No hay desarrollo futuro sin acceso a internet. Es que parece simple: tomar nuestro móvil y conectarse a internet. O llegar a nuestra casas y allí tener conexión a la web.
Pero en realidad se trata de un privilegio, en Argentina y en Mendoza también.
Se sabe que los países del primer mundo, en general, tienen altos niveles de acceso a Internet y que esto implica una relación directa con el desarrollo de su economía tanto a nivel nacional como regional.
Tal como lo destaca el documento “Dividendos Digitales” del Banco Mundial en estos países, “las tecnologías digitales han ampliado extraordinariamente la base de información, reducido los costos. Así es como han creado bienes de información”.
En síntesis, el reporte destaca que las tecnologías digitales ayudan a las empresas a ser más productivas; a las personas a encontrar empleo y tener más oportunidades, principalmente para grupos vulnerables, y a los Gobiernos a prestar mejores servicios públicos para todos.
Si analizamos qué sucede en la provincia, al parecer, en vez de achicarse se ensancha la “brecha digital”. Es decir, la cantidad de personas que acceden a internet es más grande frente a las que no tienen esta posibilidad.
Según datos del Indec, en la provincia en marzo de 2017 existían 1.406.793 puntos de acceso a internet (considerando fijos y los que se acceden a través de móviles) mientras que en marzo de 2019 ese número descendió a 1.342.492.
Y sobre ese total, analizando por tipo de conexión: los accesos a través de móviles cayeron 3,3% comparado con marzo de 2018 y los puestos de conexión fijo lo hicieron en un 7,5%. En tanto, si exploramos los datos sólo del consumo de personas físicas que representan el 87% del total de las conexiones, estas bajaron 4,8% comparado con el mismo mes del año anterior.
Las razones que pueden explicar esta caída son varias, pero hay una transversal: la crisis afecta y profundiza las desigualdades y también tiene su efecto sobre la conectividad.
Es una realidad: la pérdida del poder adquisitivo del salario, genera recortes en los presupuestos familiares y en la asignación de crédito para el caso de los móviles.
Es cierto que el gobierno ha desarrollado puntos de acceso digital gratuito en las principales ciudades de nuestra provincia, pero cabe preguntarse qué sucede en los lugares donde apenas llega la señal de celular o los que no tienen acceso a ella.
También hay que preguntarse qué sucede con los que tienen la oportunidad de sumarse a la tecnología digital pero que no han desarrollado las habilidades básicas para poder hacer usufructo de este “privilegio”. El mismo informe del Banco Mundial sostiene que para desarrollar el enorme potencial de internet, es necesario “fortalecer los complementos analógicos de las inversiones digitales” para que las personas puedan aprovechar plenamente las oportunidades digitales. Es decir, necesitamos personas de todas las edades capacitadas “mínimamente” en el uso de estas herramientas.
Para muestra un botón, las empresas de servicios públicos que hoy operan en la provincia, hacen campañas y promueven fuertemente para que los usuarios reciban por mail su facturación mensual y con ello se podría creer que los servicios públicos podrían tener un alto nivel de digitalización, pero no es así.
Datos provistos por Ecogas muestran que sólo el 21% de usuarios mendocinos está adherido a la factura digital, mientras que en Córdoba el mismo servicio tiene una adherencia superior al 30%. En tanto, en Edemsa la situación es similar, el 16,8% de los usuarios prefiere sumarse al envío de facturas vía web. El resto sólo espera al cartero.
Es una verdad de perogrullo que la conectividad, no sólo de los centros urbanos sino de todo el país, mejora la inclusión, la eficiencia y la innovación pero se deben continuar fortaleciendo las “inversiones” digitales para generar más oportunidades.