Nelly Rueda es profesora de danzas jubilada y por coqueta no quiere decir su edad. La computadora le parecía algo que no iba a poder dominar pero su hijo insistió en comprarle una para entretenerse y aprender cosas nuevas, y hoy asegura estarle agradecida.
“Me manejo mucho con Facebook y también tengo Hotmail. Me mando mensajes con mi familia en vez de usar el teléfono. Converso con mi nieta, subo fotos, tengo un contacto más cercano con amigos; estoy muy contenta”, asegura.
Hasta hace poco, existía una gran brecha entre los nativos digitales y quienes no lo eran. Los adultos mayores estaban totalmente al margen de esto que aparecía como algo propio de los jóvenes, un universo para ellos incomprensible.
Hoy, esa brecha se ha esfumado y para algunas personas luego de la jubilación se abre un nuevo mundo en que los contactos se realizan de una manera poco convencional.
Aunque para muchos persisten los temores, cada vez son más los que se animan a sumergirse en el mundo virtual: tienen su perfil en Facebook y algunos hasta tuitean. Como ya no se habla más de la clase pasiva, la jubilación es la apertura a un nuevo tipo de actividades y en este contexto se animan a seguir los pasos de sus nietos, que se transforman en sus grandes maestros. Quieren comunicarse, quieren participar, quieren tener vida social.
Este es un fenómeno que comenzó hace unos diez años y que se ha visto favorecido por el acceso a los equipos informáticos y las conexiones a internet. Sin embargo, los adultos mayores habían quedado al margen del último boom tecnológico, ya que implicó una forma de comunicación con un lenguaje propio de la cual ellos mismos se excluyeron porque se consideraban incapaces de dominarlo. Subirse a la ola fue finalmente inevitable y aunque les haya demandado mayor esfuerzo, hoy muchos hablan el mismo idioma que los más jóvenes.
“Soy un poco lenta, por eso hago lo que puedo”, dice Alicia Garcés (69), quien se decidió a pedir un préstamo para comprar su notebook. Orgullosa, cuenta que forma parte de un grupo de murga, además hace natación, va al club y sale con amigas y son ellas mismas las que la motivaron.
“Uno se tiene que conectar, mis amigas hablan de que tienen esto o aquello así que por ahora manejo el correo pero ellas me dicen que tengo que tener Facebook”. Cuando se le presenta algún desafío, “tomo la computadora y me voy a la casa de alguna amiga y entre todas nos ayudamos... Es muy gratificante hacer cosas”.
Sobre este fenómeno, Félix Nallim, presidente de la Sociedad Gerontológica Argentina, señaló que ahora “el envejecimiento es exitoso, saludable y activo; las personas llegan con mejor calidad de vida y pueden incorporarse a la informática”.
Se trata de quienes tienen la capacidad intelectual y económica de acceder a este mundo on line. “Los que lo logran están fascinados y se preguntan por qué no lo hicieron antes; les permite usar su tiempo libre de otra manera”, agregó Nallim.
Romper barreras
En estos tiempos digitales, muy atrás quedaron los abuelos de antes, enclaustrados y ajenos al ritmo mundano. Hoy, la inquietud por conectarse surge generalmente para estrechar vínculos con familiares que están en otros países. Además, la vida social más activa les genera esa necesidad, mientras que por otra parte son los nietos quienes suelen incentivarlos. Los “viejos-jóvenes”, a quienes los achaques aún les resultan lejanos, se dedican a viajar y esta herramienta los obliga a mantenerse conectados.
Gladys Mellado (67) recordó su experiencia: “Se me ocurrió aprender porque buscaba a ex alumnos y no los encontraba en la guía (de teléfonos), ahora los tengo como amigos en Facebook. No sé subir fotos pero esta tarde va a venir mi nieto que tiene diez años a enseñarme, él me ha enseñado todo (...) Con él ahora hablamos sobre internet y otras cosas, compartimos enseñanzas: yo lo corrijo cuando comete errores de ortografía y él me explica sobre esto”.
Por su parte, Nelly Rueda rescató: “Me da satisfacciones que antes no tenía y deseaba tener. Me contacto con mi nieto que está en Europa. Además tengo familiares en Canadá, allí está mi tía y las llamadas telefónicas eran carísimas; ahora nos contactamos ¡y hasta nos vemos!”. y agregó: “Me envían fotos de lugares de Europa sobre los que he estudiado pero nunca he visto, cosas relacionadas con enfermedades, cómo cuidarse y hasta consulto sobre plantas que no sé cómo cuidar”.
Mario Lamagrande, psicólogo y consultor sobre tecnologías, explicó que “parte de estas generaciones habían pasado por este proceso antes de jubilarse con el uso del correo electrónico y ahora esta modalidad ha pasado a personas más añosas”.
Aunque en general muestran temor a “tocar algo y que se rompa” -dice el experto-, la computadora es algo que está disponible en la casa y gracias a ello van rompiendo barreras.
Y además, para quienes no tienen pareja, el universo virtual les ofrece la posibilidad de generar nuevos contactos, favorecido por la proliferación de sitios dedicados a solos y solas, así como también de hacer nuevos grupos de amigos.
Al respecto, Lamagrande destacó que “la búsqueda fraterna o de vínculo les plantea a muchos el desafío. He visto en cursos personas de más de 80 años que piden aprender a chatear con este fin”.
Y aclaró que “más allá de que muchos han demonizado esta forma de comunicación porque aseguran que implica la pérdida de contacto personal, en realidad es todo lo contrario, puede favorecerla”. El psicólogo mencionó que la tecnología es facilitadora de contactos y participación, en particular para quienes padecen alguna limitación física, algo que los jóvenes no tienen.
En el mismo sentido opinó la socióloga Marcela Ficcardi: “Estar fuera de las nuevas tecnologías es quedar excluido. Son un espacio de construcción de subjetividades y socialización que no se encuentra en otro lado y que pueden conducir a una reunión real”.
Hiperconectados
De la mano de la inquietud de estos “nuevos viejos” por sumarse a la movida digital, surgieron opciones facilitadoras. Hace algunos años, el Gobierno ofreció a los mayores créditos bancarios para acceder a computadoras mientras que actualmente también hay posibilidades de conseguir plazos de pago. Además, los centros de jubilados y aulas de tiempo de libre -como las de la Universidad Nacional de Cuyo- aportan una instancia donde adquirir las herramientas necesarias.
Eliana Santillán (27) comenzó enseñándole a una amiga de su mamá que necesitaba aprender a usar la notebook y luego sus amistades también estuvieron interesadas. Va dos veces por semana a domicilio y la demanda de alumnas ha sido tal que ha debido rechazar propuestas. “La mayor tiene 91 años y siempre tiene temor de romper algo, por eso no quiere ni desenchufar la notebook”, cuenta.
“Lo que quieren es el correo, bajar videos para ver algún cantante que les gusta. La mitad tiene Facebook y están todo el día conectadas; me invaden el muro con publicaciones. Lo usan mucho para turismo, las más avanzadas para los pasajes de avión y una tuitea. Lo que es infaltable es poder ver los diarios”.
Un dato llamativo es que la mayoría de las interesadas en el mundo de las redes sociales e internet son mujeres. Y en el caso de Eliana sus alumnas son todas ex docentes, “como si tuvieran un afán por el aprendizaje”, reflexiona.