemos mencionado que el niñ@ necesita preguntar varias veces una misma cosa, también debe jugar repetidas veces al “doctor” o a “la mamá y el papá”, ya que es la forma realista de vivenciar conductas e internalizar, de una vez por todas, las diferencias de genitales entre el hombre y la mujer. La evidencia de que la exploración y experimentación a través del juego genital y corporal es universal, no es aceptada por los adultos que no recuerdan tales juegos en su propia infancia. El olvido ocurre por el dolor de fuertes prohibiciones de los adultos.
El niñ@ que entra en el “Jardín”, ya incorpora los límites físicos entre lo que es “yo” y lo que es el otro. Ahora son los límites de la conducta lo que el niñ@ debe aprender a comprender. La diferencia entre lo público y lo privado es algo que de a poco será incorporado por el niñ@ y sobre todo los juegos sexuales y la autoestimulación, que se debe dar en un ambiente de intimidad y respeto.