Accidentes de tránsito, ¿cómo parar?

La seguidilla de accidentes de tránsito con víctimas fatales no cesa en Mendoza. Se suponía que las tragedias de los ómnibus en el camino a Chile y en la Cuesta de los Terneros, por su magnitud, haría que la gente se cuide más cuando viaja. Sin embargo na

Accidentes de tránsito, ¿cómo parar?

Respetar las velocidades máximas, no consumir alcohol antes de conducir, usar siempre cinturón de seguridad y casco, si se conduce moto o cuatriciclo, y descartar la telefonía celular al momento de manejar.

Con el sencillo acatamiento de estas medidas elementales en materia de seguridad vial, la provincia de Mendoza no estaría sufriendo la continua desazón de incidentes viales fatales, cuyo último golpe se asestó hace unas horas en la ruta nacional 40 (Jocolí), al volcar una moderna camioneta y causar la muerte de tres niños.

A pesar del dolor que provoca esta nueva tragedia, no se puede evitar pensar en que si ese rodado hubiese marchado a una velocidad menor, todos los involucrados en el percance estarían con vida, casi con toda seguridad.

Pero, no podemos salir de esta espiral de rutas manchadas de sangre, al punto -y como lo reveló Los Andes en su crónica del martes pasado- los muertos de este primer semestre y días de 2017 ya son más que todos los ocurridos en 2016.

Claro, la dramática situación está potenciada por los gravísimos incidentes de los ómnibus que volcaron en el Corredor Bioceánico, cerca de Las Cuevas, y en la ruta 144, Cuesta de los Terneros, que solos sumaron 34 bajas.

La fatalidad ocurrida en el camino a San Juan el lunes pasado, con tres menores fallecidos -de 5, 13 y 16 años- elevó a 168 la cifra de víctimas mortales en seis meses y 10 jornadas.

La estadística que lleva la sección Policiales de este matutino es lacerante: en 191 días del año en curso, las víctimas fatales en siniestros que tuvieron como escenario calles o rutas de nuestra provincia se elevó a 168 muertos.

Este número es muy grave y revelador de que estamos haciendo muy mal las cosas, porque a poco de atravesar la mitad del medio año, quedó muy atrás el número de 145 caídos con que cerró 2016.

Ante la producción de siniestros viales (con más énfasis cuando mayor es la cantidad de víctimas en un solo hecho) aparecen en forma masiva los reclamos sobre la necesidad de mayores controles en la vía pública.

Es cierto que resulta necesaria una mayor presencia visible de la autoridad en la vía pública, pero es imposible plantearse la utopía de tener un control físico presente para cada usuario.

A criterio de expertos, como Eduardo Bertotti, del Instituto de Seguridad Vial (ISEV), lo primero que falta es el adecuado "control institucional", o en otras palabras, la carencia de "institutos de control" de la sociedad usuaria de la vía pública.

Respecto a los vehículos debe insistirse en la Revisión Técnica Obligatoria (RTO), aspecto que  en nuestro país aún se encuentra en una etapa de poco desarrollo.

En cuanto al factor humano, la Agencia Nacional de Seguridad Vial intenta uniformar criterios en equipamientos, unificar información y generar una licencia nacional en las más de 2000 bocas de expendio de licencias de conducir. Esto es bueno.

Finalmente, Bertotti y otros colegas han denunciado reiteradamente que actualmente hay caminos importantes carentes de señalización y demarcación adecuadas a mínimos "patrones" de seguridad.

Añadimos  que la responsabilidad del conductor es intransferible, personal, con gran capacidad de cambiar las cosas con el solo requisito de quitar el pie del acelerador y proceder al manejo defensivo, consigna única para evitar el siniestro, que tanta gente está matando.

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